La casa tomada

1.2K 13 0
                                    

¿Cuánto tiempo ha pasado?

¿Habrá sido tres días o una semana?

Quiero irme pero no puedo, mis manos, mis piernas, ya no me responden. Mi cuerpo se congelo hace ya mucho tiempo, desde esa noche, aquel ruido. La última vez que me moví fue para cerrar la puerta de mi habitación y resguardarme en la seguridad que siempre sentí que me ha proporcionado. Enrollada entre las sábanas, apretujándolas contra mí, haciendo dificultoso respirar, mientras sentía el aire caliente chocar, tratando de huir al igual que yo. Aun así, estaba a salvo, aferrada a mi almohada, agarrándola como si intentaran arrebatármela. Estaba a salvo, como cuando un amigo te abraza y te hace olvidar todas tus preocupaciones, yo olvidaba el miedo que tenia momento atrás.

Pero nada es eterno, y la seguridad que sentí no fue la excepción, termino al igual que como llego y mientras pasaban los segundos, minutos y horas, el sonido se iba haciendo cada vez más perceptible, dejando de ser solo un susurro, dejando de ser algo ajeno y tomando forma de algo conocido, muy conocido pero por una extraña razón, cada vez que siento que voy a recordar tengo un escalofrió en la espalda, un mal sabor de boca. Y apretujo mas las colchas y me aferro a mi cama como si mi vida dependiera de ello.

Cada vez se va acercando, ya no es lejano, es cada vez más fuerte. Me dan ganas de huir pero no puedo, no hay donde ir, estoy encerrada en esas cuatros paredes que antes me habían dado tanta seguridad y ahora tan solo son una trampa mortal. Ya viene, no le falta mucho para llegar a la puerta, cuando llegue tan solo le faltara unos pocos pasos para llegar a mí, supongo que fui muy ingenua al creer que cerrar la puerta lo detendría. Escucho el ruido de la puerta, siento que mi corazón esta por detenerse. Cada vez es más cerca, son pasos, pero ¿de quién?

Aún no tengo en claro su origen, aunque me es conocido, no está muy definido todavía en mi mente, aún esta confusa, es como si todo lo que hubiera estado pensando comenzara a desaparecer, como si comenzara a entender la situación afuera, o lo contrario me desconectara de todo lo que estaba a mi alrededor. Los pasos se detuvieron al lado de la cama, no sé que hacer, no puedo moverme, ni respirar. Ya no hay ruido alguno, ¿de quién eran esos pasos?

El silencio, el silencio es absoluto. Pasar de una tortura a esta, ambas son eternas, no tienen fin. Todo se detuvo por un momento, ya no escucho pasos, siento como toca la frazada y tira de ella, soy capaz de escuchar su respiración, de oler la fragancia que emana y que traspasa las sábanas que antes mi aliento intentaba. Pero nada es eterno, y deja de tirar de la sábana, abandona los esfuerzos de arrebatarme la y tratar de sacarme de mi comodidad, intenta algo nuevo, intenta llamándome, ahora recuerdo porque me era conocido.

- Ya es muy tarde, si seguís en la cama no va a quedar nada para que desayunes.

- Supongo que es cierto mamá que nada es eterno.

La casa tomadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora