Después de creerte inmune, la realidad te golpea, caes en la cuenta de que no eres lo que pareces, tu voluntad desaparece y llegas al punto de quiebre.
Colapsas tan fuerte que te derrumbas sin poder evitarlo, te llenas de impotencia y dolor mientras te pierdes en tu propia destrucción.
Pero nada es para siempre. Aunque te sientas como una aguja en un pajar, como un grano de arena en un inmenso mar, existen mil razones para continuar.
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