Capítulo 4
Isabella:Creo que he dormido menos de una hora. El miedo a cerrar los ojos por demasiado tiempo y que algo malo pueda pasarme me mantiene alerta. Aún no tengo idea de dónde estoy o si esto es una trampa. Quizás todo sea un nuevo método de tortura psicológica, donde disfrutan dándome esperanzas para luego romperme en pedazos nuevamente.
Aunque... ese chico, Sebastián, fue aparentemente amable y dulce conmigo. Parece peligroso y me asusta un poco, pero, aun así, su toque no me provoca rechazo. Incluso parece genuinamente preocupado por mí.
«No eres nada, no vales nada, Isabella».
Cubro mis oídos con las manos cuando las palabras de mi verdugo hacen eco en mi cabeza. Sí, probablemente este chico sea otro engaño de esos hombres.
Nadie ha venido, y el silencio reina en este lugar. Llevo mi mano al cuello, pero la aparto al no encontrar el crucifijo que pertenecía a mi madre. Cierro los ojos y suspiro cuando el recuerdo de aquella noche llega a mi mente.
El chico encapuchado, el callejón, su mano y la forma en que sus dedos rozaron los míos al tomar el crucifijo que le extendí... Algo dentro de mí me dijo que él lo necesitaba más que yo. Luego, está la manera en que me defendió de aquel proxeneta cuando me golpeó, dándome la oportunidad de escapar. Fue la primera vez que alguien hizo algo así por mí.
Aún recuerdo su mirada vacía, sus ojos compasivos y... «Sus ojos...»
El corazón me late más fuerte al recordar al chico que curó mis heridas hace unas horas. Sus ojos eran como los de aquel joven, excepto que la mirada de aquel chico era torturada y triste. En cambio, la de este hombre es... diferente.
He conocido a muchos hombres desde que era prácticamente una adolescente, cuando mi padre me vendió a un sujeto dedicado al tráfico sexual. Desde entonces, conocí hombres verdaderamente malos, sádicos, perversos y sin corazón. Pero, aun así, ninguno de ellos tenía una mirada como la de él, tan peligrosa y, al mismo tiempo, compasiva.
La forma en que me mira no es como la de un cazador a punto de devorar a su presa. Él me ve como un cazador que se compadece de su presa.
Sentada en la orilla de la cama, observo mis manos y brazos. Estoy cubierta de heridas y moretones. Una venda cubre mi muslo derecho. Balanceo mis pies descalzos, protegidos por más vendas, mientras miro a mi alrededor con curiosidad, detallando la habitación. Es increíblemente agradable, nada que ver con aquel lugar en el que estaba hace unos días.
Las paredes están pintadas de blanco. Hay un sillón de cuero marrón con una mesita de vidrio al lado y una bonita veladora sobre ella. Es bastante espaciosa, y las cortinas color vino dejan entrever un gran ventanal que da a lo que parece un amplio jardín.
Giro la cabeza hacia el otro extremo de la habitación y me encuentro con una puerta marrón claro que, pienso, debe ser un baño. Me dispongo a ir hacia allí, pero cuando intento ponerme de pie, mis piernas no reaccionan. Trato de mantener el equilibrio sosteniéndome de la mesita de noche, pero el dolor punzante en mis pies no me permite mantenerme sobre ellos. Caigo al suelo, arrastrando conmigo la portátil y el vaso de agua que estaban sobre la mesa.
Inmediatamente, el dolor se extiende por todas mis extremidades. No tanto por el golpe en sí, sino porque mi cuerpo está tan lastimado que el mínimo movimiento duele.
De pronto, la puerta de la habitación se abre de golpe, y un hombre enorme y temible recorre el lugar con la mirada hasta posarla en mí. No es el mismo chico de hace unas horas, y sus ojos oscuros me hacen temblar al notar la amenaza en ellos.
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La Redención del Mafioso © #3 [Borrador] ¡YA EN FÍSICO!
Romance#3 de la serie independiente "Almas corrompidas" (Ambientado Seis años después de Aurora.) Isabella, ha sobrevivido en el infierno. A sido torturada, abusada y violentada de formas indescriptibles desde muy joven. Pero a pesar de todo lo que ha vivi...