𝆗Ben Wa Balls𝆗

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Como en todos los demás sentidos en los que se conforma una institución social, el matrimonio se convertía en mucho más que un vínculo físico/sentimental/espiritual entre dos personas que se aman. Con la unión en matrimonio, la pareja abarcaba un conjunto más amplio repleto de derechos, responsabilidades, monogamia y en los casos más normales, la tan temida monotonía.

Pero el suyo en particular era jodidamente maravilloso, no estaba de más presumirlo, La Señora Ríos Bernal había tenido la fortuna de coincidir con su gran amor desde muy joven, cuando aún compartían clases en la universidad, pero aunque no fueran por allí hablando sobre ello, seguía siendo muy supersticiosa al respecto y creía que era mejor no comentarle a nadie sobre aquel maravilloso detalle. Nah, nadie más tenía porque saberlo.

Si, estaba dejando que la monotonía incursione en su matrimonio pero, ¿Realmente le disgustaba? Oh vamos... podía autoanalizarse fácilmente y llamarse práctica, pero ¿Monótona? No era para tanto.

-¿Victoria? -Preguntó el hombre algo descolocado al ver que, efectivamente, era su esposa quien hacía el llamado.

-Hola cariño... -Habló con un extraño tono en su voz que rapidamente encendió varias alarmas en Heriberto.

-¿Oye está todo bien? ¿Es María? -Insistió el doctor, incorporándose de su silla.

-¡No Heriberto! -Exclamó la diseñadora, con aquella voz extrañamente alterada. Su esposo alzó una ceja ante su respuesta.

-¿Estás molesta por algo? -Prosiguió con otra de las opciones que sugirió la intranquilidad de su mente.

-¡Oh cielos! -Bramó -¿Porque insinúas que lo estoy? -Señaló tan irritada, que abrumó a su esposo.

-Cariño ¿que rayos sucede contigo? -Expresó Heriberto, desconcertado.

-¿Es que acaso no puedo llamarte sin motivos, ahora? -Le cuestionó, igual de desconcertada.

-¡Lo siento! -Exclamó el doctor, rascándose la frente -Es solo que no sueles hacerlo Victoria, lo siento... Diablos... -Susurró.

-Puedo llamarte cuando me de la gana Heriberto y lo sabes. -Gruñó la mujer alzando una mano hacia un auto, para cruzar la angosta calle en dirección de la escuela de baile de su pequeña María. Heriberto lo aceptó.

-Por supuesto que puedes, cariño, claro que puedes. -Se relajó sobre su asiento.

-Son siete años Heriberto -Resaltó, haciendo al hombre tomarse el puente de la nariz. Sabía que aquello era la previa perfecta de una discusión prematura, si no lo tomaba con calma.

-Lo sé, cariño, lo sé... Tu solo-solo sueles textear cuando algo sucede, tienes tiempo sin llamar al consultorio y me preocupé... ¿Está bien? -Musitó con pinzas y guiñó un ojo en espera de una repuesta, positiva en lo posible.

-No debes preocuparte por mi. Estoy muy bien... -Señaló ella con una sonrisa, tierna.

-Pero podría ser por María... -Insistió el hombre.

-¡María está bien, Heriberto! -Se sobresaltó una vez más y Heriberto asintió reiteradas veces, como si ella pudiera verlo.

-Bueno, bueno ¿Y ahora porque rayos estás tan molesta, cariño?

-¡No estoy...! -Victoria detuvo las palabras y presionó sus muelas, antes de responder con más calma. -Quería saber a que hora regresas hoy, ¿Haremos algo... especial? -Preguntó con tremulidad y Heriberto supo perfectamente a que se refería.

-Pensaba llevar la cena, sabes que salgo más tarde hoy es el último viernes del mes... -Señaló normal, sobre aquella habitual junta que lo detendría esa tarde y ganándose con ello, un gruñido de parte de su esposa -Pero estaré ahí lo más pronto que pueda, ya tengo tu regalo. -Musitó ronco y se sonrió de lado -¿Recibiste mis flores esta mañana? Estuve más atento este año... -Musitó el doctor con suficiencia y haciéndola sonreír, de pronto.

Fantasías 》 [+18] ParejaTekila~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora