I've turned into a monster.

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"Una barra de cereal. Una que otra golosina para pasar la noche. ¿Es eso un condón? Bueno... siguiente pasillo. ¿Por qué no una cerveza?"

Mi mente trabajaba acorde mis movimientos, no era fácil vivir una vida independiente si no había nadie que me recordaba cuándo debía hacer las compras y cuando estaba a punto de quedarme sin nada. Lamentablemente quise aislarme y debo asumir las pocas responsabilidades que tengo.

El reloj marcaba las 00:45. El único lugar en el que podía abastecerme por lo menos hasta mañana era una gasolinera, que por cierto, buen aspecto no tenía, sentía que alguien me estaba vigilando y de seguro lo estaba haciendo, no solía sentir paranoia por nada, todo lo que llegaba a sentir tenía una buena explicación. Racionalismo. Sí, me definía a la perfección.


Lo cierto es —lo aseguro por sobre todo— que no se me da eso de sentir miedo, mucho menos paranoia. Estaba siendo vigilado e hice caso omiso, no me importaba porque de seguro era la típica chica atraída por el buen aspecto de un desconocido. Y eso no me causaba impresión, en toda mi vida eso no ha sido un tema para mí. En caso de no ser lo que creía, pues... no sé qué esperar, me encuentro en una gasolinera de mala muerte y lo que menos podría pensar es en sentirme a salvo. ¿Qué es estar a salvo? Después de todo.


Había terminado con la agonía que me produce estar alrededor de personas tan desagradables y mi paciencia se acaba más rápido que un fósforo recién encendido. Realmente me estaba aburriendo de ese jueguito absurdo, no entendía el por qué del juego previo, siempre fue más fácil ir al grano y terminar rápido. De un momento a otro, cansado de un comportamiento carente de racionalidad, giré.


—Si vas a pasarte la noche persiguiéndome sin siquiera tener una idea de a dónde voy, deberías pensártelo dos veces, podrías estar subestimando a tu presa.— Le hablé a la oscuridad. Tan callada. Si no tenías cuidado te podría absorber, el cazador espera con paciencia, un descuido y estás acabado, eso lo sabíamos ambos.


Un movimiento no inadvertido transcurrió durante un momento. Estaba ahí, quienquiera que fuera. —Me has pillado. Sin embargo, niño tonto, podrías ser el que está cometiendo el error.— Salió de entre las sombras, la mitad de su rostro estaba cubierto por la sombra que resaltaba de su gorra. 


Muy cobarde, pensé. —Déjame adivinar, ¿esto es un asalto?— Añadí con diversión. Me parecía una escena digna de mi humor, un tipo tratando de hacer el papel de malo, un pobre chico en las afueras de un estacionamiento vacío... ¡Que fatalidad! Las películas afectan la imaginación de estos sujetos. 


Dirigió la vista hacía su mano derecha, comprendí la indirecta como una señal de advertencia. Como ya lo había supuesto, sujetaba un cuchillo carnicero y estaba dispuesto a atacar si no accedía. —Vamos a hacerlo fácil. Me entregarás tu dinero, las llaves del auto e irás retrocediendo hasta que ya no te vea. Hazlo bien y no tendré que implicar mis juguetes en esto, ¿entendido?— 


Recargué mi espalda en mi vehículo y mantuve aquella sonrisa ladeada que me caracterizaba tanto e imité su tono de voz en mi primer comentario. —Vamos a hacerlo fácil, animal tonto. No te daré nada y es mi última palabra, si quieres conseguirlo ven a por ello.— Ya lo había dicho anteriormente, esos aires de grandeza acaban con mi mínimo de paciencia. Quería irme a casa, estaba cansado de juegos previos, si quería jugar a demostrar quién era dominante, estaba listo. 

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2015 ⏰

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Las memorias de Kai ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora