Dejame...

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Se hacía de noche, ya veía las estrellas aparecer en el horizonte, y la cara de la luna saludándonos y despidiéndose del Sol, es hermoso ver los anocheceres, es una de mis paciones. Cuando tenía 6 años solía sentarme con mi padre en el prado y me comenzaba a contarme como es la vida y lo dura que puede ser; y nos reíamos de nuestras tonterías; como mataría por recuperar eso, esos momentos de felicidad.

Decido ponerme los auriculares y poner el iPod con el volumen al máximo. Nadie me echaría de menos, cometí grandes errores que me podría arrepentir, pero no lo hago, y ahí es la pregunta que siempre me hago; seré una buena persona? Siempre me hago esa pregunta, no quiero herir a personas, pero sin darme cuenta lo hago y a la vez me lo hago a mí. Me encantaría desaparecer, ser un alma libre, hacer lo que me plazca; ya no le podría hacer daño a alguien, podrían vivir feliz sin mí, yo solamente era una molestia y una preocupación.

Ya se ha hecho de noche, el cielo ya es oscuro, las estrellas resplandecen, pero no tanto como la Luna, ella resplandece más que todas, destaca en el cielo y hace que los demás sueñen felices. Me levanto y camino sin rumbo, con esperanzas a poder perderme y no regresar, e intentar ser feliz, aunque no me lo merezca.







Hace fresco, y los arboles desprenden sus hojas y se van en dirección al viento. Busco un sitio donde poder pasar la noche; para poder continuar mañana descansada y con la mente fresca.

Veo un granero, decido entrar para ver si podre dormir. Esta todo a oscuras, veo mantas dobladas para los caballos; cojo un par y voy a la parte de arriba del granero. Me acomodo e intento relajarme y dormir, mañana será un día largo, cierro los ojos y todo se vuelve negro.

Oigo pasos de personas, ya ha amanecido; recojo todo y me voy antes de que se den cuenta de que he estado aquí. Bajo lentamente mientras ellos no miran; gracias a mi karma me caigo de las escaleras y me han visto... Reacciono rápido y salgo corriendo de ahí a toda velocidad, mientras ellos me persiguen hasta cierto tiempo; en cambio yo no paro de correr hasta el amanecer del sol, me comienzo a reír, una cosa que no lo hago desde hace siglos. Corro como nunca, entre los prados y los destellos del Sol, el cielo es de color amarillo con naranja, me rio a carcajadas, me sentía feliz. Paro de correr al ver unos caballos correr; sus cabellos parecen ser suaves como la brisa que les recorre entre su cuerpo y hace que sus cabellos ondulen como una llama de fuego. Corro tras ellos, no pienso en nada, solo en divertirme y en hacer tonterías.

Hay una barra de pilar debajo de un árbol enorme, me subo y comienzo a hacer equilibro y a bailar haciendo gimnasia rítmica. Me caigo haciendo una vuelta y no me quejo del dolor, únicamente me comienzo a reír. Veo una camioneta por el horizonte con unas cinco personas subidas, oigo sus risas. Se paran y bajan, vienen hacía aquí, supongo que habrán visto los caballos y me escondo arriba del árbol. Parecen ser de mi edad, no veo que tengan móviles ni nada, son tres chicos y dos chicas, están mimando a los caballos y les oigo hablar de que ha sido una gran idea fugarse e ir a perderse; eso me resultaba muy familiar. Me parecía buenas personas, así que comienzo a bajar del árbol, me acerco sutilmente y les saludo. El que estaba más cerca del árbol fue el primero en saludarme, de ahí siguieron los demás; hasta terminar por uno que me asusto por detrás, me llamaba princesa todo el rato; no me siento a gusto que me llamen así. Comenzamos a hablar y nos reímos mucho, me invitaron a viajar con ellos pero me negué. Quería seguir sola en mi nuevo camino, y averiguar quién soy, intentar ser mejor.

Ellos seguían insistiendo, y yo me seguía negando; al final se rindieron y se fueron, pero con una promesa; que me buscarían y que no me dejarían marchar otra vez.

