¿Recuerdas tu niñez? ¿Cuántos amigos tenías? ¿Cuántas veces tus padres casados te felicitaban por lo increíble que eras? Todas estas preguntas son extrañas para mí. Crecí con mi madre en Mort, una enorme ciudad en Nole: un muy buen país. Deprimente, como todo este planeta, pero con muy buena educación, gastronomía, economía etcétera. Mi vida fue perfecta hasta un tiempo, cuando nos mudamos de Mort para Unkain, una ciudad igual de buena, dirán, o hasta mejor, pero con personas de mierda. Esta mudanza se dio al yo cumplir mis 10 años. Solo me trajo tres cosas buenas: más comida, nuevas costumbres, y música. Justo lo que nunca había pensado que pasaría, pasó: desde los 13 me volvería un drogadicto emo que sufre bullying todos los días sin falta, esté en la preparatoria o no. Yo soy Draven, y esta es mi historia.
Les insertaría una intro ahora mismo, pero eso no sería exactamente emo de mi parte, así que continuemos así. Voy a la preparatoria Cranger Dahlius en mi ciudad, donde no soy exactamente popular en el buen sentido: todos los bullies me conocen por dejarme hacer de todo, cualquier cosa, por el miedo a defenderme. No soy robusto, en realidad soy bastante delgado, algo alto, de tez pálida, ojos morados, como comúnmente en mi tierra, y pelo negro con rayos morados en mi fleco por las bastantes crisis que sufro seguido. Tengo Borderline, y toc. No he continuado tomando la medicación para esto desde que los bullies la desaparecieron y desde que la misma me causó bastante problemas de salud hasta el punto de sufrir desmayos. Vivo en una casa de dos pisos en una tranquila calle cerca del centro comercial y muchos bares, donde normalmente paso el tiempo solo. Hoy, no sería la excepción. Fui a la preparatoria como de costumbre, soporté a los idiotas, y luego de cambiarme en casa fui a mi bar favorito: Cogtern Bar. Es algo así como una cueva cuando entras, pero es genial. Allí se unen los emos a tomar Monster, Mike's y Four Loko. Mi favorita es la Mike's, junto a otras bebidas. Hoy estuve limpio con respecto a drogas, todo fue de maravilla a como es normalmente, y el día estaba bastante tranquilo. No sabía que podía relajarme tanto, y ese fue mi error: los bullies llegaron al bar buscándome. Los pude ver cuando estaba en la barra, y salí corriendo por el baño. Me encerré en uno de los sanitarios agitado esperando a que no entraran, hasta que escuché sonar la puerta.
"¿Dónde estás, mariquita?" Bromeaba Aleksei, el fortachón que más me molestaba mientras los otros dos que lo acompañaban reían... ¿O tres?
Tenía mi mano en mi boca aguantando mi pánico y ganas de vomitar mientras los escuchaba entrar a los sanitarios. Cuando todos estaban a punto de llegar al mío me escabullí por una ventana lo más rápido que pude y corrí hacia un bosque cerca escuchando sus gritos y pasos detrás mío.
"¡Vuelve aquí, idiota!" Gritaba Aleksei junto a Feranna mientras más se acercaban. Cuando menos lo esperé, el tercer bully, Heram, se posó enfrente mío tirándome al suelo.
Me quedé mirándolo mientras sentía un hormigueo por todo mi cuerpo y un enorme dolor en mi cabeza, y pude distinguir al chico nuevo: cabello algo rubio con mi mismo fleco, ojos rosas y poca barba. Él solo me miraba mientras los otros reían.
"¿Creíste que escaparías así de fácil, haktu? Pues no." Habló Heram mientras los otros reían. "Ésta, Draven, será la peor paliza que tendrás, por lo menos en esta semana."
"Por lo menos recordaste mi nombre, Heram, ¿Tanto me piensas?" Bromeé aún tirado en el suelo, y él empezó a darme patadas junto a Aleksei mientras Feranna animaba al nuevo a golpearme, pero éste permanecía quieto.
"Maldito emo de mierda, eres basura." Insultaba Aleksei mientras golpeaba mi cabeza.Justo cuando ya no podía moverme y estaba aturdido, ellos se fueron dejándome en el suelo hecho una total mierda, no podía ni levantarme. Me quedé en el suelo hasta que pude distinguir a alguien corriendo hacia mí. Esperaba otra paliza, pero no lo fue. Era una chica, quien estaba agitada, al parecer venía del bar.
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Lirdak Love.
RomanceCorrí hacia la puerta después de escuchar sus palabras y procesarlo todo: mi cabeza dolía, al igual que mi cuello, y toqué la manija. Justo en ese momento él tomó mi mano fuertemente y me miró lamentándose. "Draven, no lo hagas, por favor." Suplicó...