Venganza

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                      Amaya Russo

Hoy, tres días después de mi secuestro estoy en perfecto estado incluso mental.  Pensé que el impacto de volver a estar entra las sucias manos de Sasha sería mayor para mí, pero no lo fue. Increíblemente hoy me siento como si no me hubiera pasado nada, con la pequeña excepción de que tengo u  juguete nuevo esperando por mi en mi mazmorra desde hace tres días sin comida ni agua.

Dimitri me pidió llevarle como mínimo un vaso de agua, pero se negué y le dije que no podía ser clemente con alguien que solo fue un tirano con él. Si cuando el burro se cae no les das los palos nunca aprenderá la lección.

En este momento me encuentro en mi habitación bajo la atenta y lujuriosa mirada de Caleb. Me eh puesto un hermoso y sexy conjunto de lencería negro que resalta cada uno de mis atributos. Veo a la mujer en el espejo y me prometo jamás volver a olvidar quien soy, pura perfección. Como una de esas muñecas de porcelana, inmaculadas, perfectas y hermosas; el estereotipo perfecto.

—Se ve bellísima ama, usted no tiene imperfecciones.

—Si las tengo Caleb, es solo que no están a la vista porque yacen dentro de mi.

—Comprendo—respondió respetuoso.

—Dime Caleb como te sientes exactamente al verme así, tan sexy.

—La tengo dura como una roca de mármol y mis ganas por estar dentro de usted crecen a cada segundo—por eso me gusta Caleb, además de lo ardiente y malditamente bueno que está; es muy honesto y sucio.

—Tu con esos boxer blancos Calvin Klein no te quedas atrás, se me antoja tu polla entre mis labios—ante mis palabras mi sumiso cierra los ojos sintiendo pura satisfacción y apuesto a que se esta imaginando lo que le eh dicho.

—Pero antes de jugar Caleb tenemos un asunto pendiente esperándonos en la mazmorra, no tienes ganas de castigar al hombre que hizo daño a tu ama?

—Quiero matarlo, dárselo de comer a mis fieras—sus palabras me excitan, pero también menciono algo que no había revelado nunca antes.

—De que fieras hablas Caleb?

—En mi casa, tengo a dos panteras negras que son mis mascotas desde que eran cachorros. Los amo y ellos son leales a mi, con solo una palabra mía hacen trizas al objetivo.

—Interesante, me gustaría conocerlos; soy amante de los felinos.

—Cuando gustes, ama.

—Bien, ahora si vamos—fuimos directamente a lo que yo llamaría como la sucursal del infierno para el hombre que esta allí encadenado y mazmorra del placer para el hombre que sigue mis pasos.

Al llegar voy directamente a la sala de torturas y veo fijamente a Sasha. Esta totalmente desnudo, encadenado y por lo visto dormido. Las cadenas de acero que lo sujetan están atadas a sus manos, pies, rodillas y cintura; para evitar cualquier movimiento estúpido por su parte.

—Caleb tendrías problemas con besar el pene de un hombre—Caleb enrojecio con mis palabras pero logro responderme en u susurro.

—No ama, no tengo problemas con besar el pene de un hombre—sus voz tartamudeante y baja me hizo sonreír.

—Gracias por tu sinceridad Caleb y ahora te daré una lección. Nunca te avergüences de ti ni de tus preferencias sexuales, que tiene de malo que te gusten ambos sexos?

—Entiendo ama.

—Debes tener siempre en cuenta que la manzana no es el único fruto prohibido, porque también existe la banana y a veces resulta incluso más adictivo que el primero.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2023 ⏰

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