LUAR

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Su ausencia era

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Su ausencia era...

Corrosiva.

No podía pararme de la cama, respirar era como inhalar gas que quemaba mi garganta. No había comido nada más que un tarro de ramen.
Sabía que él me hubiera regañado y eso solo me hacía más miserable.
Solo trataba de dormir para que el tiempo pasara más rápido, o que su presencia apareciera en mis sueños.

Cerraba los ojos con la esperanza de poder dormir o solo no pensar mucho.

Solo había alcanzado a cerrar los ojos una vez antes de sentir la voz de Jimin llamando desde la cocina.

Cerré los ojos de nuevo, acomodándome mejor en el sillón, esperando a que entrara a la habitación.

-¿Qué escribes?-pregunta Jimin mientras se acerca con dos tazas de café.

-Sobré ti-no mentía, lo estaba haciendo, pero su cara mientras se sentaba en mi regazo dándome el café me muestra que no me creía.-¡De verdad!-dije con falsa indignación-Eres lo más bonito que tengo para contar.

-¿Y lo más feo?-pregunta con destreza-¿Qué es lo más feo que tienes para escribir?

-Un sueño.

-¿Un sueño?-su cara se deformó por la duda.

-Sí.-suspiré, apartando la mirada mientras repasaba lo que había escrito-Un recuerdo de un día dieciséis, yendo contigo y tu hermosa sonrisa por la autopista, rumbo a nuestra casa, con cajas de sushi.
Esperando llegar para ver una película.
Tú acompañabas el camino con tu hermosa voz, mientras yo solo podía sumergirme en ella.

-¿Y eso es feo?-me decía Jimin mientras me acariciaba el rostro obligándome a encararlo, alcanzando a ver su sonrisa tranquila-Yo lo imagino muy romántico.

Bajo la mirada otra vez a la hoja que ahora está manchada de sangre.

La ignoro y sigo leyendo-De pronto un resplandor, un chirrido, un grito y...-paré al no encontrar mi voz, tratando de hablar de nuevo.

No podía.

De pronto, sentí algo mojado en mi pantalón, así que bajé la mirada.

Estaba lleno de sangre.

Después, un golpe en mi hombro.

Volví la mirada a Jimin, viéndolo recostado en mi hombro. Traté de moverlo pero era demasiado pesado, al tratar de empujarlo fui arrastrado, cayendo encima de él.

El dolor haciéndome caer en la realidad.

La realidad de tener a Jimin encima de mi con un tubo perforando su pecho. El mismo tubo que perforaba mi hombro.

Empecé a temblar.

Temblaba por...

Por todo.

Quería quitar a Jimin de encima, quería ayudarlo, ayudarme, necesitaba ayuda, pero de mí no salían más que gemidos.

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