Volví a estar sola y era medio día; tenía mucha hambre, no había comido desde ayer por la tarde, necesitaba buscar comida. Sigo caminando en dirección recta con esperanzas a poder encontrar una casa o personas para pedirles si tenían comida, pero no había nadie, estaba todo desolado, solo el trigo, el viento, el sol y yo. No sabía qué hora era para poder saber cuánto tiempo estaba caminando, ni me importaba, tenía todo el tiempo del mundo; si no me muero de hambre antes, claro está.

Mi desesperación por buscar de comer era cada vez más grande y me estaba comenzando a cabrear.

Gracias a dios encontré una casa y se veía que había gente. Voy, pico la puerta y me contesta una señora con una gran sonrisa en la cara, le sentaba tan bien, me saluda con amabilidad y también con un tono de preocupación al preguntarme que me ha pasado; no me di cuenta de mi aspecto, me vi en un espejo y vi que tenía mi cabello enredado y con paja y trigo, mi ropa sucio de tierra y un poco rota, y por ultimo con heridas. La señora decidió ayudarme en la comida y en la ropa mientras me quede, decidí quedarme hasta mañana por la mañana. Comenzamos a conocernos mejor, me dijo su nombre, era Verónica Smith, también me contó que su marido trabaja de agricultor y ella le ayudaba, aparte de mantener la casa en orden y de cuidar a sus cuatro hijos, dos se fueron a la gran ciudad y los otros dos se quedaron a ayudar a casa. Me enseño la casa y mi habitación temporal, era enorme, las paredes eran de color azul marino y con posters de Green Day y de Avril Lavigne; me recuerda a cuando mi hermana no paraba de escuchar sus canciones una y otra vez, nunca se cansaba, y me arrastró con ella; dejé de pensar en mi familia antes de soltar lágrimas, desde hace mucho tiempo no he vuelto a llorar, mi padre me enseñó a ser fuerte en los momentos difíciles.

Me comienza a rugir el estómago y le pido amablemente a Verónica si ha hecho la comida, porque me moría de hambre. Por suerte acababa de hacer la comida; me sirvió un plato con costillas, zanahorias y curri. Me lo acabe deprisa, y repetí y de postre me solamente tomé mucha agua. Al terminar, lavé los platos y dejé todo en orden; Verónica se quedó impresionada de la rapidez en que he comido y he dejado todo en orden, me dijo que se podía acostumbrar a mí hasta que incluso ya se había encariñado; mi plan de ser una buena chica estaba funcionando. Salí a dar un paseo por el granero y por el campo de hierba que había cerca del granero; el aire era tan fresco que te saca una sonrisa fácilmente; yo también me podría acostumbrar a esto, a la naturaleza, a estar relajada cada día, a poder hacer cualquier cosa sin que te digan nada.

Ya era de noche y decidí ir a dormir, para mañana despertarme relajada y tener energías, tenía un largo camino por delante de mí, y tenía que llegar a la meta.

Ha amanecido; comienzo a preparar las cosas para poder irme, Verónica me da provisiones para mi viaje; se alegrara mucho si no me muero por ahí. Me despido de ella con un gran abrazo e incluso unas cuantas lágrimas, me ha tratado como una hija suya.

Siempre consigue sorprenderme, y esta vez dándome un regalo; cuando lo trae me quede muy sorprendida, era un Skate, suponía que era de su hija, que ya no lo utiliza, era con dibujos de flores, se veía que lo utilizaba mucho, pero igualmente me encantaba. Me dio ropa, una mochila para viajar y sobretodo comida. Le di las gracias y que no hacía falta que se molestara, para ella no había problema. Al final me fui y hacía mucha calor; me puse mi mochila, y comencé a andar en el Skate. El viento chocaba contra mi cara y notaba su frescor por todo mi cuerpo; me encantaba esa sensación, y no quería dejar de sentirla.





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⏰ Última actualización: Jun 11, 2015 ⏰

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