Fool's Gold 》Changlix OS +18

Little Bird

Arrugué la carta entre mis manos y suspiré. Sentirme de este modo era lo que menos necesitaba ahora mismo, creía que las cosas con Minho estaban yendo bien y no quería volver a los pensamientos que me habían abrumado hace días.

Por supuesto que Chan los había notado; había notado los cambios sutiles, las miradas que probablemente decían más de lo que quería admitir y esa necesidad que me consumió en negármelo y anteponer mi amor por Minho.

Yo lo acepté solo unos días después de que las cosas terminaran. Cuando lo volví a ver y el estómago se me apretó porque quería acércame, pero no era correcto. Las caricias de Minho no eran iguales, sus besos ya no me provocaban lo mismo, sin embargo, ¿qué podía hacer? Lo había utilizado, lo tenía claro desde un principio y el papel entre mis dedos me lo confirmaba. No podía hacerle más eso a él. No quería que se conformara con algo así. Lo había aceptado, acepté cómo me sentía con respecto a él, pero no estaba seguro de que fuera del todo real. ¿Y si simplemente me gustaba el sexo? ¿si simplemente confundía amor con la atención y el cariño que me dio? Claramente Yongbok no era de las personas que solo tenían una noche y no se involucraban más allá y yo intenté evitar ser su reflejo, pero por primera vez en mi vida no lo había logrado.

Estaba seguro de que lo quería. Lo quería en mi vida, lo quería como quiero que cada día salga el sol. Sin embargo, no iba a poder ofrecerle nada. Y Minho... Minho por otro lado... Todo estaba bien, todo volvía a la normalidad. ¿Iba a desechar otra vez nuestra relación por sentimientos de los que no estaba cien por ciento seguro? No me parecía una buena idea, realmente me daba pánico arriesgarme. Así que no lo hice.

Si la carta era cierta y Yongbok estaba bien con lo que había ocurrido. Si era cierto que volvería a hacerlo y que estaría ahí para mí... no podía aprovecharme así.

Continué mis días intentando convencerme de que era lo mejor. Seguí pensando que, si los ignoraba, pronto los sentimientos se esfumarían y podría seguir como antes. Minho era otra vez atento conmigo, me hablaba a diario y me llamaba, cuando salíamos era como cuando lo conocí y todo parecía ir perfecto, todo iba perfecto. Hasta que decidimos ir al club otra vez. Estábamos con el mismo grupo de amigos de siempre, pero entonces Chan llegó con Jeongin y el zorrito traía a rastras a otra persona que intentaba no mirarme demasiado.

Admitir que el corazón me había bombeado más rápido y que no podía concentrarme en nada más que él no fue difícil, necesitaba aceptarlo y dejarlo ir, pero cuando lo hice pasó todo lo contrario, porque inevitablemente buscaba cómo hablarle, cómo rozarlo, cómo acercarme por alguna razón. Estaba consciente de que lo incomodaba, estaba consciente de sus miradas a Minho en tanto él me atraía de nuevo o me acariciaba, estaba consciente de que lo que hacía estaba mal, sin embargo, no tenía forma de impedirlo. Solo me daba cuenta cuando ocurría la acción, cuando notaba la emoción de estar cerca y el estómago se me apretaba.

Después de unas horas todos estábamos lo suficientemente borrachos y mientras bailábamos volví a acercarme a él. Mis manos se deslizaron por sus caderas, las afirmaron con fuerza y olisqueé su perfume, su cabello, la mezcla de su propio olor con todo eso. Las luces me golpeaban en los ojos, pero nada era suficiente para sacarme del trance. Nada excepto Chan tirándome del brazo y mirándome mal. Había tenido que alejarme como un perro regañado y Minho se había reído de mí, como si no importara.

Sin embargo, alguien me reemplazó. Un chico alto y rubio de cabello largo, con cuerpo delgado, aunque tonificado se le acercó pronto. Intercambiaron sonrisas, algunas palabras y no tardaron en comenzar a bailar, pegados, tan pegados que las orejas me ardían.

Las manos del más alto atraían más y más al pecoso, lo acariciaban y deshacían como quería mientras Yongbok se ocultaba en su cuello. Alejaba mi mirada de la escena, sin embargo, si me descuidaba volvía. Y en uno de esos intertantos pude ver como ambos se acercaban y compartían un beso, cómo el pecoso lo agarraba por la nuca y el más alto apretaba su trasero.