Encuentro en el Pasado: Parte 1

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El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, creando un juego de luces y sombras en el tranquilo sendero del parque. Julia caminaba con paso ligero, sintiendo la brisa fresca acariciar su piel. Estaba sumida en sus pensamientos, tratando de olvidar el estrés acumulado de la semana en la universidad. Sin embargo, algo en el aire le decía que ese día sería diferente.

Al doblar la esquina, Julia se detuvo en seco. Frente a ella, a unos metros de distancia, estaba él. Martín. El chico que había conocido en la infancia, en el mismo parque donde ahora se encontraban. Aunque habían pasado años desde la última vez que se vio, Julia lo reconoció al instante. Su cabello oscuro y su sonrisa pícara eran inconfundibles.

Martín levantó la vista de su libro y sus ojos se encontraron con los de Julia. Un momento de sorpresa se dibujó en sus rostros, seguido de sonrisas cómplices. Julia sintió un cosquilleo en el estómago que no había experimentado en mucho tiempo. Los recuerdos de sus aventuras infantiles inundaron su mente, y sintieron que el tiempo se había detenido.

—¡No puedo creerlo! —exclamó Martín, levantándose y caminando hacia ella.

-¡Martín! —respondió Julia, sin poder contener su emoción.

Se abrazaron como viejos amigos que se reencuentran después de mucho tiempo. Los abrazos eran cálidos y familiares, pero también estaban cargados de una energía nueva, de un reencuentro que parecía destinado.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Julia, separándose un poco para mirarlo a los ojos.

—Vine a visitar a mis abuelos. No los veía desde hace un tiempo y pensé que sería un buen fin de semana para hacerlo. ¿Y tú?

—Solo necesitaba un poco de aire fresco y tranquilidad. Estudio en la ciudad ya veces se vuelve un caos.

Caminaron juntos por el sendero, compartiendo historias de lo que habían estado haciendo en los últimos años. Julia descubrió que Martín había estado estudiando en el extranjero, explorando su pasión por la fotografía. Por otro lado, Martín se rió al saber que Julia, la niña que siempre trepaba a los árboles, ahora estaba estudiando biología marina.

El parque los envolvía con su serenidad, como si los estuviera guiando hacia un lugar donde pudieran volver a ser ellos mismos, sin preocupaciones ni expectativas. Cada palabra y cada risa parecían deshacer los años que habían pasado separados.

Mientras se sentaban en un banco mirando el lago, Martín sacó su cámara y tomó una foto rápida de Julia. Ella rió, un poco nerviosa por estar frente al objetivo de su cámara.

— ¿Recuerdas cuando solíamos jugar a las escondidas aquí? —preguntó Martín, mirando la foto en la pantalla de su cámara.

—¡Claro que sí! Solía ​​se esconde detrás de esos arbustos —respondió Julia, señalando un grupo de arbustos cercanos.

— Deberíamos jugar una última partida, ¿Qué dices? —propuso Martín con una sonrisa traviesa.

Julia lo miró por un momento, su mente debatiendo entre la nostalgia y el deseo de revivir esos momentos. Finalmente, asintió con una sonrisa.

El parque se convirtió en su mundo de nuevo. Corrieron, rieron y se escondieron entre los árboles como en los viejos tiempos. Cada risa resonaba en el aire, haciendo eco en las memorias que habían compartido. Julia se escondió detrás de los mismos arbustos que solía utilizar de niña, y Martín la encontró riendo a carcajadas.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos. Se sentaron en el césped, recuperando el aliento. El parque estaba tranquilo, como si hubiera presenciado su reencuentro con una mezcla de nostalgia y alegría.

—Hace mucho que no me divertía tanto —dijo Julia, recostándose sobre el césped.

—Yo también lo pasé genial. Parece que el parque tiene una especie de magia que nunca desaparece —respondió Martín, mirando el cielo anaranjado.

El momento parecía suspendido en el tiempo, como si el parque hubiera detenido los relojes solo para ellos. Se miraron el uno al otro, compartiendo un silencio que decía más de lo que las palabras podían expresar.

Julia se acercó lentamente y posó su mano sobre la de Martín. Fue un gesto suave, lleno de significado. Martín la miró, sus ojos revelando una mezcla de emociones que habían estado guardando durante años.

—Martín, ¿recuerdas cuando hicimos una promesa aquí de ser amigos por siempre? —preguntó Julia, su voz apenas un susurro.

—Claro que sí, ¿Cómo podría olvidarlo?

—Parece que esa promesa se mantiene, ¿no crees?

Martín alentó y avanzó, y sus dedos se entrelazaron con los de Julia. La magia del parque, los recuerdos del pasado y la conexión que habían compartido durante ese día se entrelazaron en ese gesto simple pero significativo.

El sol finalmente se hundió en el horizonte, sumiendo el parque en la penumbra. Julia y Martín se quedaron allí, en silencio, permitiendo que el peso del reencuentro se asentara en sus corazones.

El primer capítulo de su historia fue escrito en los recuerdos de su infancia y en el reencuentro que habían compartido. El laberinto de sus vidas había vuelto a cruzar caminos, y ahora comenzaba un nuevo capítulo lleno de promesas, risas y, quizás, algo más profundo y emocionante: un romance que había estado esperando su momento para florecer.

En el Laberinto de Nuestro RomanceWhere stories live. Discover now