¿Esto? es todo

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Hace poco Navier había llegado al Imperio Occidental después de haber huido como si de una fugitiva se tratase, estaba cansada de toda la carga mental y física que había estado cargando en este último año, este nuevo inicio parecía ser prometedor. Fue recibida por los sirvientes y las personas del palacio en general, no fue la bienvenida más agradable debido a lo inusual que fue el modo en que llegó, pero a ella poco le importaba eso en este momento, lo único que deseaba era dormir o por lo menos despejar su mente, luego de las presentaciones fue llevada a su habitación donde pudo al fin hacer lo que tanto había deseado: Descansar. O al menos fue así hasta que escuchó como alguien tocaba de forma insistente la puerta, haciendo así que su momento de paz fuera perturbado.

¿Quién es? —Preguntó Navier intentando sonar tranquila pero era un poco notable el cansancio e irritación en su timbre de voz.

Mi reina, supe que te gusta la magia, por lo que preparé una sorpresa con un par de magos para darte la bienvenida, estoy seguro que te divertirás —La voz de Henley como de costumbre era amistosa, incluso le había preparado una bienvenida, esta situación hizo sentir culpa a Navier por el modo en que le había hablando.

Saldré en un segundo —Navier se preparó lo mejor posible, no tenía a sus damas junto a ella en este momento, por lo que procuró apresurarse, los minutos pasaron, cuando al fin la perilla de la puerta giró, los ojos de Henley se iluminaron en cuanto la vió, no dudó en tomar su mano y llevarla al salón principal, nada podría salir mal, al menos no el día de hoy.

En el salón había una pequeña reunión, la música sonaba, los postres estaban por montones repartidos en varias mesas, los invitados comían, reían, algunos otros más románticos bailaban pero podía verse que todos se divertían, todos parecían estar disfrutando el ambiente, cuando se anunció la entrada de sus emperadores se detuvo todo hasta que mostraron su respeto por medio de reverencias, luego de unos minutos el ambiente volvió a ser ameno. Tras algunas horas de convivencia, al fin había llegado el espectáculo principal: Los trucos de los magos, si bien estos eran generalmente guerreros, había algunos de ellos que por una buena suma de dinero no dudarían en brindar sus servicios para dar shows, cuando comenzaron a hacer algunos trucos el público los miraba con asombro y entusiasmo, incluso Navier que solía mantener una expresión imperturbable ahora miraba con cierta sorpresa, los trucos siguieron por algunas horas más, hasta que llegado el momento tenían que terminar el show, claro, no sin antes dar una despedida brillante... o al menos eso debía ser, pero algo pareció salir mal y hubo una pequeña pero ensordecedora explosión, lo último que Navier pudo ver fue a un asustado Henley que la cargaba en brazos, invitados que miraban en shock, magos que estaban aterrorizados, luego de eso no hubo más que silencio.

¿Dónde estoy? —Preguntó Navier viendo que estaba en un pasillo del palacio, aún estaba aturdida por lo que había pasado, así que se decidió a caminar, no había madre, todo se veía igual, o al menos pensó eso hasta que se animó a ver las pinturas que decoraban las paredes, todas parecían ser de ella, había pinturas de cuando comió galletas con Sovieshu, la primera vez que conoció a Rashta, la vez que Kauffman tomó la poción de amor, su visita a Evalie, hubo más que no miró a detalle, pero todas eran pequeñas y decoraban la pared en orden cronológico, en el centro había pinturas más grandes que retrataban su divorcio, la boda con Henley, incluso había una de ella embarazada, eso fue algo que la sorprendió tanto que la hizo dar un mal paso tropezando en seco, sin poder nisiquiera amortiguar la caída con sus manos, incluso si los cuadros eran de lo mismo repitiéndose una y otra vez había cosas que variaban en la apariencia de quienes aparecían en ellos.

Es imposible, ¿Qué es esto? —Su voz expresaba todas las emociones que le cruzaban por la mente en este momento sin siquiera ponerse a pensar en la imagen de emperatriz que debía preservar, el miedo, la confusión, el estrés, la frustración, todo se mezclaba en ella, no entendía lo que estaba pasando, el porqué estaba ahí o la razón de que hubiera ilustraciones de momentos de su vida una y otra vez.

¿Esto? Lo es todo —La voz masculina era gruesa, fuerte y parecía demostrar algo de tristeza, de la oscuridad al final del pasillo había salido un hombre, su cabello rubio platinado, sus ojos violetas y su traje azul marino eran inconfundibles: era Henley. Aunque había algo distinto en él, no tenía esa mirada inocente ni la sonrisa brillante que tenía la mayor parte del tiempo, su rostro se veía pálido y sus ojos estaban marcados por unas oscuras ojeras de cansancio, Navier no parecía entender pero podía escuchar a su mente decirle "no confíes, puede ser peligroso".—

Esto que ves aquí es lo que define nuestro destino... nuestra historia, es aquello que mantiene el curso del tiempo intacto y nos hace ser lo que somos. —Prosiguió ese Henley mientras miraba los cuadros y con la yema de sus dedos acariciaba uno en específico, aquel donde estaba frente al altar junto a Navier, ambos con una alegre sonrisa de felicidad, él estaba tan absorto en sus pensamientos que no parecía percatarse de que ella lo miraba con confusión, no entendía nada de lo que estaba pasando.

¿Eso que significa? ¿Por qué estoy aquí? Yo debería estar en la fiesta que hizo Henley para mí —La voz de Navier a este punto ya era de el estado de desesperación más puro posible, a ella no le importaba nisiquiera averiguar a que se refería cuando le daba aquellas explicaciones, ni parecía dispuesta a aceptarlo como a un Henley... específicamente como "Su" Henley, si esto era una broma quería que terminara y si era un sueño que acabara, no estaba dispuesta a soportar estar en ese lugar ni un momento más, se sentía en peligro, la persona frente a ella le infundía un profundo terror, no sabía porque pero sospechaba que él era la razón de que ella estuviese en esa situación.

Significa que son cosas que pasarán una y otra vez sin importar cuanto intentes cambiarlo —Dijo el extraño rubio mirándola con sus profundos ojos violetas, parecía decirle "no más preguntas" con solo su modo de verla, algo en el parecía no ir bien, pero poco a poco su actitud amenazante se iba volviendo apacible.—

Bueno, ahora que ambos estamos más tranquilos déjame presentarme, mi nombre es Henley Alles Lazlo, aunque probablemente creas que estoy loco tengo que decírtelo, pertenezco a un mundo distinto, yo vengo del universo 4... y soy la razón de que estés aquí. —Su mirada estaba clavada en Navier, aún si él tenía un aura oscura sus ojos parecían brillar de forma tenue cuando la miraba, aunque, también sin darse cuenta había confirmado las sospechas que ella tenía sobre él, las preguntas seguían llegando, pero Navier solo se limitó a verlo en silencio, sin saber que esperar o que pasaría en su futuro estando en ese sitio.—

El Hilo De Los ReflejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora