Buenos Aires contigo y sin ti

El sonido rítmico de las ruedas del tren sobre los rieles se convirtió en la banda sonora de mi travesía hacia lo desconocido. Con mi maleta a mi lado y un corazón lleno de expectativas, me encontraba en un vagón que se deslizaba por la vastedad del paisaje, llevándome hacia la ciudad de mis sueños.

El tren, un microcosmos en movimiento, albergaba a viajeros de distintas procedencias y destinos. El vaivén constante creaba una sensación hipnótica, como si estuviera flotando en un sueño en el que cada parada se convertiría en un nuevo capítulo de mi vida.

A través de la ventana, los campos y pueblos se sucedían, despidiéndome de lo familiar y dándome la bienvenida a lo inexplorado. El sol poniente teñía el cielo de tonos cálidos, proyectando sombras fugaces en mi compartimiento. Mientras observaba el cambio de paisaje, sentí que cada kilómetro recorrido era un paso más hacia mi destino, hacia la ciudad que había habitado en mis pensamientos durante tanto tiempo.

Mis posesiones, cuidadosamente guardadas en la maleta, eran testigos silenciosos de la transición que estaba experimentando. Cada objeto, desde la ropa hasta los recuerdos más preciados, era un vínculo entre mi pasado y el futuro que se desarrollaría en la ciudad que me esperaba con los brazos abiertos.

Dentro del tren, la atmósfera era una mezcla de anticipación y nostalgia. La charla suave de los pasajeros, el tintineo de cubiertos en el vagón comedor y el suave traqueteo del tren creaban un ambiente acogedor. Me sumergí en la lectura de un libro que había estado esperando para disfrutar durante este viaje, dejando que las palabras me llevaran a mundos lejanos mientras el paisaje cambiaba fuera de la ventana.

En medio de la travesía, me di cuenta de que este viaje no solo representaba un cambio de ubicación física, sino también una oportunidad para dejar atrás las limitaciones autoimpuestas y abrazar las posibilidades ilimitadas que se avecinaban. En cada parada, el tren me acercaba más a la ciudad de mis sueños, donde mi historia se entrelazaría con las calles desconocidas y los encuentros inesperados.

Villa Crespo 7 de enero

El tren llegó al destino y Ann sintió una emoción y el nerviosismo mezclados mientras bajaba las escaleras. Había estado hablando con Theo durante días, una conexión que no podía explicar pero que la intrigaba profundamente. Ahora, se encontraba en la ciudad de Theo, a punto de embarcarse en un viaje hasta su casa, donde finalmente se conocerían en persona.

Mientras esperaba el uber, la mente de Ann estaba llena de preguntas e inseguridades. Habían compartido risas, secretos y sueños a través de las pantallas, pero ahora, enfrentarse a la realidad le generaba una ansiedad abrumadora. ¿Qué pasaría cuando se conocieran cara a cara? ¿La conexión que sentían sería tan fuerte en persona como lo era a través de las palabras?

El viaje hasta la casa de Theo fue como un trayecto entre la expectativa y el temor. La ciudad que veía por la ventanilla era un trasfondo de posibilidades y, al mismo tiempo, un reflejo de sus miedos. La duda se apoderaba de ella mientras se acercaba al destino final.

07:45

Finalmente el uber se detuvo en la puerta de la casa de Theo. El corazón le latía con fuerza, preguntándose si este encuentro sería tan mágico como lo había imaginado o si simplemente sería una ilusión construida a través de mensajes y llamadas.

Ann respiró profundamente antes de bajar del uber y se apresuró para pagarle al chofer.

Cuando alzó la mirada ya se encontraba Theo parado afuera. Llevaba un buzo azul que resaltaba entre la multitud, y su pelo tenía mechitas rubias que brillaban bajo la luz del sol de la mañana. Ann se detuvo por un momento, observándolo con asombro.

En ese instante, una corriente eléctrica pareció pasar por ella. Sus ojos se encontraron con los de Theo, y fue como si el tiempo se detuviera por un momento. No pudo evitar sonreír, sintiendo una conexión más fuerte de lo que había imaginado.
Ann se acercó tímidamente, sintiendo la excitación y los nervios bailando en su estómago. Mientras se saludaban, la conexión que habían sentido a través de las palabras se intensificó en el espacio físico.

Ann dejó escapar un suspiro de asombro al observar la decoración de la casa de Theo. Mientras caminaba por la habitación, tocaba suavemente los objetos que encontraba, absorbiendo cada detalle como si estuviera descubriendo un mundo nuevo. Theo la observaba con una sonrisa, viendo su casa transformarse en un lugar diferente a través de los ojos frescos de Ann.

Finalmente, Ann dejó sus maletas en el suelo, simbolizando su decisión de quedarse. Theo, incapaz de contener la emoción, la tomó suavemente de las manos. Sin decir una palabra, sus ojos transmitieron historias, secretos compartidos y la promesa de un viaje conjunto.

Sin previo aviso, Ann se lanzó a los brazos de Theo, y en ese abrazo, dos mundos colisionaron. Fue un abrazo que trascendió las palabras, comunicando más que cualquier discurso verbal. En ese momento mágico, sus labios se encontraron en un beso lleno de emociones acumuladas, marcando el inicio de una nueva etapa en sus vidas.
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08:50

Ann dejó escapar un bostezo, revelando la fatiga acumulada por el largo viaje. Sus ojos reflejaban gratitud y un rastro de agotamiento, mientras Theo, que había estado esperándola con anticipación, notaba cada gesto y estaba igual de cansado que ella.

Theo: (sonríe) Parece que estás agotada, Ann.

Ann: (asiente) Sí, ha sido un día largo. Pero estoy feliz de estar con vos.

Theo se puso de pie y, con gentileza, tomó la mano de Ann, guiándola hacia la habitación.

Theo: (mientras se acomodan en la cama) Podemos descansar ahora y luego irnos a pasear.

Ann se acurrucó en los brazos de Theo, sintiendo la seguridad que sus abrazos proporcionaban. La cercanía era reconfortante, y mientras Theo acariciaba suavemente su cabello, Ann se relajó poco a poco. La fatiga cedía lentamente ante la comodidad de la cama y la presencia reconfortante de aquel a quien apenas conocía, pero que ya sentía como una parte especial de su vida.

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16:20