El principio de un fin.

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Me aferré a sus caderas para entrar en su sexo muy despacio, quería que apreciara como nuestros cuerpos se unían tan exquisitamente, como sus paredes me apretaban y no se sentía más que malditamente bien.

No tardé en empezar a golpear con fuerza dentro de ella, rompiendo el ritmo lento que había enmarcado en un principio. Solté su cintura para dirigir mis manos a los lados de su cabeza y fue entonces cuando nuestras miradas desbordantes de deseo, se encontraron.


El reloj marcaba las cuatro de la mañana, una vez más desperté por el mismo sueño, o más bien pesadilla, que había comenzado a atormentarme absolutamente todas las noches sin falta.

Decidí levantarme con cuidado de no hacer ningún ruido que pudiera despertar a la mujer que dormía plácidamente a mi lado, iría al baño a darme una ducha para intentar calmar la ansiedad que me carcomía. Siempre me levantaba con el lío hecho entre mis piernas, todavía no podía quitar su rostro de mi mente, el cómo nuestras miradas se encontraban mientras cometíamos tal acto, no podía aceptarlo, pero mi cuerpo reaccionaba de otra manera al recordarlo, ni siquiera entendía por qué estaba pasando. Ahora que todo iba de lo mejor entre mi pareja y yo, incluso en el trabajo, grandes oportunidades para progresar se me presentaban, estoy en un punto en el que nada me tendría que preocupar más que hacer las cosas bien, pero no estaba, nada estaba bien.

Dejé que el agua tibia corriera por todo mi cuerpo, mientras cerraba los ojos por un momento para centrarme en no convertirme en una bola de estrés, y así ahuyentar todo tipo de pensamientos invasivos.

Yo he aprendido de mis errores, lo que soy ahora no es lo que era en el pasado, nunca volvería a esos malos momentos, aunque sentía que algo podía pasar si no despejaba mi mente, no me permitiría arruinarlo todo como era mi costumbre. Es confuso, tan confuso que solo desearía no ser yo quien estuviera atravesando esto, preferiría miles de veces que fuera ella quien acabara conmigo, porque mi corazón nunca podría hacerle daño.

Me alisté tomando una toalla, la cual envolví alrededor de mi cintura para salir de la ducha. En camino a la cocina, recorrí nuestro salón, dónde pude observar gracias a nuestro gran ventanal con vista a la ciudad, lo oscuro que estaba, recordando que aún era muy tarde. Del refrigerador tomé un recipiente con jugo que mi mujer siempre preparaba con frutas naturales, lo vertí en un vaso y bebí lo más rápido que pude, me despegó de la realidad por un momento, sin embargo no me había dado cuenta de cuánto tiempo había permanecido estático mirando un punto fijo en el suelo, ya que cuando escuché sonidos provenientes de las escaleras volví a mí.


— Cariño, ¿qué haces levantado? -Me regaló una de sus maravillosas sonrisas que siempre me habían cautivado como ninguna otra, solo que ahora me daba tanta vergüenza mirarla a los ojos, que no había podido disfrutar de su felicidad por verme.


Sus brazos rodearon mi cintura y sentí su cabeza apoyada en mi pecho, esta acción siempre me enternecía, mis brazos no tardaron en envolverla, a lo que también deposité un suave beso sobre su cabeza.

— Un cambio de rutina. -Respondí. Por supuesto que nunca en mi vida cambiaría mis horas de sueño para organizar una nueva rutina, pero no podía controlar lo que sucedía últimamente, así que tenía que buscar otras cosas que hacer para no pensar.


Odiaba tener que mentir.


— Tú siempre tan práctico, pero no dejes de descansar como se debe, ¿de acuerdo? -Acarició mi mejilla con su mano, inmediatamente sentí la calidez de esta, sus caricias siempre me llevaban a un lugar externo a la realidad, pero que diferente estaba siendo eso ahora.


Era un mismísimo ángel, y yo en este momento estaba siendo lo peor, me dolía el corazón por lo fuerte que estaba latiendo en este momento, estaba tan nervioso que incluso podía sentir como mi cuerpo percibía el frío de la cocina que no había sentido antes.

— Que tengas un buen día, Areum. - Sus ojos analizaron mi rostro momentáneamente, sentí una presión extraña al verla hacerlo, pero lo olvidé tan pronto posó sus labios sobre los míos para darme un casto beso antes de irse.

Una vez más me encontraba solo.

El silencio fue interrumpido por un ruido proveniente de mi habitación, era una llamada, así que corrí escaleras arriba para poder contestar, pero dejó de sonar antes de que pudiera. Tomé el dispositivo para sentarme al borde de la cama, y este vibró nuevamente, dejándome ver su nombre en la pantalla.

Estaba llamando otra vez, había olvidado que era prácticamente mi mano derecha en el trabajo. Me tomó unos segundos aceptar, y su voz se hizo presente tan pronto como lo hice.

— Buenos días, señor Jeon, ¿cómo amaneció? - Su voz hizo que mi piel se erizara, lo que me había vuelto a provocar un problema.

¿Por qué reaccionaba así con solo oírla? Estaba odiando mi cuerpo ahora mismo.

— ¿Señor? - Emitió con confusión. Carraspeo un poco antes de hablar, ya que hasta parecía que me había quedado sin oxígeno.

— Hae, ¿qué haces llamando a estas horas? - Pude hablar finalmente, quería concentrarme, pero el dolor que provenía de entre medio de mis piernas, no me dejaba.

— ¿Estas horas? Son las 5:30 de la mañana, en una hora tenemos que estar en la oficina por la organización de la reunión con el señor Im, ¿no lo recuerda?


También lo había olvidado, todo esto estaba siendo en parte su culpa.

— No me diga que lo olvidó, señor Jeon. - Suspiré pesado antes de volver a hablar.


— No me hables con tal formalidad, Hae, y puede ser que lo haya olvidado, pero estaré de camino en diez minutos, solo espérame ahí. - Colgué la llamada antes que pudiera contestarme, y lancé mi dispositivo detrás de mí.


Guíe mi mirada hacia mi entrepierna, nunca me había pasado algo como esto, es decir, ni siquiera con Areum me ponía de la manera en la que ahora, solo por haber escuchado la voz de Hae.

Dudé un poco antes de hacerlo, pero finalmente mi mano rodeó mi miembro duro para comenzar a masajearlo de arriba a abajo continuamente, abrí un poco las piernas para establecer una posición más cómoda, el calor se hacía presente en mi cuerpo a medida que aumentaba la velocidad. Los recuerdos surgieron junto a algunas maldiciones que emití entre susurros, me cubrí con el paño para no ensuciar mi entorno y así expulsar el líquido proveniente de mí.

Solté un suspiro de satisfacción, pero su rostro se había hecho presente en mi mente, cosa que me llevó a recalcar lo que había hecho, ni siquiera pude volver a ponerme en forma porque había vuelto a recibir otra llamada, a la que respondí rápidamente.


— Dijiste que en diez minutos estarías aquí, ¿dónde estás? -Sonaba molesta, como si no fuera a estarlo si yo todavía seguía aquí.


— Estoy llegando. -Colgué.

Sería más difícil de lo que pensaba, tenía que poner un alto a todo esto antes de ser la causa de mi propio fin.


Bienvenidos a una nueva novela que he estado planeando durante un tiempo, espero poder cautivarte para que te quedes conmigo en lo que llegaría a ser un nuevo recorrido, disfruta de la lectura.
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⭑ = Capítulo.

DISEASE #1 © Jeon Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora