Kim Mingyu toda su vida fue alguien tranquilo, creció en una buena familia y, al convertirse en un adulto, se casó con una linda chica con la que tuvo un hijo, para su esposa, él era un hombre ejemplar; era trabajador, atento, cariñoso, buen padre, amable, entre muchas otras cosas. Ella lo amaba, tanto que no pensaba que fuera raro las constantes "cenas" que tenía con sus compañeros haciendo que llegará a altas horas de la noche.
Pues, ¿quien podría culparla? Ella confiaba plenamente en su esposo, nunca llegaba con el olor a perfume de una mujer, ni con marcas de besos, ¿cómo podría desconfiar?
Sin embargo, quizás debería poner más ojo en las poco notables marcas en su cintura, o de como siempre se quejaba de dolores de cadera, ella solo pensaban que eran caídas, su esposo era muy torpe, ¿no?
Lo que ella no sabía es que cada noche que su esposo se ausentaba, el estaba en otros brazos, como por ejemplo, esta noche.
Mingyu había recién salido del trabajo cuando un mensaje en su celular llegó, con una pequeña sonrisa no dudo en escribir una respuesta y casi de inmediatamente presionó el botón de llamada, la dulce voz de su esposa resonó en su oído al descolgar la llamada, dijo unas pocas palabras avisando que esa noche llegaría tarde, metiendo la vieja excusa de una reunión, y rápidamente se encaminó a aquél club que solía visitar cada vez con más frecuencia.
Sin siquiera tener que esperar en la larga fila de la entrada pasó directamente a la zona V.I.P dónde se encontró con aquél hombre que había puesto su mundo de cabeza.
Jeon Wonwoo, un hombre exitoso, con varios negocios y establecimientos, entre ellos, aquél gran club donde se encontraban ahora mismo, lo esperaba sentado en la parte más alejada con una sonrisa y un cigarro en sus manos. Sin dudarlo mucho, Mingyu se acercó y sin titubear o pensar en aquella barra de metal que cubría su dedo anular se sentó en las piernas de aquel hombre.
—No pensé que vendrías tan rápido.– Dijo aquél hombre disfrutando de lo dócil que era el otro, sus manos pasaron por sus muslos cubiertos por la tela de aquél costoso traje.
—Sabes que jamás te haría esperar...– Contestó el más alto pasando sus brazos por el cuello del contrario.–¿Qué te parece si vamos a tu oficina? No me gusta que nos vean.– Sugirió en un tono bajo y coqueto, captando la atención del pelinegro.
—Tu esposa se dará cuenta tarde o temprano, lo sabes, ¿no?– Preguntó mientras subía sus manos de aquellos carnosos muslos a aquella bonita cintura que tanto amaba marcar con sus dedos.
—Hay que aprovechar mientras ella no sepa, ¿no crees?– Se levantó y tomó su mano, conociendo ya a la perfección el camino, se hizo paso entre la multitud hasta llegar a la oscura y apartada oficina del hombre. Apenas aquella puerta fue cerrada, su cuerpo fue golpeado contra la misma dejándolo acorralado, las grandes y frías manos del contrario recorrieron todo su cuerpo tocando todo lo que tenía a su paso.
De su boca salían pequeños suspiros ante aquellas caricias, unos labios rasposos atacaron su cuello dejando varios besos, pero siendo extremadamente cuidadoso de no dejar evidencia de ellos. Poco a poco, aquellas manos fueron dejándolo desnudo de su cintura para abajo.
Wonwoo sin poder esperar más con aquella gran erección atrapada en sus pantalones tomó a Mingyu y dejó su torso recostado en el frío escritorio, sonrió ante la perfecta vista de aquel cuerpo musculoso y robusto semi desnudo con las piernas abiertas solo para él. Sin dudar quitó su cinturón y bajó su pantalón junto con su ropa interior dejando libre al fin su goteante polla la cual gritaba por atención.
Queriendo jugar un poco antes de continuar, pasó sus manos por las firmes nalgas y sin dudarlo levantó su mano, tomó vuelo antes de impactar la palma de su mano contra la jugosa carne dejándola rojiza casi al instante, sonrió ante el grave gemido que llegó a sus oídos, acarició levemente la parte enrojecida y disfrutó del movimiento de necesidad que recibió a cambio, se apartó un poco y tomó un pequeño bote de lubricante de uno de los cajones del escritorio, esparció un poco por sus dedos para luego acercarlos a la apretada entrada del más alto.
