Capítulo 42.

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Me dieron el alta, sería un mes de reposo antes de que siquiera pudiera volver a trabajar haciendo de todo menos cirugías hasta que mi brazo mejore.

Una médico cirujana que no puede hacer cirugías... Suena más inútil que tener apéndice a este punto de la evolución.

Tendría que ir a chequeos por mi yeso que podría atender en el hospital de la otra ciudad, estaba ansiosa ya que pasaría todo ese tiempo con Jade, intenté convencerla un par de veces más.

—¿Y si no te cuido yo quién lo hará? No puedo estar un mes entero aquí.

—Podría decirle a Beth. —Sugerí.

Me miró con cara de pocos amigos, no pareció agradarle la idea.

—Vas conmigo, ahora sube al coche.

Pasamos primero a mi departamento para poder hacer mi maleta, me ayudó a sacar las cosas de mi closet y de la nada apareció una caja al fondo de este, la reconocí de inmediato, curiosa se acercó a agarrarla.

—¡NO ABRAS ESA CAJA! —Me exalté.

—¿Por qué? —Me miró algo confundida.

"Porque ahí están todos los juguetes sexuales que Emily jamás se llevó" ¿Cómo carajos planeo decirlo?

Mi rostro se tornó rojo intenso, lo podía sentir en la calidez de mis mejillas que era exagerada y con mi mano libre cubrí mi semblante. Con esa reacción era de esperarse que a pesar de intentar detenerla fue imposible con solo uno de mis brazos.

¿Es posible que vuelva a estar en coma? Creo que prefiero eso.

Abrió por completo sus ojos y con una sonrisa de asombro volteó a verme un segundo, sacó lo primero que vio por encima, unas esposas que tal vez solo llegué a usarlas una vez con Emily.

—¿Quién usaba esto? —Preguntó agarrándolas con la punta de sus dedos.

No, creo que prefiero haberme muerto directamente.

—Emily... —Contesté apenada.

—¿Están limpias?

—¿Crees que guardaría eso sucio?

Comenzó a reírse de mí otra vez, yo me senté en mi cama ya derrotada por la vergüenza.

—Las llevaremos. —Las dejó de lado mientras dejaba la caja en su sitio.

—¿Me estás jodiendo? —Subí mi mirada para verla.

Miró al techo algo pensativa, luego volvió a verme a mí.

—No. —Se levantó para dejarlas en la maleta. —Me interesa esos gustos tuyos.

Esta mujer es la persona más cruel que he conocido.

Siguió haciendo mi maleta, yo intentaba recuperar mi rostro pálido, no podía evitar contagiarme de su sonrisa ya que seguía riendo, me está haciendo planear una venganza desde ya.

Comenzamos el camino a la ciudad, íbamos hablando de distintas cosas mientras escuchábamos la radio, mis ojos bajaron hasta su mano, de nuevo estaba ese anillo que tanto odio, ella al voltear a verme notó esto y aparcó el coche unos segundos.

—¿No te gusta? —Me miró poniendo a mi vista su mano, negué tímida con la cabeza, se lo quitó a la vez que me daba una pequeña sonrisa. —¿Mejor?

No estoy segura de cómo me siento con esto, es como si ella misma me mostrara como estoy destruyendo algo, pero no pude evitar formar una sonrisa en mi rostro.

Nith. El error de amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora