02

7.1K 241 78
                                    

Pasaban los días y, cada vez que Juan tenía la oportunidad, le rogaba inclusive de rodillas a Spreen que le prestará su vagina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Pasaban los días y, cada vez que Juan tenía la oportunidad, le rogaba inclusive de rodillas a Spreen que le prestará su vagina.

Realmente ninguna de esas veces había funcionado, pues Spreen se ponía rojo y lo golpeaba. Hoy era un día de esos.

Se hincó ante el oso y pidió que lo dejara resolver aquel problema.  El pelinegro lo golpeo en la nariz y soltó un chillido a la par que le gritaba pervertido.

Juan se levantó adolorido y Spreen intento huir, tal cual lo hacia cada vez que él le repetía su petición, pero el castaño lo jalo hacia él.

— Por favor, Spreen, es solo un momento, yo solo quiero saber si es verdad lo que vi en una página. — el argentino forcejeo para librarse de su agarre, fallando en el intento. — ¿Por qué me tienes tanto miedo? Sabes que nunca te dañaría. —

— ¡No te tengo miedo! Es solo que… — suspiró,  esperando que lo que diría después no fuera la próxima cosa con la cual Juan lo molestaría. — realmente ni siquiera yo he tocado ahí… Me da demasiada vergüenza.—

El colombiano esperaba cualquier cosa menos eso, aún no creía que a su edad Spreen jamás se haya masturbado, es decir, todos alguna vez habían sentido la necesidad de tocar aquellos lugares. Ahora entendía el porque lo esquivaba cada vez que tocaba ese tema.

— Quizás… pueda ayudarte el intentarlo, no intento justificar que quiera tocar un lugar tan privado por una idiotez tan grande, pero podrías descubrir más cosas. — ahora todo se sentía incómodo, se lo tomaba a la ligera por creer que Spreen ya conocía sobre esos temas de memoria, sin embargo ahora se siente como si estuviera corrompiendo su inocencia.

— N-necesito pensarlo… aún me siento incómodo con ésto. — Por fin logro soltarse del agarre del castaño y retrocedió unos pasos para alejarse de él, quería ir a su casa, tenía demasiada vergüenza. — Iré al santuario si acaso llegó a aceptar tu trato, e-esta misma noche iré, espérame ahí. —

Juan asintió a las palabras pronunciadas y vio al pelinegro irse corriendo, quizás su insistencia y los golpes por está dieron frutos.

Juan asintió a las palabras pronunciadas y vio al pelinegro irse corriendo, quizás su insistencia y los golpes por está dieron frutos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⌗  𝑪𝗔𝑵  𝑰  𝗨𝑺𝗘   𝗨𝑹  𝑷𝗨𝑺𝗦𝒀?  🖇️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora