XXIX

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Esperé para ver si había una pizca de broma, pero las expresiones de Minji seguían siendo las mismas. Ella no se estaba riendo; de hecho su rostro permaneció estoico.

Con mucha gente, fácilmente podía entender lo que estaban pensando, pero con Minji siempre encontraba una pared de ladrillos.

Solo podía ver lo que ella decidía enseñarme.

- No puedo decidir si es una broma o no - dije.

- No estoy de humor para bromas últimamente.
Hasta ahora te he dicho la verdad -

- Me estás diciendo que mataste a tres personas y que disfrutaste haciéndolo - Esperé, mi sangre se estaba convirtiendo en hielo.

Pasaron unos segundos, todavía me miraba fijamente.

Me aparté y comencé a levantarme de la cama cuando Minji me cogió de la mano y me atrajo hacia sus brazos. Mi frente se frotó contra su pecho. Su otra mano entró en mi cabello; su boca estaba en mi cuello.

- Para -

Puse mis palmas contra su pecho, pero ella era más fuerte y ni siquiera se movió.

- ¡Deia de tocarme! -

Sabía que si Minji decidiera que quería matarme, sería un pedazo de pastel. Un golpe sería suficiente para silenciarme por siempre.

Con una voz sedosa y desesperada, dijo - Shhhh... No tengas miedo de mí, amor. Nunca te haría daño, créeme - Con ternura, apartó una lágrima de mi mejilla con su pulgar. - Te amo.
Me mataría antes de dejar que te pase algo -

- ¡No quiero estar con una asesina! -

- Dices eso ahora, pero no puedes negar esta atracción entre nosotras. Sé honesta conmigo nini, ¿te importaría incluso si hubiera matado a muchas personas sin piedad? Si te dijera que no he matado tres, sino la docena de la que me acusan, ¿dejarías de amarme? -

No respondí.

Un sollozo estaba a punto de salir de mi garganta porque sabía que Minji era mi debilidad.

Susurró algo dulcemente en mis oídos y trató de calmarme. Sentí el deslizamiento de su húmeda lengua contra mi clavícula, y luego jaló mis labios hacia los suyos en un beso desesperado y duro.

Gemí y traté de alejarme, pero su agarre sobre mí era sólido. Además de ser una maestra manipuladora, también era excelente seductora.

No me traté de apartarla, en vez de eso pensé joder y me relajé. Mis brazos rodearon su espalda mientras la mantenía en su lugar, besándola con la misma cantidad de feroz anhelo.

La idea de perderla para siempre me dolió.

Se retiró un poco, nuestras frentes tocándose. - Lo que sea que te diga, prométeme que no me dejarás, nini - susurró.

- No puedo prometerte nada hasta que te expliques. Y no respondiste mi pregunta - Sus ojos se suavizaron.

- ¿Por qué mataste a esa gente, Min? yo pregunté. - No importa cuánto trates de retratarte como la mala, sé que no matarías a nadie solo porque disfrutas matar -

- ¿Quieres escuchar el resto de la historia? -

Le di un asentimiento.

Minji miró el reloj que colgaba contra la pared.

Eran las tres de la mañana.

- ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que Beomgyu regrese a casa? -

- Tenemos mucho tiempo. No estará aquí hasta las diez de la mañana -

Mental Asylum - Bbangsaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora