Parte 1: Rutina y extrañeza

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Cada año debo estar preparado para el estrés de patrullar en el Festival de los Fragmentos, pero este año se siente... extraño...

Cuando David llegó, el trabajo se volvió mucho más peligroso, pero el miedo era insignificante frente a la euforia que nos traía saber que estábamos haciendo lo mejor para proteger a la gente... Yo me sentía así, todos en el equipo lo hacían. Desde que se fue, sin embargo, ver todo esto, a todas estas personas, solo me consterna. Hoy tengo una tarea peligrosa, especialmente siendo un oficial, una donde me enfrento a una amenaza retorcida y oculta a plena vista: la autoridad; la misma que acabó con David, los Cuidadores de Fragmento.

Es por eso que este año se siente tan diferente. Mientras las personas a mi alrededor están alegres por la festividad, yo me siento alerta e impotente, pues tengo encima la tarea de matar a alguien que todos creen inmatable para que deje de usar el mundo y a las personas como sus juguetes y su caja de arena. Esa es la razón de que las inocentes sonrisas en los rostros de la gente lista para celebrar hoy me resultan tan...

-Aterradoras... -dice Jane interrumpiéndome-. ¡Papá!, ¿cuándo salen esas máscaras?

-¡Oh!, no son máscaras, amorcito, ¡son las cabezas de los animales mecánicos! -explico recién salido de mis pensamientos. Es verdad, tengo mucho qué hacer hoy, pero primero debo dejar a esta linda mocosa en su escuela.

-¿Animales mecánicos? ¿Como esos con los que jugabas junto al tío David? ¡WOOOOW! -expresa. Es muy lindo ver su inocente emoción-. ¿¡Puedo subirme a uno!? Por favor, muy por favor.

-¡Jaja! -río sin poder evitar la alegría por el lindo giro que le dio a mis recuerdos-. Los animales mecánicos están algo alejados de los juegos para niños, así que no me sorprende que no los hayas visto antes. Como sea, le diré a tu mamá que te lleve a uno durante el festival; solo no te separes, ¿bien, linda?

-¡Sí! -grita emocionada-. No, espera, ¡nono!, no puedo subir a tu juego favorito sin ti, ¡tú tienes que llevarme! -negocia.

-Jane, sabes que no puedo ir esta vez; este año mi turno es de noche, no puedo dejarlo mucho tiempo, lo siento... -respondo penoso, pero el trabajo es el trabajo...

-¡Ah!... -exclama decepcionada-. En verdad me gustaría ir a los animales mecánicos contigo y el tío David... Porque ustedes siempre hablaban felices, muy felices de eso juntos...

-Amor... -digo sin saber qué más contestar. Realmente es difícil hablar de esto con ella... Hay un breve silencio.

-¡Papá! -reacciona en tanto lo nota-. No estés triste, ¡todo está bien! Ya podremos ir el próximo año, así incluso podrás decirle a mi tío que venga y subamos... todos... -su asertivo discurso se pausa abruptamente-. ¡Espera! ¡Es verdad!, ¡no te he preguntado si mi tío vendrá este año! ¿Lo hará? ¿¡Vendrá esta vez!? -pregunta muy ilusionada.

-David... -digo preocupado buscando una respuesta apropiada. Preguntas sobre él siempre son complicada de contestar-. No sé si él podrá venir este año; o el año siguiente.

-¡Oh!... ¿Eso crees? ¡Vaya!... Pensaba que su trabajo fuera de aquí duraría mucho menos... -expresa.

Acabando esa conversación no sigue nada más. El camino hacia la escuela de Jane se hace algo más largo de lo usual entre pensamientos, recuerdos y, cortesía de mi hija: culpa. Las calles dejan de verse adornadas conforme nos acercamos al destino. Puedo notar que la falta de arreglos apaga a Jane por completo; no la culpo, también me pasa. Aunque para mí es bastante peor, porque en mi caso perder la emoción por el festival hace que me concentre en el trabajo y justo ahora eso es muy estresante... Finalmente, llegamos.

-¡Servido, linda señorita! -digo alzando amigablemente la voz y haciendo gesto de chófer.

-Gracias, papá -dice mientras aproxima su mano a la puerta.

Hope is a Shooting StarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora