❝ EGO Y LOCURA❞

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- Y ese espectáculo del que hablas... ¿Lo haremos aquí en San Petersburgo? - Parecía que había olvidado el disgusto de ver con vida al hombre que pensó haber matado dos años atrás. Incluso se podía ver un brillo de pura ilusión en el ojo descubierto, seguramente al imaginarse alguna escena macabra protagonizada por ambos terroristas en el centro de la ciudad.

Fyodor estaba seguro que Gogol estaba impaciente por iniciar la función y eso le hizo sacar una pequeña sonrisa en su rostro. Sabía que se desesperaría si le decía que aún no darían el primer golpe pues la paciencia no era una virtud del payaso.

- No, aquí solo vine a recogerte... ¿Sorprendido? - Y no era para menos, después de todo ¿Cómo podía saber que pasaría por allí? Bueno, era Fyodor. Si mínimamente lo conocía, debía ser consciente que podía avanzarse a cualquier movimiento de sus enemigos...y sus supuestos amigos. - No es la primera vez que me avanzo a tus movimientos Gogol, deberías saberlo.

- ... - Nikolai no era idiota pero predecir que predecirían que iría a un bar de San Petersburgo dos años después de los acontecimientos en Meursault era bastante difícil. Era comprensible su confusión. - ¿Desde cuando llevas esperándome?

-Desde hace un mes. Es cierto que no estaba seguro de que acudirías ni cuando exactamente. - Admitió. ¡Bien! algo que el gran Dostoyevsky no sabía. ¡Debía ser un milagro! se apuntaría ese día en el calendario. - No viste mi muerte. No pudiste presumir de tu gran logro ni disfrutaste viendo como agonizaba. De alguna manera tenías que regocijarte en frente de mi pero, tampoco tenías cuerpo ni tumba al que llorar. Por eso deduje que terminarías visitando Rusia, mi país, pues es lo más cerca que estarías de mi persona.

- Y Supiste que era Sant Petersburgo porque tú mismo lo mencionabas de vez en cuando.

-Correcto. En cuanto a la cafetería...Solo debía escoger una de mi agrado, te recordaría a mí. - Gogol se dio un golpe en la palma de la mano con su puño como dando a entender que ya lo había entendido. Era increíble como podía pasar de la decepción a la alegría en menos de un minuto. - En cuanto al tiempo, no vendrías en seguida. Esperarías año y medio o tal vez dos años. Y justo hace dos meses de mi muerte, justo cuando empecé a venir todas las tardes.

- Podía haber venido una mañana.

-No podías. Las cafeterías se llenan por la tarde y si vas a dar un discurso, necesitas tu público. Era evidente que vendrías por la tarde.

- ¿Por qué me lo estás explicando? No eres muy dado a revelar tus secretos.

- ¿Acaso esto es un secreto?

- Todos te dan por muerto. Yo quiero verte muerto.

- Lo sé.

- ¿Para que arriesgarse? ¿Tanto me necesitas?

- No realmente.

- ¿Entonces?

- Quería ver tu expresión al verme. Ha valido la pena.

- ¿Y si no fallo la próxima vez?

- No habrá próxima vez.

Ya empezábamos. Como de costumbre Fyodor sabía más que nadie, predecía del payaso lo que ni él mismo sabía y le hacía sentirse esclavo del destino. Como si no le quedase otra opción que aceptar que no podría matar a su amigo.

En ese momento se sentía atado y por eso aumentaba el deseo de terminar lo que empezó.

- ¿Cómo lo sabes?

- ¿Cuándo he fallado? Por suerte o por desgracia divina, soy omnisciente, omnipotente y omnipresente.

- ¿Eso no es Dios?

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2023 ⏰

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