El funeral de Lucius Malfoy

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—Entonces... avión. —Repite el niño de cabellos azules como si noacabara de entender una runa muy complicada.

—Si. —Afirma Harry, caminando a su lado listo para meterse en la red flu y ser llevados al aeropuerto de Plymouth.

—Esa cosa de metal muggle, donde hay muchas personas y que es poco segura. —Afirma el pequeño, quien para bien o para mal se ha criado con televisión y Harry definitivamente debería supervisar lo que ve si ha llegado a esa conclusión.

—Hay más probabilidades de morir en auto, pero si, es un poco insegura. —Intenta aminorar la incredulidad del niño mientras lanzan los polvos y desaparecen, cuando llegan a su destino Teddy ya ha cambiado su color de cabello a un castaño claro.

—A la abuela no le va a gustar. —Afirma, ambos salen de un mismo baño y algunos hombres los miran raro, pero lo ignoran.

—No, pero no necesitamos decírselo—El pequeño sonríe de forma gatuna.

—En ese caso podemos hacer un trato. —Entrelaza sus dedos malvadamente mientras caminan entre cientas de personas, Harry revisa nuevamente la salida en su boleto y analiza el cartel con el mapa del aeropuerto, nunca ha estado en uno y se siente perdido.

—Si sigues con ese pensamiento dudo que quedes en Hufflepuff cuando entres a Hogwarts—Teddy se toma el pecho con fingida ofensa.

—¿De qué hablas querido padrino? Mi corazón es noble y gentil, pero eso no significa que no vea una buena oportunidad de conseguir un par de tartas y, tal vez, una nueva Barredora X.—Mostraba sus dientes con espacios entre ellos, característica propia de un niño de 7 años, lo que no era propia era su capacidad de manipulación cuando se trataba del mayor alcahuete de sus travesuras: Harry.

Si bien el pequeño Teddy Lupin no vivía con Harry, si tenían por acuerdo pasar dos noches con él durante los fines de semana, los cuales Harry había decidido no trabajar nunca para poder pasar el mayor tiempo con él. El problema es que al crecer sin padres o al menos una muestra de amor genuina de parte de los adultos, Harry resultó ser bastante permisivo y, sobre todo, vulnerable ante la astucia de su querido ahijado.

Si ese niño resultaba en Slytherin algún día, sería totalmente su culpa. Irónico.

—Bien, te compraré una nueva escoba, pero tendrás que usarla solo cuando estés conmigo, si Andrómeda se entera que te di algo que no sea en navidad o cumpleaños volverá a ponerme visitas supervisadas y ninguno de los dos queremos eso. —A pesar de la condición el pequeño victoreó, su magia dio un pequeño estallido que lo hizo flotar unos centímetros, pero Harry lo tomó rápidamente del hombro y lo bajó.

—Oye, ¿quién es tu amigo por el que estás viajando en esta cosa? —Pregunta luego de un rato, cuando ya están por llegar a la entrada de abordaje y ya puede ver a Malfoy esperándolos ahí.

—Se llama Draco Malfoy.—Teddy junta sus cejas, luego se sorprende.

—¡¿No era un mortifago?!—El tono de voz se eleva.

—Shh, sí, pero ya no lo es. —Dice entre dientes—ahora es diferente y apreciaría si no mencionaras nada de su pasado por lo que resta del día, pórtate bien o le digo a Andrómeda que tu fuiste el que hizo explotar su bolso y no fueron sus cigarrillos con sabor a bomba.

Con esa amenaza el niño aprieta la boca en señal de que no dirá nada y cuando llegan junto a Malfoy la vuelve a abrir con fascinación.

—Malfoy, él es Teddy, mi ahijado, creo que nunca tuviste la oportunidad de conocerlo, ¿no? —Lo presenta, Malfoy le sonríe y extiende su mano.

El enigma en el que te has convertido| DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora