Compromiso {LUCEMOND}

CAPITULO 2

La noticia de la llegada de Lucerys, fue bien recibida por el rey, la corte, pero sobre todo por su hermano, el príncipe Jacaerys. Después de todo, ambos eran bastante unidos, aunque la distancia les ponía un obstáculo, las cartas entre ellos no había cesado ni una sola vez. Por lo que ambos esperaban con especial ansia el volverse a ver. La madre del chico, la princesa Rhaenyra, había organizado un banquete en su honor. Aunque las circunstancias no eran del todo gratas, el que pudiera estrechar nuevamente a su adorado hijo, la hacía sentirse completa después de mucho tiempo.

Cuando el joven Velaryon desmontó de su dragón Arrax, en la entrada de Pozo Dragón, se encontró con los ojos café de su hermano mayor, radiantes de alegría. Los jóvenes no tardaron en correr el uno hacía el otro, hasta unirse en un abrazo afectuoso y bastante largo.

—Cuanto has crecido —dijo el mayor de los dos, separándose finalmente para poder apreciarlo bien—, robarías el aliento a cualquiera, hermano.

El menor tuvo que apartar la mirada, ruborizado. Pronto, el príncipe Jacaerys también se daría cuenta de lo que había causado tal reacción en su hermano. Ya no eran niños, cada uno podía percibir el aroma característico de un alfa y un omega, la naturaleza del menor lo obligaba a sentirse tímido ante un cumplido lanzado por él, lo que hacía la situación algo más incómoda de lo normal.

Si bien Lucerys había sido considerado alguien atractivo desde pequeño, el paso de los años y su condición de omega, había hecho que sus rasgos se volvieran delicados, que su cuerpo se hiciera más curveado y sus movimientos más gráciles. Se había dejado crecer el pelo lo suficiente para que le llegase hasta los hombros y casi siempre llevaba joyas que resaltaban su piel pálida y con el color de sus avellana de sus iris.

—Me ves con buenos ojos, nada más —respondió el joven omega, mientras caminaban hacía el carruaje en el que había llegado el mayor—. Vaya, esperaba sólo caballos.

—Tonterías, cualquiera que se atreva a decir lo contrario, miente —Jacaerys abrió la puerta del carruaje para él, mientras le tendía una mano con intención de ayudarlo a subir—. Eso sería inadecuado y peligroso.

El menor frunció el ceño y tomó la mano de su hermano para no desairarlo, a pesar de que era perfectamente capaz de subir solo. Cada uno de los príncipes tomó un asiento frente al otro, con las sonrisas aun titilando en la comisura de sus labios.

—¿Y bien? —habló Lucerys una vez la puerta del carruaje se cerro y se puso en marcha—. ¿Vas a prevenirme sobre cómo es ahora o deberé esperar a llevarme la sorpresa en cuanto lleguemos?

El mayor volvió a dejar escapar una sonrisa irónica, se veía algo disgustado, esquivaba la mirada de su hermano como si esperara evadir ese tema.

—Me gustaría poder decirte alguna —hizo una pausa para poder tomar una buena bocanada de aire—, sin embargo, encontrarás satisfactorias cualidades en tu prometido, al menos las que yo he conseguido ver.

—Creí que lo odiabas —Lucerys escudriño el rostro de su hermano, en busca de alguna señal de que mentía para no preocuparlo, pero no la había—, una vez dijiste que era presuntuoso...

—Bueno, lo es, pero tiene razones para serlo —Jacaerys volvió a mirar a su hermano y se inclinó un poco hacía delante para tomar sus manos—. Lamentó haberte dado una mala imagen sólo porque en el momento en el que te escribía estaba frustrado o malhumorado, pero las razones por las que Aemond y yo no nos llevamos bien, no implica que no vea las cualidades naturales que posee, las cuales espero no cambien cuando se case contigo.

—Pero él me odia, hermano —habló por fin con sinceridad el menor, exponiendo su más grande miedo—. Puede que todo lo bueno que veas sí cambie conmigo, jamás me disculpe, tampoco siento culpa por lo que hice, pero soy la razón por la que su vida probablemente se complicase aún más. No dudo que sea bien portado, de buenos modales, pero no creo que yo sea ni remotamente de su agrado.