C A P I T U L O • 3

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Tan pronto el matrimonio Laurent se quedó con su ahora hijo, salió casi qué corriendo a la plaza, para su suerte pasaba un cochero en esos momentos, no pensaba en nada más que corroborar si el cuerpo de aquella dama que fue colgada era el de Ixchel, solo para encontrarse con la crueldad de la realidad en la que ahora vivía, esa mujer que acusaban de brujería era su querida amiga…en verdad así era…sus hermosos ojos avellana ahora yacen opacos, el collar que le había regalado junto a un brazalete no estaban, se los habían arrebatado y una muestra clara de ello eran las heridas que tenía en su clavícula y muñeca.

—Pardon….pardon…Je suis désolé

Lágrimas empapaban sus mejillas, había bajado con máximo cuidado a la joven, su mirada recorría la zona del cuello lastimada por la soga sin saber qué más hacer abrazaba el cuerpo de la joven, era más delgado de lo que recordaba, el ligero blusón de algodón aún colocado en ese fino cuerpo tenía manchas carmín, deslizando un poco la prenda de su cuello a la espalda noto las heridas qué causaron ese color ahora marrón en la prenda. La luna en su punto más alto era la única testigo en su dolor, las lágrimas seguían corriendo por su rostro ahora, eran como pequeños diamantes cayendo al vacío.

—Sacrés bâtards

Cargo con elfrío cuerpo de la joven, cerró sus ojos y la llevó consigo cubierta por su capa hasta qué un carruaje negro se detuvo a su lado, su cuerpo se preparó para cualquier enfrentamiento pero la voz lo descolocó por completo.

—Tenías qué venir por ella —era claro el disgusto pero también la comprensión en su interlocutor, además ¿Cómo contradecir algo a esa mirada? —Sube muchacho, mi señora se llevó al bebé a nuestra casa, daremos una sepultará a esta chica

¿Sorprendido? Era poco decir que lo estaba pero agradeció no pasarlo solo está vez, elseñor Máxime siempre demostraba tranquilidad, sus ojos turquesa eran un estanque profundo de enigma, pese a los años y ser el primer y único amor de ambos había algo qué envidiaba de eso y era el brillo en sus ojos, aquellas ventanas del alma qué poseían ambos, ellos mostraban un brillo en particular al verse y sentirse cerca, su amor perduró años y continuaban juntos. Madame Leilesa era agraciada y todo aquel que la conoció de joven aclama lo mismo, era una mujer extremadamente hermosa, de ojos verde cómo el mismísimo Jade, una piel blanca cómo la nieve y un cabello dorado ahora completamente grisáceo platinado, su complexión jamás cambió fina y curveada dónde debería estar, los vestidos pomposos y de excelente calidad qué confeccionaba eran la sensación en las damas, siempre destacó por ello en cuanto a Monsieur Máxime su complexión había cambiado un poco, su masa muscular era menor a su juventud pero su piel pálida y una altura de 1.88 metros, con excelente gusto por la fina ropa, modales y culto junto a su posición era un diamante en bruto a la grandeza sin embargo la misma historia con un final exquisito a su vista, dejó de lado todo lo qué pudo para ser realmente feliz, difícilmente en la época.

Ninguno dijo más al estar dentro del carruaje, el menor se negaba a soltar el cuerpo fallecido, parecían cometer un crimen 2 hombres con un cuerpo carente de vida cubierto por una simple tela fina no era común de ver en medio de la noche, parecía qué al menor le faltaba vida su piel de color durazno ahora era pálida, sus labios quebrados, ojeras debajo de sus ojos, la estadía en la funeraria ambos mayores veían con pena al chico, un sabor amargó se instalo al separar a lo qué asumió ser una pareja burlada por la muerte, llevar a la morgue a la chica y darle un entierro digno, más humano es lo qué era y no simplemente la fría tierra se la tragara,  enterrarla junto a sus padres parecía una falta para los demás pero no para él, lloró todo en silencio apretando sus dientes lo más qué podía para no hacer alguna locura.

Estaba sorprendido por cómo un hombre que se dedicaba al sastre movió tan rápido las cosas para hacer que sepultarán cómo una persona cuando eso era en realidad todo rápido y efectivo, digno de admirar.

cœur blesséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora