Bitácora del Capitán Farris

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Lunes, 28 de Agosto de 1848

Zarpamos del puerto de Buenos Aires con viento de popa rumbo a Cabo de Hornos, con el objetivo de llevar cargamento de frutas y algodón al Sur chileno. Las condiciones del mar son óptimas. Tripulación compuesta por 11 hombres: 7 marineros, 1 contramaestre, 1 cocinero, 1 comerciante de apellido Valdivia y el capitán. Fecha prevista de arribo: aproximadamente quince días, si el clima es benévolo.


Miércoles 30

Ya han pasado dos días de estupenda navegación. Sólo un incidente a destacar; hoy a la mañana uno de los marinos encontró un polizón en la bodega. Es negro y no entiende una palabra de español o inglés. Se da la orden de mantenerlo cautivo en cubierta, atado con grilletes. Resto sin novedad.


Jueves 31

Primeros problemas. El negro tiene una enfermedad. Parece peste bubónica, aunque los síntomas no terminan de coincidir del todo. Alta fiebre y delirios. También es muy agresivo, aunque no sabemos si por la enfermedad o por su propia naturaleza. Trató de atacar a un marino, pero yo lo reduje dándole unos cuantos latigazos en la cara. Se decide alojarlo en la bodega, donde no molestará a la tripulación.


Sábado 02 de Septiembre

Hoy el negro ha amanecido muerto. Es asombrosa la rapidez con que la enfermedad consumió su cuerpo. Cuando lo arrojamos al mar, no debía pesar más de cuarenta kilos. Una costra de espuma verde se había formado alrededor de su boca, realmente muy desagradable. Ahora estamos más tranquilos porque el temor a un contagio ha desaparecido.

Más tarde

Me equivoqué. Uno de los marineros presenta los mismos síntomas.


Domingo 03 de Septiembre

La situación se ha puesto crítica a una velocidad increíble. Tres marineros más contagiados, y el comerciante ha comenzado a sentirse mal. El resto evita cruzarse con ellos, aunque dada la estrechez del barco, es imposible. Algunos me han pedido que arroje los contagiados a la chalupa de emergencia y corte amarras, pero es una locura hacer algo así. ¿Quién puede asegurarme que la enfermedad es letal al cien por ciento? Tal vez el negro murió por otro motivo: por desnutrición, por miedo. O quizás porque era negro. Voy a esperar un día más y luego decidiré qué hacer.


Lunes 04 de Septiembre

Dos muertos. Y tres más contagiados. Maldito negro. La tripulación sana todavía es mayoría, así que aprovecharemos para arrojar a los enfermos al bote, antes de que sea demasiado tarde.

Más tarde

Demasiado tarde

A la noche

Ahora sólo quedamos el cocinero y yo, ambos encerrados en mi cabina. Afuera, en cubierta, todo es un caos. Los contagiados vomitan y caminan como borrachos. Algunos han caído al mar. Y la violencia. Parecen locos de remate. Se golpean, se muerden entre ellos. También me ha parecido vislumbrar algo imposible. El negro. El negro caminando a los tumbos. ¿Cómo puede ser? Estaba muerto cuando lo arrojamos al mar. Tal vez lo imaginé, pero cuando pregunté al cocinero si lo había visto, éste me dijo que sí. Ambos temblamos como velas en una tormenta, esperando que pase la noche. Nos turnaremos para dormir. Si pretenden ingresar a la cabina, tengo una pistola y el viejo arpón para cazar ballenas.


Martes 05 de septiembre

El cocinero también está contagiado. Cuando desperté, estaba gimiendo en un rincón y tenía espuma verde en la boca. Me levanté de un salto, y el cocinero hizo lo mismo. Sus ojos estaban perdidos y llenos de ira. Se arrojó sobre mí, y yo no tuve más remedio que usar el arpón, que era lo que tenía más a mano. La varilla de acero lo atravesó de lado a lado. Al rato su cuerpo muerto comenzó a emitir un olor hediondo, por lo que tuve que arriesgarme a abrir la puerta y sacarlo de la cabina. Afuera, los otros van y vienen como atontados. Es indudable: el negro está entre ellos. Sé que parece una locura, pero ese maldito negro está ahí, caminando como Lázaro al cuarto día. Parece ser el líder y es evidente que los demás le temen. Cada tanto el negro agarra a uno de los infectados y se lo lleva detrás del castillo de popa, donde no puedo ver lo que hacen. ¿Acaso estarán conspirando contra mí? Ahora entiendo por qué siempre odié a los negros. En mis círculos familiares, de corte netamente liberal, siempre criticaron mi postura racista y xenófoba. Quisiera que estuvieran aquí para ver si los negros les siguen pareciendo tan simpáticos. Ahora sólo queda esperar. Aún tengo el control del barco, por lo que intentaré llegar a tierra firme para conseguir ayuda. Según mis cálculos, estamos a dos días de las tierras patagónicas. No es mucho, puedo hacerlo.


Miércoles 06 de Septiembre

Ayer pasé una noche pésima. No voy a llegar a tierra firme. Los infectados se han percatado de mi presencia y ahora tratan de ingresar a la cabina. Son muchos, mi pistola no tiene tantas balas para detenerlos. Además, y por si fuera poco, también veo al cocinero. Golpea el vidrio una y otra vez, y se mantiene en pie pese a que el arpón sigue encajado en su caja torácica. Pero es el negro el que más me preocupa. Los otros parecen muy atontados por la enfermedad (o por lo que fuese que está afectando sus cuerpos), pero el negro no. Su inteligencia es marcada; constantemente mira a través del ojo de buey de mi cabina y parece que me sonríe. Puedo tolerar el contagio, puedo tolerar la muerte, pero lo que no toleraré es que ese negro ponga sus manos sobre mí. Así que esto es lo último que escribo. Pronto los otros romperán la puerta e ingresarán a la cabina, sé que tengo poco tiempo. Apoyo la pistola en mi sien. Adiós.


Jueves 7 de Septiembre

Es el horror es el horror. Me maté. Sé que me maté. Sentí la bala atravesar mi cráneo pero sin embargo ahora estoy bivo, bibo!! Y ahora el nego me sonríe y la baba se le cae y yo no puedo motir, soy como los demas, apenas recuerdo como escribir, camino y camino y no se por que, pero lo peor llega a la noche, cuando el negro me agarra con sus manos negras y me lleva a babor y se pone desnudo detrás de mi y entonces oh por dios dejame morir dejame morir dejame morir... -

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2015 ⏰

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