Jorge Luis Borges escribió en uno de sus cuentos: "puedo ver un mundo sin Don Quijote, pero no uno sin Edgar Allan Poe". Le comentaba esto a mi buen amigo Sebastián, un apasionado a la literatura, el cine y el arte que sinceramente... a veces me saca de mis casillas.
Debo admitir que tengo un perjuicio generalizado por los "Sebastianes". Suelen ver películas... no mucho de mi agrado. Es que no entiendo la fascinación por ver una pantalla en blanco y negro que te ofrece una historia fragmentada, unos personajes poco interesantes, y muchas, muchas referencias a penes.
Sebastián también me suele poner películas de directores Mexicanos. Le gusta mucho Iñárritu, un director que tampoco me gusta. Siempre que muestro mi desdén por él, Sebastián me sale con lo mismo. "Ay, José, ¿es que acaso no puedes ver y admirar la increíble dirección narrativa que nos muestra la decadencia humana?" Peor todavía cuando toca hablar de mis gustos "poco refinados", según Sebastián.
Por ejemplo, hablando de directores Mexicanos, una vez le conté de mi fascinación por Guillermo del Toro. Al principio se mostró apasionado, y comenzó a cacarear sobre la belleza cinematográfica y el guion tan completo de la película: La forma del agua. Luego casi me escupe cuando le dije que en realidad me gustaba por Hellboy II. "Ay, José, como siempre, perdido en la decadencia comercial. ¿No te da vergüenza caer ante un producto hecho para que un montón de adultos de mente infantil vayan a alimentar al capitalismo?" Cuando tuve el atrevimiento de preguntar por qué le gustaba La forma del agua, respondió lo mismo de siempre. "Ay, José, ¿es que acaso no puedes ver y admirar la increíble dirección narrativa que nos muestra la decadencia humana?" Siempre responde lo mismo, así veamos cine de Kubrick, una película independiente Francesa, o la décima película deprimente mexicana grabada con un celular marca Nokia. "Ay, José, ¿es que acaso no puedes ver y admirar la increíble dirección narrativa que nos muestra la decadencia humana?" Comentario que veo repetirse en muchos Sebastianes. La decadencia humana, el sexo, el capitalismo. A veces me pregunto si todas las películas de arte van al mismo rumbo, o si en verdad los Sebastianes tampoco las entienden y sólo hablan de la decadencia humana en busca de sonar igual a eruditos.
Cómo sea, hoy mi paciencia se agotó, razón por la cual cité a Borges. Le expliqué que aquella frase molestó y sigue molestando a muchos literatos con un pensamiento tan... exquisito como el suyo. "Ay, José, ¿pero de qué me hablas? Edgar Allan Poe es un maestro y una lectura para personas refinadas. Además, ¿quién es ese tal Durgos? Otro escritor de esos cómics basura que tanto te gustan?" Jorge Luis Borges, le corregí, uno de los mayores escritores de Argentina, si no es que del mundo. La respuesta de Sebastián fue un seco "No lo conozco". Retomando el tema, procedí a explicarle que en su tiempo Edgar Allan Poe era visto como un autor simplista, ya que se pensaba que un relato de calidad debía mover muchas emociones, y el terror, sólo buscaba asustar, algo primario, sencillo, fácil y sin valor. Y aunque en tiempos recientes Poe era respetado, decirle a un literato que lo prefieres a Don Quijote, era el equivalente a decirle a un Sebastián que preferías Star Wars a 2001 Odisea en el espacio. "Ay, José. Lo que ocurre es que buscas justificar tus gustos superfluos, en la que te conformas con ver a un tipo en pijama golpeando indigentes, o robots peleando alrededor de explosiones y mujeres cosificadas, al cine como forma de arte y reto intelectual". Bueno, prefiero ver a robots gigantes a hombres masturbándose al frente de la pantalla, pero lo que nos diferencia, querido Sebastián, es que yo no juzgo. Creo que Sebastián no entiendo que era un chiste, pues me llamó "inculto y homófobo", antes de retirarse. Quizás no debí ser tan directo, pero sinceramente, estaba cansado de que me tratara como un ignorante.
No soy nada tonto, estudio medicina y sé de cine. Y tanto sé de cine, que algo que ignoran los Sebastianes, es que el mismo fue apodado en sus inicios "el teatro para pobres". Igual como ahora, ellos llaman al cómic "el cine para pobres". Al principio, sus escritores y directores no tenían pretensión alguna; no al menos como hoy en día, con el sexo y el capitalismo. Era creativo y divertido, algo hecho para las personas ordinarias. Sí, podemos hablar sobre lo incoherente del traslado de King Kong de la Isla Calavera a la ciudad de New York, pero sinceramente ¿a quién le importa? Con esto no deseo dar a entender que debamos conformarnos y no exigir algo decente. Mi problema es que los Sebastianes, ven algo maravilloso como bueno y lo bueno como mediocre. Los Sebastianes no permiten que ninguna obra respire, hable y se exprese. Toman una lupa y proceden a examinar cada minucioso detalle, en busca del primer salto de error y con ello, gritarlo hasta el cansancio; ignorando que el error, al igual que el arte es humano. Y cualquiera que decida escoger el "escape" al "análisis", en pleno uso de su libertad, recibirá en consecuente un sin fin de peyorativas, además de ser en automático culpable del peor crimen de todos: la muerte del arte y el buen gusto. No es que no pueda admirar y respetar grandes mentes como William Shakespeare. Pero, ¿a caso debería ser sometido a un juicio intelectual por priorizar en mi estantería al humilde Peter Parker al enloquecido Macbeth? ¿A escoger a Boba Fett ante Paul Atreides? ¿A ver robots en vez de penes?
Si Sebastián no se hubiera marchado tan molesto, hubiera podido explicarme. Si existiera este hipotético juez intelectual, que me señalase con su martillo mientras me pregunta "¿por qué?" Yo respondería sin tapujos ni pena, que al igual que yo, la muerte es ignorante.
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Pensamientos de Spider-Man 1999
RandomNo estoy copiando a Drave, estoy exportando su idea