Capítulo 3

34 2 1
                                    

El resto del día pasó sin ninguna novedad; aunque, si hubiera pasado algo, yo no me habría ni enterado.

Llegué a mi casa y lo primero que se me ocurrió fue tirarme a mi cama a descansar mi mente de todas las cosas que había estado pensado desde ese encuentro con Carrick en el almuerzo. Puras cosas de las que nunca antes me había planteado que me preocuparían. "Que ¿qué me voy a poner?", "Que ¿qué pintalabios se me verá mejor?", "Que si ¿llevo zapatos planos o tacones?", "¿Me maquillo o no me maquillo?"; todo tipo de preguntas típicas de una primera cita no dejaron de ahogarme en todo el día. Llegué a mi pieza, y estaba a un segundo de lanzarme a la cama cuando la desagradable voz de Ian me arruinó el momento por completo.

-¡Miren quién se dignó a aparecer! -Una sonrisa engreída estaba pegada a su rostro-. Llevas casi de una hora de retraso.

-¿De retraso para qué?

-Bueno, siempre llegas como a las 5:30. Ya son las 6 y algo.

-Mi papá te contrató para que me espiaras ¿o qué? -Lo miré, incrédula-. Sólo dile que no me escapo en las noches a fiestas, y ya. No soy mucho de socializar. -Terminé casi en un susurro.

-Para empezar, no le tranquilizaría diciéndole que tú no haces algo que yo sí hago; me sentiría un hipócrita. -Me sonrió-. Y segundo: no, nadie me contrató ni nada; sólo que me acostumbré a tenerte aquí a las 5:30 y hoy me preocupé porque no te vi llegar.

-Y ¿qué haces cuando salgo con las chicas después de la escuela? ¿Te pasas preocupado hasta que llego?

-No; se escucha hasta aquí cuando llamas a Danie para decirle que volverás más tarde.

-Ah.

Estaba que caía dormida encima de la ventana. Al parecer, Ian se dió cuenta.

-Ave, con todo respeto, te ves horrible.

-Sí. No fue un buen día. No te preocupes; ya lo esperaba.

-Y ¿qué es tan importante para preocupar a la inmutable Avocet Jacobs?

-Y, claramente, tú te crees con el derecho de saber sobre mis problemas. -Me sentí mal al instante por haberle respondido tan duramente. Él no tenía la culpa de que un chico me alterara tanto las hormonas. Suspiré-. Lo siento. No soy buena compañía en este momento, la verdad.

-No te preocupes -me dijo, y no vi ni una pizca de reproche o enfado en sus ojos-. Salta a la vista que necesitas echar una cabezada.

-Sí, lo sé.

-Ok. No te interrumpo más. -Volvió a entrar.

Inmediatamente me volví me lancé a la cama; a los cinco minutos ya estaba dormida.

Me gustaría decir que cuando desperté lo hice renovada, pero no estoy de ánimos para mentir. Creo que hasta desperté peor de lo que me dormí. Me levanté y lo primero de lo que fui consiente fue del mal sabor en mi boca. Entre al baño a lavarme los dientes y asegurarme de que el piercing que me hice hace poco no estuviera infectado. No puede estar infectado mañana. ¿Qué pasa si me besa y yo tengo esta mierda infectada? Mierda, sí que estoy mal. Nunca antes había ni pensado en que un chico me besara, y mucho menos desearlo. Porque sí, lo deseo. Mucho. Lo deseo mucho. ¿A dónde me llevará? ¡Ok, ya! ¡Deja de pensar en él, por Dios, Ave! Puede que el tipo ni siquiera esté interesado en ti, de ninguna manera, y tú estés aquí, como tonta, haciéndote ideas. Ok, sí, debo dejar de divagar. Podría seguir durmiendo, pero, conociéndome, no voy a poder volver a conciliar el sueno hasta dentro de unas buenas horas. Ésta iba a ser noche de desvelo. Terminé de lavarme los dientes y decidí bajar a ver si mi hermano necesitaba algo de ayuda con sus tareas. Lo encontré sentado en el desayunador, haciendo -como yo creía- sus tareas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AvocetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora