¡Papá! ¡una dragona me ofreció un durazno!

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Está peculiar familia, vivía armoniosamente en un reino lejano, era un lugar tan remoto que apenas tenían súbditos, sus alrededores eran bastas arboledas con fauna exuberante.
La reina Aurora gozaba su tiempo libre con hobbys dignos de una amorosa madre y esposa, disfrutaba la cocina, vigilar su territorio en caso de algo inusual, costura (su especialidad, la lencería).
El rey Shaineko , el único y preferido amante de la reina, disfrutaba de realizar viajes cuanticos, de estos viajes, su hobby era coleccionar objetos representativos de las ubicaciones que visitaba.
Por último, el bello y joven Príncipe Magno , un elfo oscuro albino, pesé a su especie, la criatura más inocente, tímida y pacífica que podría haber pisado el reino, sin embargo con un gran potencial de aprendizaje y una gran tendencia al desastre; el gozaba su tiempo merodeando el basto bosque conociendo a la fauna del territorio que algún día gobernaría.
Un día, el joven Príncipe en uno de sus paseos, se encontró con una inusual visita; un dragón de hermosas escamas escarlatas, su encuentro fue breve , el príncipe con su usual timidez apenas cruzo mirada con la criatura, el dragón lo miro con cierta curiosidad y una risa perversa se escuchó de entre sus afilados dientes.
Al príncipe le llamo la atención, aquel sonido, y de inmediato giro a verle, en un acto espontaneo el dragon le ofreció un delicioso durazno , el cual fue arrojado a las manos del principe y en un cerrar de ojos desapareció volando por el cielo.
El principe miro estupefacto el vuelo del dragón, una vez comprendió lo sucedido observó el durazno en sus manos, era carnoso, suave, y jugoso, así que sin pensarlo dos veces lo llevo a su boca, la carne era exuberante, el olor fragante perforó sus fosas nasales y los jugos escurrieron por sus labios, era tan dulce.
Los jugos de la fruta cayeron por su bien formado cuello, sus delgados labios se tornaron rojos por la fricción que junto a aquella humedad, hacían una buena combinación.
Apenas había consumido la mitad de la fruta cuando en su vientre sintió una extraña sensación que lo hizo caer de rodillas. Su cuerpo temblaba y su aliento se agitó, con las pocas fuerzas que logro reunir, se levantó y corrió hacia el castillo.
-¡Mamaaaaaa! ¡Papaaaa!
Los gritos del joven Príncipe resonaron y el primero que acudió al llamado fue el Rey, su existencia cuántica le permitía estar en cualquier lugar, tan pronto como estuvo al alcancé, sujeto al joven Príncipe tambaleante.
Cabe aclarar que el príncipe era un elfo de 100 años, muy joven a comparacion de sus padres adoptivos , una vampira inmortal y un gato cuántico de quien sabe cuántos años.
-¡Papaaaaa! ¡Me siento mal! -rugio el delicado principe.
- Pero dime, ¿Que te ha pasado? ¿Que es lo que sientes? - El Rey tomo entre sus brazos a su hermoso hijo y lo examinó, esperando que el joven hablara.
-Y..yo...hoy ..un dragón....mhh ..me dió un durazno...y desp...después....
El rostro del rey se enfrió en un instante, miro con cierta incomodidad al joven.
-¿Lo comiste todo? -parecía contrariado, no sabía si explicar o preguntar más.
-Mira hijo, se que llevas poco tiempo en el reino, pero no deberías confiar en los dragones , al menos no tan fácilmente...bueno verás, en una ocasión tu madre y yo tuvimos un delicioso desayuno en el reino draconiano y....digamos que la carne que comimos fue digna de la realeza jajaja -la risa del rey parecía algo maliosa, pero continuo - bueno, después de eso, aquel lugar quedó sin rey...y no quedamos en muy buenos términos, en fin los frutos del reino draconiano son venenoso para la mayoría de especies, pero tú al ser un elfo oscuro que tiene una mejor metabolización ....al parecer a te afectó de otra manera.
La mirada del rey se dirigió hacia los pantalones del principe confirmando su sospecha, en efecto, los duraznos draconianos eran afrodisíacos para los elfos oscuros.
-¡Papa....duele! -el joven Príncipe que todo este tiempo habia estado retorciéndose entre los brazos del rey gimió sonoramente.
El rostro del Rey se ruborizó, era cierto que su corazón le pertenecía a su adorada Reina, pero el joven Príncipe era una belleza inusual y aunado su inocente y desinhibido comportamiento, cualquiera podría reaccionar de manera pecaminosa.
-Mira hijo, tu debes ...ya sabes, confortarte a ti mismo, por el momento no tenemos lacayos que puedan ayudarte y tu madre ni yo somos adecuados para tal tarea....
La mirada incómoda del rey evitó mirar el rostro lascivo del joven Príncipe.
-¡Padre! ¡Me siento muy mal! ¡No entiendo de que me hablas! ¡¡Me voy a morir!!
Las quejas del principe eran descontroladas , menos mal en el reino solo vivían ellos.
- Oh dios...bien tendre que mostrarte....¡ohhhh! ¡No! ¡No! Mejor vayamos con tu madre.

Las lecciones del principe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora