Freen se definía a sí misma como una chica rara, solitaria y llena de problemas. Lo sabía porque mientras los demás en la sala de diálisis veían televisión, hablaban, leían un libro o se perdían en Twitter, ella terminaba el crucigrama que había estado haciendo antes de que la chica de la ventana la interrumpiera.
Freen tenía una rutina simple, y le gustaba seguirla al pie de la letra.
Se levantaba a las cinco, siempre sorprendida de que su corazón rechazado hubiese sobrevivido una noche más. Tomaba sus medicinas para intentar que su estúpido cuerpo dejara de atacar al órgano que la mantenía con vida, comía un desayuno ligero, hacía un crucigrama y luego volvía a dormir hasta que su madre la despertaba para almorzar. Luego de esto subía a su habitación y miraba a través la ventana a la chica que lloraba queriendo consolarla, pero su Asperger no se lo permitía. Luego de mirar suficiente tiempo su madre iba a buscarla a su habitación e iban a sus citas diarias. Cuando no era la diálisis era el psicólogo, cuando no era el psicólogo era el cardiólogo, cuando no era el cardiólogo eran clases de piano con la señora Hansen, a las cuales asistía junto con yuki, su única amiga.
Lo único que le gustaba de todas sus actividades era ésta última: la música...
Tiempo atrás el psicólogo les había dicho a sus padres que ella estaba deprimida. Primero intentaron con grupos de apoyo, pero solo la deprimieron más. Luego intentaron otras cosas, pero no funcionaron. Las clases de piano eran las únicas que parecían hacerle sentir un poquito no tan deprimida. Finalmente llegaba a casa y, luego de cenar, recibir su dosis diaria de insulina y tomar más medicinas -entre ellas una pastilla para dormir- Freen se quedaba profundamente dormida hasta el día siguiente. A veces, cuándo Freen no podía dormir ni con ayuda de las medicinas, pintaba durante la noche, pero esto se salía de su rutina, lo cual lo hacía abandonarlo casi de inmediato.
Pero ese día, por primera vez, Freen no se sintió mal al dejar su rutina.
Se suponía que Freen debía ver a la chica, no hablar con ella -"En realidad, nos hemos escrito" Se interrumpió-, pero cuándo lo hizo se sintió tan bien que podría haberse salido de la rutina durante todo el día todos los días.
Esto jamás había sucedido con la señora pohn, su antigua vecina. La anciana señora solo la saludaba de vez en cuando, pero jamás hablaban. Y eso estaba bien.
Una voz interrumpió los pensamientos de Freen.
XX: ¡Buenas tardes, Sarocha! -La saludó una voz que conocía bastante bien.
Freen: yuki, acabas de interrumpir mi crucigrama.
Yuki: Lo siento. Solo quería hacerte compañía. Puedo irme si quieres...
Freen sacudió la cabeza casi de inmediato. Le encantaban los crucigramas, pero su madre sobreprotectora solo le permitía ver a Yuki durante las diálisis y cuándo asistían a clases de piano, y en estas últimas hablar era imposible con la estricta señora Hansen como profesora.
Freen: Quédate... Por favor.
Yuki: Sabía que me necesitarías, Sarocha.
Freen sonrió y luego hizo espacio para que yuki se sentara a su lado. En cuanto lo hizo, ambas se quedaron en silencio, escuchando el sonido de la máquina de diálisis. Entonces Freen rodeo a yuki por la cintura con su brazo libre y apoyo su cabeza en su hombro.
Era un abrazo.
Algo torpe, pero lo era.
Yuki respondió al abrazo de inmediato.
Eran pocas las veces en las que Freen daba un abrazo espontaneo. Su psicóloga decía que era a causa del Asperger, pero Yuki creía que en realidad la personalidad de Freen era así. ¿Por qué echarle la culpa de todo a tu padecimiento? ¿Por qué no puedes ser tu mismo a pesar de todo?
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La chica de la ventana || FREENBECKY
Romance"Freen en un imán para las enfermedades. Rebecca es un imán para atraer a Freen." adaptación de la historia de @AllysonDeVil todos los créditos para ella.