—Solo tu, quiero que seas solo tu. Mi locura, mi tranquilidad y mi delirio. Quiero estar contigo siempre, contigo, amor...
Besa mis labios de la manera más suave que me han besado, siento todo el amor que transmite su beso. La intensidad sube cuando le correspondí al beso de manera voraz, nunca me cansaría de esos carnosos labios, tan suaves como la seda y tan adictivos como el alcohol para un alcohólico.
Él era mi adicción, mi salvador, mi vida entera. Él hermoso pelirrojo que tenía a escasos centímetros de mi, era la única persona en todo el mundo que me hacía sentir una paz indescriptible. Él, mi hermoso hombre de ojos grises que hacía que olvidará todo mi pasado y quisiera vivir el futuro a su lado.
Desde que lo conocí sentí ese revoltijo en el estómago y no eran náuseas. Quedé maravillada con su belleza, que lo único que se me ocurrió fue sonreírle. En ese momento yo ya tenía a alguien a mi lado, que con ayuda de mi pelirrojo me di cuenta que no era el correcto.
Brad llegó a mi vida para cambiarla, para quedarse y aunque su padre me odie, lo único que me importa es que él me ame tanto como yo a él.
Sus manos empezaron a acariciar mis muslos, mis manos se enredaron en su cuello. Sentí un escalofrío recorre mi espalda cuando sus manos ascendieron por ella. Enrosque mis piernas en su cintura, la dureza de su miembro choco con mi entrepierna mojando mis bragas al instante.
Sus pies se empezaron a mover por la sala en dirección a nuestra habitación. Si, nuestra. O al menos para mí, cada habitación donde hacíamos el amor era nuestra, porque tenía nuestra huella, nuestra marca de amor.
Subió las escaleras sin soltar mis labios, miestras yo balanceaba mis caderas contra su dureza, pequeños gemidos ahogados por mis labios salían de él cada que mis pliegues mojados rozaban con su pantalón.
Llegamos a la habitación de la cabaña que el había comprado solo para nosotros dos, dónde su padre no pudiera molestarme, dónde sus hombres no aparecieran de la nada llamándolo.
Me recostó en la cama distendida que teníamos, su cuerpo se acomodó encima de mi, cuidando de no aplastar mi cuerpo con su peso.
Empezó a quitar mi bata de dormir rozando la llema de sus dedos con mi piel desnuda, que al ser tocada se erizaba. Sus labios abandonaron mis hinchados labios para recorrer mi piel, empezando por mi clavícula, seguido por mi cuello, llegando al valle de mis senos, seguido para llegar a mi...
<<Ring... Ring... Ring...>>
Brad soltó un gruñido de fastidio, aunque en la cabaña no ubiera personas molestando, si había teléfonos que lo hacían.
Solo necesite de estirar mi brazo para alcanzar mi móvil. El nombre de Lara encabezaba la pantalla de mi teléfono.
—Es Lara, debo contestar— dije con pesar. Odiaba que me interrumpieran en estos momentos, pero no podía hacer nada cuando de trabajo se trataba.
—Tan temprano ya me está jodiendo mi mañanero.— suspiró— supongo que deberías contratar a alguien menos imprudente.
Rodé los ojos, la relación entre mi asistente y mi novio, no era la mejor, se la pasaban peleando. Lara tenía un maldito hábito de llamar siempre que estábamos juntos.
—Voy a responder, ahora vuelvo— quise levantarme, pero su fornido cuerpo no me lo permitió.
—Y dejarme así— señaló si miembro— ni lo sueñes, amor. Tu te quedas.
—¿Me piensas follar mientras hablo con mi asistente? ¡Estás loco!
Se encogió de hombros, volvió a su tarea de besar mi cuerpo, solo como él sabía hacerlo.
—Aver si así deja de molestar.— habló entre besos. Sabía que no iba a ceder a qué me fuera, y Lara tampoco dejaría de insistir. Resoplando tome la llamada.
—¿Ahora que?— Brad con uno de sus dedos acaricio mi feminidad, alcé la cadera sintiendo una ola de placer recorrer mi cuerpo.
Mire a Brad con el seño fruncido, regañando lo con los ojos, solo me sonrió como un condenado angelito.
—Necesito que escojas tu vestuario para el concierto de esta noche— respondió con su típica voz autoritaria.
Había olvidado el consiento, estaba bajo el efecto Brad. Sus dedos empezaron a trazar círculos en mi parte íntima.
—No-no lo sé— balbuceo— elige tu el color...
—El color no es lo importante— hizo una pausa. Brad metió uno de sus dedos en mi interior de manera brusca a lo que solté un gemido—¡¿Estás teniendo sexo mientras hablas conmigo?!
Arqueé la espalda cuando fueron dos dedos los que estaban en mi interior.
—¡No te molestes en contestar!— espetó enojada. Con tanto placer su enojo estaba en segundo plano para mí.
Brad quito en teléfono de mi mano y lo pego a su oreja.
—Diria que lo siento, pero, sería una mentira. Espero que con esto...— movió sus dedos más rápido, grite sin poder controlarme—... No vuelvas a llamar cuando no debes. Adiós.
Beso mis labios una vez que colgó y aventó el móvil lejos de nosotros.
—¿Por...porque se llevan tan mal?— pregunté entre jadeos incontrolables— No lo...
—Shhhh— puso uno de los dedos que estaban en mi interior en mi boca, permitiendo me saborear mis jugos— Eso no importa... Solo gosa del momento.
Sin protestar me deje llevar por la sensación del momento. Me deje deleitar por sus labios sobre los míos, su pecho sobre el mío, su miembro dentro de mi.
Me sentía completa cuando el estaba conmigo, sus caricias son lo único que necesito para ser feliz. Sus besos siendo los más apasionados, voraces y amorosos que me han dado. Su sola presencia me hace sentir segura, porque así era, no había cosa más hermosa que estar a su lado, entre sus brazos y bajo sus sábanas, porque si, con Brad tenía el mejor sexo de todos. Justo como ahora.
—Mil emociones, solo para ti— susurró en mi oreja estremeciendo todos los bellos de mi piel.
—¿Porque no mejor me cantas en lugar de decir las letras de las canciones?
—Porque te enamoras más de lo que ya estás de mi.
—Correré el riesgo.
Soltó una risa ronca.
—Te amo
—Yo más, amor.
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HUYENDO DE MI MAFIOSO
Teen FictionTodos tenemos prioridades, todos amamos, todos soñamos y todos queremos lo mejor para todos, aunque no siempre sea posible; hay veces que tenemos que dejar lo que amamos por otra cosa que amamos, siempre asegurándonos de el bien de ambos. Soy Luna...