♡ |Parte Única

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[Daehwa]

Se suponía que debía llegar hace más de veinte minutos, pero el tráfico era simplemente caótico. Tuve que bajarme del coche y correr para llegar al edificio, sacrificando el peinado en mi cabello a los hombros y mi maquillaje ligero. Mi raro semi-recogido en el cabello resultó algo caído, y era complicado tratar de arreglarlo mientras estaba agitado; más bien, era imposible.

Corrí escaleras arriba una vez entré, maldiciendo al ascensor que se había averiado justo al verme. Quité los pequeños cabellos adheridos a mi frente por culpa del sudor, y abrí la puerta del estudio de golpe.

—¡Lo siento muchísimo, señor Choi!—medio grité, por fin sintiendo el aire volver a mis pulmones. Él parpadeó, sorprendido, volviendo a dejar su bolso sobre una esquina del cuarto.

¿Pensaba irse?

—¿Estás bien, Daehwa?—preguntó, completamente preocupado mientras se acercaba.

Asentí, respirando con fuerza.

—Sí... Yo sólo... Necesito tomar aire.

Me guió hasta sentarme en el piso, cerrando la puerta e hincándose frente a mí. Me hizo mirarlo para que lo imitase, inhalando y exhalando con calma.

—¿Desde hace cuánto estás corriendo? Y no te atrevas a mentirme, ¿de acuerdo?

Respiré una última vez y asentí, ahora sintiendo mi corazón un poco menos acelerado.

—Desde que dieron las cinco en punto. El taxi iba a demorar horas si no me bajaba de allí, así que le pagué y corri.

—¿Llevas casi cuarenta minutos corriendo?—me miró, consternado. Buscó una botella con agua y me la ofreció, poniendo una expresión desesperada—. Eso es peligroso, ¿sabes que si tu cuerpo no hubiese resistido, no podrías levantarte durante algunas horas? —gruñó, frunciendo el ceño—. No lo hagas más, Daehwa. Te daré todos mis números y cuentas para que no te quedes sin opciones de avisarme. La próxima vez te esperaré todo lo que sea, pero no te arriesgues a sufrir algún accidente.

—No tenía cómo avisar, hyung, y no te preocupes, yo...—deje de hablar cuando sus dedos pasaron un mechón de cabello tras de mi oreja. Usualmente no teníamos contacto físico, porque no era ético bajo ninguna circunstancia. Pero ahora parecía tan involuntario de su parte, que omití cualquier comentario al respecto y proseguí. No es como si me molestase que me tocase, de todos modos. Había esperado su momento de confianza desde que me dio la primera clase hace casi un año—. Supongo que tengo muchísima resistencia.

—Así parece—me sonrió con calidez, haciéndome saber que no estaba enojado por hacerlo esperar—. Bebe un poco de agua, necesitas hidratarte.

—No creo que...—su mirada severa me obligó a obedecerle, por lo que asentí—. Está bien, pero no me mires así...

Posé mis labios en la boquilla de la botella y me la tragué casi completa, sin siquiera respirar.

—¡Daehwa!—me retó, quitándome la botella. Rei ligeramente, tomándola de vuelta—. No tienes que hacer eso, tienes que beber con pausa.

—Lo siento...—me disculpé, haciendo un suave gesto con la cabeza. Él aceptó, sentándose a mi lado, aunque manteniendo una distancia considerable. Lo miré por el gran espejo que teníamos en frente, encontrándome con sus ojos—. ¿Hyung...?—pregunté, un tanto tímido.

—¿Sí? —se volteó a verme, prestándome más atención de la necesaria.

Debía admitir que él era el primer entrenador que me daba ese tipo de trato tan dulce, y lo apreciaba como no se imaginaba. Durante años solía toparme con entrenadores que se rendían conmigo o me respondían como si yo fuese un inútil; me alzaban la voz y me bufaban cada vez que preguntaba, hablaba o me equivocaba en algún paso. Sabía que yo les causaba el colapso, pero Yeonjun nunca me demostró eso. Él era excesivamente respetuoso conmigo, y siempre trataba de darme consejos para mejorar. Asimismo, en contadas ocasiones me había traído bocadillos cuando supo que a veces no alcanzaba a desayunar. Recordaba que los entrenadores anteriores me prohibían comer, pero él igualmente me daba todo lo que tuviese.

You Got The Rhythm | Yeonjun & Male Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora