chapter 2 甘さ Fear

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Una pequeña japonesa de cinco años de edad llamada Mina se encontraba en ese momento en una reunión familiar en la cual estaban sus padres, y su hermano mayor

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Una pequeña japonesa de cinco años de edad llamada Mina se encontraba en ese momento en una reunión familiar en la cual estaban sus padres, y su hermano mayor.

Todos los niños de la familia estaban jugando juntos y corriendo alegres por todo el patio mientras los adultos conversaban y preparaban la parrilla.

Mina estaba debajo de una mesa escondida mientras jugaba con unas latas de atún y unas piedras. Estaba divirtiéndose a su manera, haciendo chocar las piedras con la latas provocando un sonido que la hacía sonreír.

Nadie parecía notar su presencia en ese lugar, pero tampoco quería que nadie lo hiciera. Ella estaba muy ocupada causando ese sonido entretenido con sus nuevos juguetes como para que alguien la interrumpiera.

Estaba a punto de hacer chocar la piedra contra la lata de nuevo, pero en ese momento sintió como alguien se la arrebató.

Ella no alzó la mirada, sólo quedó paralizada sin saber qué hacer.

-¡Levántate de allí! -era el nuevo esposo de su tía.

La niña siguió allí, sin decir ni hacer nada.

-¡Levántate! -la tomó por el brazo y la levantó a la fuerza-. ¿Que no ves que todos te mirarán raro? -sacudió sus manos-. Sal a jugar con los niños normales, estás avergonzando a tus padres.

Mina siguió allí de pie sin moverse.

-¡Mina!

La niña llevó las manos a sus oidos y los cubrió mientras apretaba sus ojos.

-¡Ve con los demás niños! -la sacó de allí.

Mina miraba hacia atrás, donde habían quedado las latas y las piedras tiradas. Se zafó y corrió para esconderse debajo de la mesa de nuevo.

El hombre volvió a acercarse y la sacó de allí.

-¿Por qué tienen que haber personas como tú? Todo va bien en el mundo hasta que niños como ustedes arruinan nuestras vidas. ¡Mírame a los ojos! -levantó su rostro a la fuerza, pero Mina no lo miró.

El hombre llevó las manos a sus hombros y comenzó a tocarla, mientras respiraba acelerado... ¿Qué estaba pasando?

-Tienes que ser buena niña, y quedarte tranquila -susurró bajando las manos desde sus hombros hasta sus brazos.

Mina abrió los ojos asustada. Sus manos se sentían rasposas, y la manera en la que respiraba la estaba asustando.

El hombre se arrodilló frente a ella y siguió tocandola. Mina dió un paso hacia atrás, no le gustaba que la tocaran.

-¡Quédate tranquila! -intentó tocarla de nuevo.

Mina se zafó y corrió hasta salir del interior de la casa e ir hasta el patio, donde estaban sus padres.

Cuando los vió se abalanzó sobre los brazos de su madre y la abrazó con fuerza mientras temblaba un poco.

-¿Qué sucede, cielo?

El resto de la familia miraban esto ya acostumbrados al comportamiento inusual de la niña.

-Ir -susurró.

-¿Te quieres ir? -acarició su espalda.

La niña asintió rápidamente sin dejar de aferrarse con fuerza.

-No podemos irnos aún, ¿no quieres jugar con los niños? -señaló.
De inmediato se negó.

-Yoon está preparando algo rico para que comas, ¿no quieres?

Se negó con más fuerza, y comenzó a temblar al escuchar ese nombre.

-Nos iremos en un momento -besó su cabeza.

Durante todo ese rato la niña siguió abrazándola, no quería apartarse ni que volvieran a tocarla de la manera en la que lo habían hecho.

El hombre apareció con las latas y las piedras en sus manos mientras sonreía fingidamente.

-Mi nueva sobrina ha dejado esto tirado allá -se acercó.

-Mira, Mina -intentó voltearla para que lo mirara-. Te entregarán tus cosas.

Mina se negó sin dejar de abrazarla.

-Miedo -susurró.

-No tienes que tenerle miedo al tío Yoon, él te quiere mucho.

-La quiero mucho, y ella lo sabe -comentó sonriendo.

-Míralo, cielo -insistió.

Mina volteó, pero no alzó la mirada en ningún momento.

-Toma tus juguetes, pequeña -se los ofreció.

Mina no extendió sus manos ni hizo nada, sólo permaneció allí, sentada en el regazo de su madre.

-Mina, tómalos, sé educada -susurró su madre tocando su espalda.

-Miedo -susurró volviendo a abrazarla.

-Déjalos aquí, debe estar cansada -suspiró frustrada.

-Si quieres puedo llevarla a dormir en una de las habitaciones -ofreció.

Mina escuchó esto y negó rápidamente mientras apretaba la blusa de su madre con fuerza, como si le estuviera suplicando que no la dejara ir con él.

-No, déjala aquí -la abrazó contra su pecho.

-Está bien -suspiró frustrado-. No tengas miedo, pequeña, todo estará bien -acarició su espalda.

Mina sólo temblaba al sentir sus manos volviendo a tocarla. Nadie veía esto como algo raro, nadie se alertaba ni decía algo al respecto... Después de todo no había razones evidentes para eso.

En ningún momento Mina se apartó de los brazos de su madre, incluso cuando ya iban camino a casa en el auto, siguió abrazándose a ella.

-¿Te sientes triste, cielo? -acarició su cabello.

-Seguro tiene sueño -dijo su padre mirándola de reojo-. Cuando lleguemos en casa dormiremos, cariño.

Mina abrió los ojos y se separó un poco. No dejaba de recordar lo que había pasado más temprano y sentirse angustiada... ¿Volvería alguien a tocarla de esa manera que tanto odiaba?

 ¿Volvería alguien a tocarla de esa manera que tanto odiaba?

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Sweetness 愛 MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora