Prologo

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11 años atrás...

-¿te sientes bien?- pregunté a una niña con la cabeza agachada, escuchaba como sollozaba y lágrimas caían hacia el mojado suelo donde estaba sentada.

Me acerque hacia a ella, con la intención de saber, que hacia una niña devastada a estas horas en la banqueta de la calle, sola.

Mi mente me pedía que no me acercase, no eran mis asuntos, que era una extraña de la cual podría ser un blanco perfecto para un secuestro, violación, asalto, mi mente divagaba en muchas expectativas de las cuales mi mama me había advertido y regañado por hablar con extraños, desconocidos.

Pero algo que había aprendido muy bien, era a no ser perceptible, jamás a pesar de la situación debería de hacerlo.

Ella levanto un poco la cabeza y pude ver su demacrado rostro, sus mejillas estaban rosadas y mojadas por llorar, sus labios apretados pálidos y partidos, sus ojos esmeraldas miraban con cautela cada uno de mis movimientos; me agache para estar a su altura, y ella se tensó, la mire y ella solo asintió de forma lenta e insegura.

-¿Qué haces aquí? Esperas a tu mamá-pregunté de nuevo, observe su rostro por algún indicio de que fuera cierto o estuviera mintiendo, pero lo único que encontré fue una mirada de enojo y desconcierto.

Pensé que se asustaría o gritaría e incluso que se fuera corriendo pero lo que hizo jamás paso por mi mente, pensé mal.

Ella tan indefensa y frágil de abalanzo sobre mi e hizo que ambos cayéramos al suelo mojándonos por la lluvia, me abrazo por la cintura y lloro en mi pecho, mientras con una fuerza sorprendente se aferraba a mi saco.

En ese momento lo único que pensaba era "que le habría pasado a esta niña como para que estuviera de aquellas forma".

El diario de una dementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora