"Lo sentimos, señorita Cattle, tal parece que no puede tener hijos."
Ella recuerda esas palabras de parte de la ginecóloga que la atendió hace años, podía recordar con enfermiza facilidad cada método que utilizó y estuvo tentada a utilizar para tener hijos.
En su mente podía verla, el momento en el que cargó a Bluey, el orgullo innato de una hermana mayor viendo a su hermanita logrando su sueño, pero también el pensamiento intrusivo de que aquello no era justo.
Su mente recorre todas esas viejas memorias que había tratado de guardar por mucho tiempo. Cada uno de esos flashes le hace sentir tan enferma como para hacer que el próximo paso que dé sea más pesado que el anterior. Quiere que Bingo esté bien, pero como si fuera una maldición, es difícil poder verla.
- ¿Estás bien? – Bluey le toma la mano mientras la acompaña al cuarto de juegos de la familia, terminando por detenerse justo frente a la puerta.
- Lo estoy... solo... es algo difícil ver a la realeza... - Dice en un intento casi evidente de ocultar su miedo.
Por unos segundos la mujer solo mira la perilla de la puerta, acabando por suspirar con pesadez para finalmente abrirla. La puerta se abre con un rechinido lo suficientemente fuerte como para que la niña que ocupa la estancia como sala del trono solo reaccione por encima. Al estar de espaldas a la puerta no puede ver quien ha entrado.
- Guardia, le dije que tenía que quedarse afuera para que no fuera interrumpida. – Dice la pequeña Red Heeler mientras la Tía Brandy solo tose un poco para aclarar su presencia.
- L-lo siento, su majestad... - Torpemente sus palabras vuelven a tropezar de nuevo, aunque ahora puede sentir el peso de cada una evitando conseguir el deseo que esperaba. – Soy...
- La mujer que dijo que no quería verme. – Dice algo más agresivamente mientras se levanta de su trono para darse la vuelta y encarar a su tía, la cual solo se muestra bastante más intimidada de lo que uno esperaría. - ¿Qué has venido a decir ahora?
Sus pensamientos se ennegrecen de nuevo, trata de pensar en qué decir, pero solo puede sentirse mal al respecto. Cada idea que se le viene a la mente es terrible en cada escenario hipotético en el que puede pensar.
Está lista para regresar por donde ha venido, olvidarse de lo que pasó y esperar a que eventualmente Bingo olvide todo. Sus piernas tiemblan en dos pasos hacia atrás, aun sosteniendo la mirada con la más joven de las hermanas Heeler.
- Y-yo...
- Vamos, te escucho.
La severidad en las palabras de la pequeña solo hace que sea más difícil. Por un pequeño movimiento en su visión periférica consigue ver a su hermana afuera de las puertas abatibles de vidrio, haciendo señas en la distancia para que se relaje: Aire entra, aire sale. Guarda la calma. Di lo que debes decir. Lo harás bien.
- Y-yo soy solo una humilde campesina, que viene a disculparse con la Reina Patifus. – tartamudea mientras baja la cabeza en una pronunciada reverencia ante la pequeña, la cual se muestra consternada al escuchar aquello.
- Sé que mis comentarios anteriores hacia su majestad pudieron malentenderse. – Continuó. – Pero quisiera se me diera la oportunidad de ganarme el favor de la Reina con una historia.
Sus palabras resuenan en el cuarto de juegos, Bingo observa a Brandy como si fuera una extraña llamando a la puerta de su casa. Tras meditarlo un poco, finalmente asiente y se sienta en su trono, ahora lista para escuchar la historia.
A pesar de ella haberse ofrecido a contar la historia simplemente no puede encontrar las palabras para explicar lo que mora en sus pensamientos. La maraña finalmente ha tomado la forma de una vieja esponja de acero, áspera e incluso dolorosa al tacto, inerte e irresoluble.
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Palabras que Hieren, Palabras que curan
Fanfiction¡La Tía Brandy ha vuelto! Pero Bingo ha malentendido algo importante, por lo que Brandy tendrá que arreglárselas para recuperar su confianza, muy a pesar de sus propios pensamientos.