Capítulo 19

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♡CAPÍTULO 19♡

Savannah aprieta mi mano con todas sus fuerzas, haciéndome daño, pero no digo nada ni me quejo. Estamos de pie, frente a la comisaría de policía, mientras vemos a la ingrata de su madre subirse en el coche de su novio e irse sin darle ni las gracias por lo que ha hecho por ella. Y ni siquiera se ha ido sin antes recordarle que le había desgraciado la vida al permitirle venir a este mundo a joderle la existencia y estropearle los planes cuando mi amiga le recriminó por sus actos. ¡Como si acaso Savannah la hubiese obligado a acostarse con su padre la noche de su graduación y embarazarse de ella y decidir tenerla!

Lisa es de las peores personas que conozco. Una madre nefasta, igual que mi padre.

–Qué vergüenza –lloriquea mi amiga –. ¿Qué va a pensar Matt de mí ahora?

La abrazo y acuno, besándole la cabeza y dejándola que llore para que se desahogue todo lo que llevaba soportando para que su madre no la viese derramar ni una lágrima.

–Tranquila, Sav. Tú y tu madre sois dos personas diferentes, y si él es todo lo inteligente que creo que es no pensará que sois iguales. Porque, de hecho, no lo sois.

–Seguro que después de esto no querrá que nos veamos más –solloza.

–No digas tonterías.

Se sorbe los mocos mientras le limpio las lágrimas de la cara.

Matthew, como es abogado, no dudó en ayudar a Savannah a sacar a su madre del calabozo en el que la han tenido retenida casi veinticuatro horas por conducir ebria y conducción temeraria. William y Matthew lo han arreglado todo y Lisa vuelve a ser libre, pero Savannah está destrozada por las palabras que le dedicó antes de marcharse, pero porque lo hizo delante de Matthew y William.

–No debí ayudarla.

–Es tu madre, y lo has hecho por eso.

–No se lo merece.

–Lo sé –asiento, dándole la razón porque no puedo rebatirle en algo tan claramente cierto –. No te martirices. Haz hecho lo que te dictaba el corazón.

Aparta la cara de mi pecho y me mira con esos preciosos ojos grises ahora demasiado enrojecidos de tanto llorar.

–Lo he hecho para que mi abuela no se entere, Val, no porque sea mi madre –me recuerda sin dejar de llorar –. No quiero que le dé otro infarto por culpa de esa borracha inconsciente.

–Afortunadamente te llamó a ti primero, y ya todo está...

–No, no está todo. Ahora debe enfrentarse a esto que ha pasado cuando le toque rendir cuentas ante la justicia, pero conmigo que no cuente –afirma con rotundidad –. Ni siquiera le ha dado las gracias a Matt... ¡Qué vergüenza! –repite, consternada –. Espero que Matt no salga ahora y me diga que no quiere verme más. Me dijo que quería que me quedase esta noche en su casa, después de que la noche de la gala la estropeó la sinvergüenza de mi madre.

–Sav...

–¿Cómo le voy a pagar a Matt y a William el dinero de la fianza? –emite un quejido mientras no para de llorar –. No es mucho, pero...

–No tienes que pagarnos nada –escucho al voz de William y me vuelvo, viendo que Matthew también viene con él saliendo de la comisaría.

Al igual que yo con el vestido de la gala, aunque hecha unos zorros, sigue con el esmoquin, prendas con las que nos hemos vestido esta mañana a toda velocidad en cuanto Matthew vino a buscarnos para decirnos que Savannah estaba en urgencias a causa de una fuerte crisis de ansiedad porque habían detenido a su madre, y ella pensó que su abuela se había enterado y entró en pánico.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora