Capítulo 1

10 1 2
                                    

Era Septiembre, las hojas de los árboles empezaban a metamorfosearse en un baile de colores que parecían apagarse poco a poco. Aquel espectáculo era bello, lo más bello que había visto desde que empezó el verano. De repente sentí nostalgia por todo aquello que había dejado atrás y por todo aquello que en su momento me hizo feliz; mis amigos, mi hogar... e incluso aquel puesto de chucherías que se hallaba en la esquina izquierda de mi calle. Perdón, mi antigua calle.


Pensé en ella mientras contemplaba la estampa que me mostraba la ventana. Entre ambos paisajes sólo encontraba diferencias; aquello que estaban observando mis ojos no tenía nada que ver con el barrio en el que había vivido tantos años. Bloques de pisos, propios de un barrio obrero de clase media-baja, me habían visto crecer y cambiar, edificios destartalados en contraste con pisos algo más modernos de protección oficial y un antiguo teatro que ahora era considerado "okupa". Echaba de menos aquel ambiente humilde y real, un ambiente que no parecía respirar en aquel nuevo lugar que parecía sacado de una revista modélica o de una película americana. Aquella calle era "verde", como me gusta denominarla por sus numerosos árboles, arbustos y jardines bien cuidados, y puedo asegurar que aquello era lo único que me gustaba de ese lugar. La casa era preciosa, enorme y muy luminosa, con grandes ventanales cubriendo la fachada, un portón coronando la parte frontal y un jardín en la parte posterior de la casa. Pero sin duda, lo que más me gustaba de la casa era la enorme biblioteca que poseía; una habitación cubierta de estanterías a rebosar de libros, que debieron pertenecer a sus anteriores propietarios. Libros de diferentes temáticas, tamaños y épocas. Libros viejos con olor a deseo de volver a ser leídos y carácter propio, lo único que parecía tener personalidad por aquí.


"Te acabarás haciendo a esto, cariño" Las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza como una pequeña esperanza a la que aferrarse, aunque después de haber vivido el peor verano de mi vida ya no sabía que creer.


Había algo que me quemaba por dentro de todo aquello, era una sensación de la que no me había podido desprender, y esta vez no hablo de ese odioso sentimiento de desesperación que me atenaza; era algo superior, una sensación que parecía hablarme desde lo más profundo de mi interior. No sé como explicarlo, lo único que puedo deciros es que ocurrió un día que visitaba la ciudad con mi pequeña hermana Giny; la catedral, algún barrio antiguo del centro muy bien conservado con casas que debían llevar largos años en pie, un pequeño teatro de época... Cuando los vi, mientras paseaba por sus calles y contemplaba a sus transeúntes, algo así como una sensación de tempestuoso vacío recorrió mi estomago hasta marearme y hacerme sentir vértigos. En ese momento pensé que había sido una bajada de tensión, pero a día de hoy puedo decir que la sensación que dejó en mi cuerpo no se ha extinguido.


Siento que de alguna manera ya conocía esta maldita ciudad.

Como si dos tiempos se entremezclaran en mi, para volverse a separar.


En fin... ya no sé ni lo que digo, creo que eso estar encerrada en casa durante días acaba pasando factura. Por suerte o, mejor dicho, por desgracia, mi voluntario encierro pone su fin mañana.


Deseadme buena suerte, pues mañana va a ser un día demasiado largo.


Mañana; mi primer día de clase.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora