La Apuesta

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Había una apuesta corriendo entre los murciélagos, era más una broma entre ellos para molestarse por sus malos hábitos sexuales, pero al mismo tiempo era genuina curiosidad por cuál de los Wayne tendría un bebé primero. Damian no contaba porque fue más una donación de esperma involuntaria de la que no se enteraron sino hasta años después cuando el niño era más que independiente, y por eso Bruce seguía entrando en la apuesta. Sus escapadas como Brucie Wayne multimillonario excéntrico eran menos de las que imaginaban los habitantes de Gótica, pero seguían siendo constantes. Algunas veces eran solo para alimentar su tapadera y chismes de farándula. Otras eran para cerrar tratos de negocios como todos los detalles sucios en las industrias. Pero la mayoría de veces, los robins podían asegurar que eran para liberar las tensiones y frustraciones de ser Batman.

Dick no era muy fan de los encuentros casuales como su padre adoptivo, pero sí era conocido por sus numerosas relaciones que duraban muy poco y eran inmediatamente reemplazadas por otras. El beta era intenso al momento de entregar su corazón, pero no era muy bueno manteniendo a sus parejas. Jason por otro lado, no se permitía tener compañeros fijos por temor a que los villanos los usen en su contra, no en su guardia, pero sí se divertía bastante con desconocidos. El alfa se olvidaba de todos sus problemas durante un momento y se dejaba llevar. Quizá sí había heredado algo del murciélago después de todo. En fin, solo era cuestión de tiempo antes de que alguien se embarace.

Fue Tim. Tim que siempre fue el más inteligente y precavido de todos. El que se encargaba de investigar y confirmar información, el que ideaba los planes de ataque, defensa, contingencia y hasta ayudaba a dirigir las empresas Wayne. El único omega de la familia además de Bruce, que tenía una relación estable con su novio Kon pero nunca fue incluido en la apuesta porque nadie nunca se imaginó que el muchacho podría hacer algo irresponsable además de beber su peso en café y pasar demasiadas noches sin dormir. En su defensa, fue culpa de Bruce.

El caballero de la noche había notado los efectos secundarios de la falta de sueño y cómo estos podrían afectar gravemente las misiones, pero su hijo adoptivo había heredado su terquedad y falta de autopreservación y se negaba a tomar un descanso hasta que el caso estuviera resuelto. Había seguido a los traficantes durante semanas chocándose con callejones sin salida uno tras otro, hasta que por fin una pista le dio un atisbo de luz. Estaba muy cerca de atraparlos. Solo necesitaba más tiempo. Pero el murciélago ya no tenía paciencia. Estaba furioso porque Tim ya había salido lastimado en la última misión por un descuido bastante básico, así que llamó a Kon y lo autorizó para que secuestre a su novio y lo "canse" haciendo cualquier cosa que hagan ahora los jóvenes hasta que duerma un par de respetables horas.

El clon de Superman no desaprovechó la oportunidad e hizo como se le pidió. Tim estaba hecho una furia gritando y pateando y llorando de impotencia porque Batman no solo lo había removido del caso que tanto trabajo le había costado, sino que lo había entregado en bandeja de plata a un alfa para que lo someta. Oh, bueno, si eso era lo que quería, Tim se iba a encargar de que se arrepintiera de sus decisiones. Acto seguido y por los siguientes días, ambos jóvenes se envolvieron en una maratón de sexo furioso que hizo retumbar la granja de los Kent.

Bruce calculó que Tim regresaría luego de un par de días que se le pase el enojo y necesitara otro caso para seguir con su vida, o la comida de Alfred. No aprobaba del todo al clon pero sabía que su hijo adoptivo estaba en buenas manos, o al menos más que los días en que el chico se desaparecía por su cuenta persiguiendo pistas. ¿Quién sabe? Si se le pasaba el berrinche que seguro estaba haciendo y se tragaba el orgullo y regresaba luego de una siesta decente, hasta podría devolverle el caso de los traficantes. Quizá regular más sus horas de patrullaje para que no interfirieran tanto con la universidad. Pedirle a Alfred que vigile su dieta y lo obligue a comer como hacía con él... vaya que sí mismo no era un buen ejemplo a seguir. Quizá una disculpa del mismo Batman era necesaria. No podía culparse por tomar medidas drásticas en situaciones desesperadas, no quería perder a otro hijo... ahora entendía por qué Alfred drogaba su café de vez en cuando para obligarlo a dormir y curar sus heridas.

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