La cueva de Franky se alzaba majestuosamente en lo profundo de las montañas, una joya oculta en medio de la naturaleza. Su entrada estaba enmarcada por formaciones rocosas que parecían haber sido esculpidas por el paso de los siglos. La vegetación circundante se inclinaba respetuosamente ante su presencia imponente, como si reconociera la grandeza contenida en su interior. La cueva en sí misma parecía emanar una energía antigua y misteriosa, sus sombras y recovecos susurrando historias de tiempos pasados.
Franky, el solitario "rey dragón", se encontraba sentado en la entrada de la cueva, sus alas extendiéndose majestuosamente a sus lados. La paleta de colores en su cabello, que de manera inusual combinaba tonos morados y negros, era una muestra de su individualidad. Sus ojos negros, profundos como el abismo, se perdían en el lienzo estrellado del cielo nocturno. La oscuridad que lo rodeaba solo servía para resaltar la singularidad de su figura, una amalgama de fuerza y misterio.
En esa noche en particular, el firmamento se mostraba generoso con su espectáculo celestial. Estrellas parpadeantes se esparcían en el cielo, y una luna creciente derramaba su suave luz sobre la tierra. La serenidad del momento estaba a punto de ser interrumpida por un evento mágico e inesperado.
Una estrella fugaz trazó un arco brillante en el cielo, un destello efímero que desafiaba la oscuridad con su resplandor. La estrella caída parecía ser guiada por un propósito invisible, descendiendo hacia la tierra con la gracia de un bailarín celestial. Su trayectoria se desaceleró al acercarse a la cueva de Franky, y con un parpadeo luminoso, la estrella tomó forma humana.
En el lugar donde la estrella había tocado tierra, ahora se encontraba una joven de una belleza etérea. Su cabello oscuro era como la noche misma, con toques de azul claro que parecían capturar la esencia del cielo. Una corona de estrellas reposaba con gracia sobre su cabeza, centelleando en armonía con su piel pálida y sus ojos dorados que brillaban con una luz mágica.
La aparición de la joven era un espectáculo asombroso que parecía sacado de los cuentos de hadas. Sus ropas ondeaban suavemente con la brisa nocturna, y su presencia irradiaba un aura de misterio y poder. Era como si la mismísima noche hubiera cobrado vida en forma de una criatura celestial.
Franky, sorprendido por la inusual visita, se puso de pie con una agilidad sorprendente para alguien de su envergadura. La cautela brillaba en sus ojos, mezclada con una curiosidad que rara vez permitía aflorar. Su figura se perfilaba contra el cielo estrellado, una imagen que parecía salida de una antigua profecía.
- ¿Quién eres tú? -, preguntó Franky con una mezcla de desconcierto y fascinación, su voz ronca resonando en la quietud de la noche.
La joven sonrió con una expresión que reflejaba una combinación de inocencia y sabiduría ancestral. - Soy Layla - , respondió, su voz era como una melodía suave y envolvente. - He venido a guiarte en un viaje que cambiará tu perspectiva. -
La respuesta de Layla fue recibida con una mirada escéptica de parte de Franky. - Un viaje, ¿dices? ¿Y qué tipo de viaje podría ser tan importante que justificara tu aparición aquí? -
La sonrisa de Layla no se inmutó, como si estuviera acostumbrada a la incredulidad. - Un viaje hacia el entendimiento del amor y la conexión. Franky, he venido para ayudarte a descubrir que el amor no es una debilidad, sino una fuerza que puede sanar y transformar. -
Franky frunció el ceño, cauteloso pero intrigado por las palabras de Layla. - El amor y la conexión. Suena como algo que solo existe en los cuentos que la gente cuenta. -
La sonrisa de Layla adquirió un matiz travieso. - Es cierto que las historias pueden llevarnos a lugares inimaginables. Pero lo que te ofrezco es una oportunidad real de cambiar tu perspectiva. -
Franky no pudo evitar sentirse desarmado ante la persistencia y la sinceridad de Layla. - Y ¿cómo pretendes que yo crea que eres capaz de guiarme en algo tan personal como el amor? -
La respuesta de Layla fue inmediata y directa, como si hubiera estado esperando esa pregunta. - Porque veo más allá de la apariencia que has construido a tu alrededor. Puedo percibir la nobleza y la valentía que residen en tu corazón, incluso si tú mismo te has convencido de lo contrario. -
Las palabras de Layla resonaron en el aire, como un eco suave pero persistente que parecía vibrar en los recovecos de la cueva. Franky, a pesar de su reticencia, se encontró intrigado por la joven de cabello azul y ojos dorados. Algo en su presencia, en su convicción, lo llamaba de manera inesperada.
