Había una vez dentro de un bosque, vivía una chica que aprendió a vivir con la tranquilidad.
<<Pero nada es para siempre>>
Le había susurrado la anciana que la interceptó en el pueblo. La señora le había obsequiado un extraño espejo con decoraciones de arañas, desapareciendo al instante entre la multitud.
Pero Silverd (después de darle vueltas a lo ocurrido) aún no entendía sus palabras.
Ella vivía perfectamente bien estando sola en su cabaña, sin compañía y sin nadie que la molestara, amante del silencio y de su espacio personal. No comprendía las palabras de la señora.
Viejos, están todos locos - Pensó
La chica se acuesta en la cama y de inmediato cierra los ojos sumergiéndose en sus sueños.
Al principio solo observaba la penumbra y la neblina, que Silverd no sabía donde provenía. Entonces, sin esperárselo, una luz brillante impactó en su rostro. Curiosa, caminó hacia allí pero solo encontró un espejo de cuerpo completo con detalles de arañas y serpientes de oro, similar al regalo de la anciana. Pero la verdadera atracción fue su reflejo, donde mostraba a ella misma luciendo una caperuza roja.
Por instinto, toca el cristal y el espejo empezó a brillar y neblina gris la empieza a envolver, arrastrándola hacia su reflejo y atravesándolo.
Silverd despierta con su respiración acelerada y asustada, ya no se encontraba en su habitación, estaba acostada sobre la hierva con una canasta a su lado.
¿Dónde estoy? - Pregunta.
Pero ni ella misma podía responderse.
Entonces registró la cesta, encontrándose con unos panecillos y una botella con un líquido extraño y por supuesto con aquel espejo. También había una carta:
Querida Evangeline, acuérdate de entregarle la comida a tu abuela, dentro de la canasta está el mapa.
De tu madre; Dorothy.
Confundida y en el medio de la nada, pensó que si llevaba los panecillos a la señora, la mujer podía ayudarla a regresar a su cabaña.
¿Había estado caminando dormida?
Pero si fuera así ¿Cómo explicaría la presencia de la canasta y la nota?
Preguntas, pero ninguna respuesta.
Silverd le dió un vistazo al mapa en su canasta y se adentró a la naturaleza con el pensamiento de dirigirse a la derecha. Después de un largo tiempo entre la vegetación, sola como de costumbre, su piel se eriza al escuchar a lo lejos el aullido de un lobo. Sin dudarlo corre hasta que en su camino logró detenerse frente a un río, asustándose al ver en su reflejo que vestía una caperuza roja, idéntica al extraño sueño.
Sus músculos de inmediato se tensaron cuando sintió una respiración muy cerca de su nuca, causando que inmediatamente la castaña se volteara vizualizando un enorme animal, un gran lobo de pelaje oscuro y de ojos negros como la noche.
La bestia la olfateó durante unos minutos que para Silverd pudo ser la eternidad, ella no sabía que hacer. En el bosque donde vivía jamás se ha enfrentado con un animal salvaje y mucho menos con un lobo de ese tamaño que incluso pensó que no era normal la altura de la bestia frente a ella.
- No deberías de estar aquí - Le susurra el animal dejándola sorprendida.
- ¿Dónde debería ir? - Le pregunta Silverd, curiosa y temerosa - ¿Sabes cómo puedo volver?
El animal niega a su cuestionario.
- Solo has lo que te ordenaron, después, quizás, podrías regresar.
Y como aquella anciana del pueblo, el gran lobo feroz desaparece entre las sombras del bosque; dejando a la chica sola y confundida.
Otra vez observa el mapa, dándose cuenta que la cabaña de la señora no quedaba tan lejos, solo debía seguir río arriba y la encontrará
Será fácil - Piensa.
Entonces caminó solitaria, observando su reflejo en el espejo de mano, entreteniéndose con la decoración. Hasta que a lo lejos encontró la cabaña esperada. Silverd corrió con todas sus fuerzas hasta detenerse frente a la puerta de madera con su mano en el pecho, regulando su respiración.
Tocó tres veces y al momento abren.
Sus ojos se agrandaron al percatarse de la persona frente a ella, la señora es aquella mujer, la anciana que le obsequió el espejo que justamente traía en la mano.
- ¡Evangeline, te estábamos esperando! - Dice la anciana, adentrándola a su alcoba.
Silverd, curiosa, observa los alrededores deteniendo su mirada hacia el bulto sobre una cama vieja. La señora pone sus manos sobre los hombros de la chica, empujándola más cerca de la persona acostada y después cierra la puerta de la cabaña, tirando la llave al río y caminar tranquilamente hasta adentrarse al bosque, dejando a la chica sola, vulnerable y por supuesto confundida.
Silverd da ligeros toques para despertar al que duerme, encontrándose con un individuo peludo, corpulento y vestido con una bata de abuela y gorro a juego. La muchacha no era ingenua, aquel individuo era el lobo.
- Le traigo la comida; Señora.
El animal asiente, con el pensamiento de que aquella chica frente suyo no era Evangeline, no era su caperucita roja, pero como todos los días, él debía seguir con su papel.
La bestia le señala la mesa y le pide que deje la canasta allí, luego le ordenó amablemente que se cambiara ya que sus ropajes estaban cubiertos de tierra. Silverd acató las ordenes y luego abrió el armario encontrándose nada más ni menos que un cadáver con un cuchillo en su interior.
Aterrada se gira hacia el lobo dándose cuenta que ya él estaba sobre ella a punto de atacarla, pero las cosas suceden demasiado rápido. Silverd, asustada, agarra el mango del cuchillo y entierra el filo justo en el corazón de la bestia, matándolo al instante.
Ella espantada, suelta el arma y se mira las manos cubiertas de un líquido escarlata; jamás se imaginó que sería capaz de matar. Luego la neblina gris la devuelve a la penumbra.
Entonces Silverd abre los ojos tomando exageradas bocanadas de aires y tranquilizándose a estar de vuelta en su habitación.
Solo fue un sueño.
Entonces a su lado observó el espejo.
No, no estuve soñando.
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Reflejo Latente.
FantasyBasado en "La Caperucita Roja" de Charles Perrault. Silverd es una chica que vive sola en el medio de la nada, sin preocupaciones y alejada de las atrocidades, violencia y los engaños de la humanidad. Pero como le dijo aquella de ropajes sucios y de...