Todo era negro. Escuchaba la voz de otro hombre que al parecer se dirigía a él, en aquella cabina obscura que ni la luz podía iluminar. Pensó que nadie más les hacía compañía, ya que no había ni un atisbo de los leves susurros de los que intentan no interrumpir. Sólo estaban ellos dos. El primero, sentía las muñecas presas ante un metal helado que intentaba adherirse a su piel. Incapaz de describir al otro, se encontraba en silencio; perdido entre las cenizas de su memoria calcinada, ansioso por entender la razón de su situación y por aliviar la tensión que le causaban los gritos de la elipsis y la incertidumbre. El dueño de la voz, se encontraba frente al esposado, listo para presenciar el espectáculo que estaba a punto de dar inicio.
-Retomemos lo que conversábamos hace un momento, Ethan. Dime, ¿qué ves?
-¡Está lloviendo, los truenos me están rompiendo los tímpanos! ¡Las gotas embisten el auto!
-¿Estás en un auto? ¿A dónde vas?
-No lo sé... sostengo el volante como si fuera a partirlo por la mitad... ¡piso el acelerador como si estuviera pisando su cara!
-¿Qué cara? ¿Hay alguien contigo allí?
-¡Sí, sí! Está ella. Tiene sangre... sangre en las piernas. Y el brillo de su anillo me impide ver mejor.
-¿Quién es ella? ¿No está intentando detenerte?
-¿Por qué habría de detenerme? Yo lo único que quiero es liberarla.
Ethan se quejaba como si tuviera un taladro dentro de su estómago, agujereándolo. El otro se mantuvo inmóvil y cosido a su sillón, mientras él parecía ahogarse.
-¿De qué quieres liberarla, Ethan? ¿Qué hizo?
-¡Ella me engañó! Quiero alejarla de los que nos quieren dañar... me engañó con el que quiere quitarle su anillo... pero no quiere estar conmigo. No quiere estar conmigo.
-Sigue conduciendo, ve a una salida, mantente a salvo.
-¡No puedo! ¡Tengo que hacerlo! ¡Debo ayudarnos! Allí está el árbol, debo hacerlo...
-¿Qué árbol, Ethan? No estás ayudando a nadie.
-Sí, a ella... a ser libre. La juzgarán, nos juzgarán. Sólo cinco segundos y habré cumplido mi cometido. 5...
-No, Ethan. ¡NO!
-4... Adiós, Helena.
-¡ETHAN! ¡Frena!
-No puedo frenar. 3...
-¿La quieres matar?
-¡Síiiii! No merece vivir. 2...
-¡No! ¡Ethan!
-1... Ustedes no me encarcelarán, bastardos.
El esposado despertó de golpe, pero aún se sentía dormido. Se preguntaba qué había pasado, qué había sido esa pesadilla tan extraña. ¿Esa mujer había formado parte de su vida? Él no lo sabía. El otro salió de la cabina y un sujeto lo abordó:
-¿Qué concluyes? ¿La mató?
-Sí. Por supuesto, la hipnosis lo corroboró.
-Pobre, está loco de perinola. Matar a su esposa por serle infiel. Eso es enfermo.
-Esa no es la cuestión. Ella no era su esposa.
-¿Y cómo usted lo sabe?
-Porque ese anillo se lo compré yo. Estábamos tramitando el divorcio cuando ella lo conoció. Comenzaron a salir a escondidas, pero nada está fuera de mi alcance, James. Dejé que las cosas siguieran su curso, hasta que noté su enfermedad. El trastorno mental le hacía pensar que él era su esposo, y yo el amante de su mujer. Por eso se la llevó al maldito puente y la mató.
-Creí que nada estaba fuera de tu alcance.
-No, no lo está, simplemente permití que la matara...
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Ciclo siniestro
Mystery / Thriller¿Podrá una simple hipnosis psicológica atrapar a un asesino?