울보

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Hasta ayer, mi amigo Jeon Jungkook era otro hombre. Tenía la mente lúcida y la cara despejada, serena y sonriente. Ahora lo veo aquí, sentado en el living de su casa, y apenas lo puedo creer.

Está en pijama, hundido en su sillón de cuero, sin moverse, con la mirada perdida y la boca torcida en un gesto de temor. No habla, no sé si escucha, y las manos le tiemblan un poco.

— Jungkook — le digo, tomando sus manos y tratando de encontrar su mirada.

— No hay caso, Jimin — me aviso Marina.

Marina es la mujer de Jungkook. Fue ella quien me llamó y me pidió que viniera. Yo vivo en la ciudad. Marina y Jungkook se instalaron en el pueblo hace unos meses, porque van a tener un hijo y quieren llevar una vida más tranquila.

— Ya no sé que hacer, Jimin — me dice Marina — Ayer Jungkook fue a atender a un paciente. Lo llamaron de urgencia. Era de noche, recién terminábamos de comer. El ensilló el caballo y se fue para allí. Tenía que ir a un rancho que está a media hora de aquí, más o menos. Volvió a la madrugada. Yo dormía, pero cuando se metió en la cama, el contacto de su cuerpo me despertó. Estaba frío como un hielo. Lo miré y vi que tenía los ojos muy abiertos. Miraba el techo. Le pregunté qué pasaba, pero no me respondió... Y está así desde entonces... No duerme... Tampoco habla...

Marina se puso llorar. Traté de calmarla. Le dije que se acostara a descansar un rato. De paso, yo podría quedarme a solas con Jungkook para descubrir que le pasaba.

Cuando empezamos a estudiar medicina, muchas veces nos entrenábamos así: uno describía los síntomas y el otro intentaba acertar el nombre de la dolencia. Pero ahora Jungkook estaba privado de la palabra, presente y ausente a la vez.

Revisé sus reflejos oculares, le tomé el pulso, pero no encontré nada anormal. Físicamente estaba sano. Todos parecía indicar que había sufrido una conmoción muy fuerte. Tal vez algo que había visto.

"Quizás", pensé, "pueda hacerlo reaccionar inyectándole algún fármaco". Pero para eso, yo tendría que volver a la ciudad a conseguirlo y tomar de nuevo el tren hasta el pueblo. Todo esto iba llevar mucho tiempo, para el estado desesperante en que se encontraba Jungkook.

Me quedaba una opción: la hipnosis. Era una técnica que Jungkook y yo habíamos aprendido juntos hace años, pero que habíamos usado muy pocas veces. Sin embargo, a esa altura de las circunstancias, no perdería nada con intentarlo.

Entonces, apagué una lámpara para que hubiera menos luz en el ambiente, acerque una silla y me senté frente a Jungkook. Con tono suave y seguro, le pedí que me escuchara y se dejara guiar por mi voz hacia un sueño profundo. Le dije que imaginara que una nube blanca y tibia le envolvía el cuerpo y los pensamientos. Le pedí que aflojara los músculos, que sintiera los párpados pesados, las piernas ligeras, el corazón tranquilo. Repetí estas órdenes varias veces, siempre con voz clara, calma y mismo volumen.

Finalmente, la inducción surtió efecto y Jungkook se relajó. Sus ojos se fueron cerrando; la expresión de su cara cambió. Cuando su respiración se hizo más profunda, supe que estaba preparado.

— Jungkook — susurré — Ahora vas a dejar que te ayude a estar bien. Y cuando despiertes, te vas a haber olvidado de lo que pasó anoche cuando fuiste a ese rancho, vas a sentirte otra vez sano y fuerte, sin ningún problema, sin ningún temor...

Jungkook apretó los dientes. Sus ojos empezaron a moverse bajo los párpados cerrados.

— Dime qué ves, Jungkook...

La voz de Jungkook era profunda, y salió quebrada por el temor:

— Esa mujer... — dijo.

— ¿Qué mujer, Jungkook?

↷❐; ❛ ʟᴀ ʟʟᴏʀᴏɴᴀ ❜ ·₊˚✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora