Parte 3: Festivales y emociones

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Vine al trabajo. El Festival de los Fragmentos es ciertamente una experiencia... Las luces en las paredes y los hologramas de los drones que representan hechos históricos son todo un espectáculo en los pasillos de la entrada. La zona de comida tiene puestos de todos los rincones del país; los senderos de patinaje sobre hielo y parques deportivos temporales son una fuente interminable de risas; y los conciertos y reuniones de decenas de artistas consolidados y cientos de aspirantes no dejan de emanar emoción de sus fans en todo el alrededor del centro del evento, donde está el foro del Cuidador.

Estando de guardia entre todo el meollo puedo ver cómo, a mi alrededor, las personas disfrutan del evento con mucha alegría; niños ríen y corren frente a mí y veo grupos unidos divirtiéndose con juegos mecánicos o museos de comida. Una familia cerca mío jugando en un restaurante extranjero llama mi atención: probar comidas aleatorias se ve como un juego muy divertido si sabes que nada va a saber realmente mal; al menos sus caras y carcajadas lo hace lucir así. Debo admitir que toda esa diversión, en contraste con la solitaria guardia, me causan algo de envidia, porque me gustaría hacer lo mismo.

Aún así, valoro vigilar aquí, porque pese a saber que el resto de los días, lugares y vidas del mundo son controlados según los caprichos de los Cuidadores y sus lacayos, no puedo evitar amar este sitio. La devoción de la gente aquí está dirigida hacia una farsa, es verdad; pero la esperanza que tienen en su despreciable líder es genuina, y los une de forma tan hermosa que es imposible no admirar su belleza. Es como si las luces del festival fueran el brillo de la esperanza de todos aquellos que ciegamente creen en los Cuidadores. Si tan solo su luz no estuviera mal encaminada...

Patrullé un buen rato. Los pensamientos sobre la gente dejaron de arrasarme pronto, y decidí disfrutar la vista del festival mientras vigilaba. Horas pasaron sin nada resaltante, y así fue hasta el momento que acordé con Cris. No llegó al lugar; tampoco contestó mis llamadas. Intenté contactarme con él de otros modos, pero simplemente no funcionó. Eventualmente me rendí. Como sea, ya había hecho un compromiso con Jane, así que contacté con la dueña del oso mecánico que solía montar con David y le pedí que no lo desmantelara hasta mañana; accedió, aunque lo mas probable es que termine montándolo de nuevo en otra parte, porque es seguro que cierren toda la zona para investigar. Le avisé a Laira y Jane, y ambas comprendieron y accedieron a esperar.

Ya despreocupado respecto a Jane (aunque mi bolsillo seguro lo va a resentir después), seguí mi guardia por otro par de horas. Finalmente, llegó el momento de reunión.

Mientras las personas empiezan a caminar hacia el núcleo del evento, Martin y yo dejamos nuestros puestos de guardia, que ahora son casi inservibles, pues la gente se agrupó en el foro. Camino discretamente entre las líneas policiales que detendrían el paso de civiles, y en cuanto me salgo del rango de visión de quien pueda pasar, empiezo a correr.

Rei dijo que disparara desde el hotel a la derecha del foro. El camino hacia el punto se vuelve más peligroso en tanto más avanzo. Primero, la densidad de las patrullas de policía se va volviendo menor, pero solo es porque las de Fuerzas Fragmentarias se hacen más presentes. Llegado cierto momento, eso hace imposible seguir, de no ser porque sé los ritmos y rutas de las FF.

A partir de esta zona, dejo de correr y empiezo a ir caminando y, en ratos, agachado. El informante de Rei hizo un trabajo espectacular. Tres, cuatro, seis, doce calles; paso entre las zonas mejor vigiladas que he visto desde los casos más turbios que investigué con David como si no fueran nada. Los soldados FF son muy disciplinados, y es precisamente eso lo que les juega en contra, porque sus rutas son exactas.

¡Genial! Sabía que sería fácil pero el tiempo es muy sorprendente. Aún así, no todo es perfecto: crucé un gran tramo, pero desde ahora las rutas se entrelazan tan seguido que es imposible continuar por ellas; aquí es donde debo... escabullirme hacia las alcantarillas. Así que después de todo de algo sirvió entrenar el olfato cada vez que entraba a AAO.

Hope is a Shooting StarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora