"En un mundo en el que cada que tu alma
gemela se lastima, flores aparecen en tu cuerpo.
O cinco veces donde Draco tiene el alma gemela más
descuidada del mundo. Y una en la que él lo es."
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" Hace miles de años atrás la luna se enamoró de un humano. Lo vio crecer, aprender y caer durante años, anhelando desde lo alto del cielo nocturno. A veces escondida en la luminosidad del sol.
Cómo la Diosa que era, no tenía permitido bajar al mundo terrenal. Mucho menos por un humano, la sola idea de una Diosa acercándose a un humano, una criatura no mágica, era escandalosa. Era prohibido.
Pero eso no la iba a detener de demostrarle su amor por él, no iba a evitar que se comunicará con el hombre.
Durante cien noches creo cien flores distintas, solo para él, para su amado. Cada una guardaba un significado profundo y distinto, pero era poco probable que un simple mortal supiera entenderlo.
Eso estaba bien, igualmente, las sonrisas del hombre eran suficientes.
Noche tras noche, fue llenando la colina donde hacía la humilde choza del hombre, esforzándose para que sus creaciones se volvieran cada día más hermosas.
El Dios Sol veía todo desde su imperturbable trono en lo más alto de los cielos, como la Diosa Luna cada vez bajaba más cerca de la tierra. Y, curioso, mandó a las estrellas a investigar qué estaba pasando.
Las estrellas se convirtieron en luciérnagas, y llegaron a la colina del hombre, dónde las flores crecían fuertes y hermosas. El humano estaba sentado en medio, hablándole a la luna y el astro brillante se hacía cada vez más grande, como si se acercara.
Los bichitos de luz, asustados, volvieron con su Dios, contándole lo acontecido y el Dios Sol, sabiendo el anhelo de la Luna, decidió darle un pequeño capricho.
Apresuró un eclipse para empujar a la Diosa a la tierra, mientras él mismo cuidaba los cielos.
La Luna, extasiada, corrió en busca de su amado. Subió la colina repleta de flores. Y, por primera vez, pudo hacer en los brazos de su amado.