Mingyu gimió sin ningún tipo de vergüenza al sentir aquellos fríos dedos masajear aquel sensible músculo, sus caderas involuntariamente se movieron hacia atrás en busca de que el mayor le otorgara más placer, su palpitante erección goteaba contra el escritorio haciendo que cada vez que se movía la punta de este entrara en contacto con la fría madera.
Sin querer hacerlo sufrir más, Wonwoo introdujo uno de sus dedos sintiendo la calidez al instante, el músculo casi inmediatamente se tensó un poco haciendo que fuera más difícil moverlo, poco a poco, Mingyu se fue relajando dejando que Wonwoo pudiera moverse con más libertad. Después de algunos movimientos el segundo dedo no se hizo de esperar y se abrió paso tocando la próstata del moreno haciéndolo casi gritar, Wonwoo, extasiado por aquel bello sonido volvió a tocar la sensible zona disfrutando de todos aquellos bonitos gemidos que el contrario dejaba escapar.
—Won... Apúrate, no creo que pueda aguantar más.– Murmuró moviendo sus caderas de nuevo contra aquellos largos dedos. Lo hacían sentir bien, pero, pero no era suficiente, el quería algo más, necesitaba algo más.– Por favor...– Suplicó con esmero ansiando tener aquel palpitante miembro en su interior.
No queriendo alargar más las cosas sacó sus dedos del ya dilatado agujero y se colocó un condón, se frotó un par de veces riendo ante las incontables súplicas del menor y de una sola estocada entro en su interior. Un grave gemido nació desde su pecho al sentir la ya conocida estrechez, sus dedos se clavaron en su cintura y sus caderas comenzaron a moverse a un ritmo el cual con cada choque aumentaba su rapidez.
—¡Mierda!– Maldijo Mingyu ante el gran placer que comenzaba a sentir gracias a las embestidas del mayor, sus dedos se aferraron a los bordes del escritorio y su mejilla cayó en la superficie lisa, cada vez que su cuerpo rebotaba levemente aquel anillo en su dedo chocaba haciendo un pequeño sonido, Mingyu no podía decir palabra alguna más que el nombre de aquel hombre por el que pecaba mientras que Wonwoo solo podía pensar en lo mucho que deseaba que Mingyu fuera solo suyo.
Las embestidas con el paso de los minutos se convirtieron más bruscas y necesitadas, ya no había un ritmo como tal, era desordenado y duro. En la pulcra oficina se escuchaban los constantes gemidos de Mingyu mezclándose con los cortos gemidos de Wonwoo, el sonido de sus pieles al chocar hacía un eco que sobrepasaba el tenue sonido de la música del club junto con el pequeño chirrido del escritorio combinaba con el pequeño tintineo de su anillo de casado.
Wonwoo sintiéndose al límite se inclinó pegando su pecho a la gran espalda y con una de sus manos tomo al duro miembro del contrario haciéndolo gritar, con un par de empujones más los dos consiguieron liberarse al fin. El mayor fue el primero en moverse, saliendo lentamente de su interior y desechando el condón, arregló sus ropas lo más que pudo mientras Mingyu apenas conseguía levantarse, con las piernas temblorosas tomo su ropa interior y pantalón y comenzó a vestirse. Apenas terminó, sintió como era jalado y unos labios se encontraban con los suyos, correspondió al beso con un pequeña sonrisa para luego separarse.
—Deberías dejarla...– Wonwoo murmuró al moreno después de separarse, tomó su mano donde se encontraba aquel aro alrededor de su dedo y lo admiró por unos segundos antes de suspirar, Mingyu de verdad no sabía lo mucho que Wonwoo deseaba que ese feo anillo desapareciera, era algo egoísta, y el mismo lo sabía, pero también sabía que el jamás dejaría de comer de las migajas que Mingyu le daba.
—Sabes que no puedo, no todavía.– Dijo antes de dejar un pequeño beso en la mejilla del hombre, el cual, como en cada despedida, se sintió igual de estúpido.–Nos vemos después.– Susurró y salió de la oficina sin saber que dejaba a un pobre hombre lleno de ilusiones.
Y mientras todo pasaba, Mingyu aún tenía a dos personas esperándolo en casa, su esposa, de seguro aún despierta, estaría esperándolo con una sonrisa para luego ir a dormir, sin saber que otras manos lo habían tocado, otros labios lo habían besado, y es que Mingyu la amaba, pero no tanto como ella lo amaba a él.
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Doble vida • Meanie
RomantikMingyu tiene una bonita familia en casa, pero eso no parece importarle mucho. -Oneshot. -Historia de mi autoría.