- ¿Cómo puedes estar tan segura de eso? - , preguntó Franky, su tono de voz reflejando una mezcla de escepticismo y curiosidad.
Layla se rió, una risa que era como una caricia alegre en el aire nocturno. - Porque puedo ver más allá de las capas que usamos para protegernos, Franky. Puedo sentir la fuerza que aún arde en tu interior, a pesar de tus esfuerzos por ocultarla. -
Franky desvió la mirada, como si buscara respuestas en las sombras que lo rodeaban. - Es fácil hablar desde la distancia, pero no conoces mi historia ni las razones detrás de mis elecciones. -
Layla se acercó un poco más, su presencia como una llama ardiente en la noche. - Tal vez no conozca todos los detalles, pero estoy aquí para escuchar y comprender. Todos tenemos heridas y barreras, pero eso no define quiénes somos en realidad. -
Franky la miró de reojo, como si estuviera evaluando sus palabras. - No es una historia que suela compartir. Pero supongo que ya que has llegado hasta aquí, tal vez mereces escucharla. -
El viento nocturno parecía retener la respiración mientras Franky comenzaba a relatar su historia, una historia de amor y desilusión, de cómo un corazón lleno de esperanza se había convertido en una coraza de desconfianza. Layla lo escuchó en silencio, sus ojos dorados brillando con empatía mientras absorbía cada palabra, como si estuviera tomando la esencia misma de su ser.
Cuando Franky terminó de hablar, un silencio profundo llenó el espacio entre ellos. Layla miró a Franky con una mezcla de tristeza y compasión, como si viera a través de sus palabras y entendiera el dolor que había estado llevando en silencio. - Lamento que hayas tenido que pasar por eso, Franky. -
Franky asintió con un gesto de gratitud. - Gracias. Ha sido un tiempo desde que alguien me ha escuchado de esta manera. -
Layla se acercó a él, su presencia como un faro de luz en medio de la oscuridad. - A veces, compartir nuestras historias es el primer paso hacia la sanación. Y aunque no puedo cambiar el pasado, puedo ofrecerte mi amistad y apoyo en el presente. -
Franky la miró, una mezcla de incredulidad y asombro en su expresión. - Eres realmente única, Layla. -
Layla rió con alegría, una risa que resonó en el aire y parecía traer vida al entorno. - Podría decir lo mismo de ti, Franky. Cada uno de nosotros es una historia en constante evolución, y estoy emocionada por descubrir lo que el futuro nos tiene reservado. -
El viento nocturno parecía llevar consigo la promesa de nuevos comienzos mientras Layla y Franky se encontraban allí, bajo el manto estrellado que parecía haberse vuelto testigo de un encuentro que cambiaría el curso de sus vidas. Dos almas, una envuelta en misterio y distancia, y la otra irradiando luz y esperanza, estaban destinadas a cruzar caminos en esta noche encantada.
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El Corazón de las estrellas.
RomanceLejos de todos, el imponente dragón Franky se refugia en su cueva, convencido de que el amor es una debilidad. Pero cuando una estrella cae del cielo en forma de la joven Layla, su perspectiva cambia. A medida que Layla rompe las barreras de Franky...