Polvo somos... Polvo seremos...

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Desde el nacimiento de nuestro ser, nos damos cuenta de que el mundo se rige por los sentidos, pero no los sentidos que todo ser humano posee desde la concepción, sino desde que empiezas a explorar hacia dentro de ti mismo y descubres algo en el éter llamado "Alma", "Consciencia", "Personalidad". Cada persona es libre de elegir el nombre que le pone, pero a fin de cuentas todos los conceptos son siempre el mismo, el "Yo" interior.

Cuando pasamos de reconocer a usar, es cuando hacemos que el mundo cambie. Las personas no reconocen sus alcances cuando de usar esta Alma (así le llamo yo) se trata. No saben el poder y la influencia que un alma tiene sobre otra, tanto en lo bueno, como en lo malo.

Para las almas sensibles, este tipo de contacto es mucho más difícil que para el resto, porque cualquier mala acción queda impregnada no solo en nuestra piel, sino en dicha alma también. Aquí es cuando nuestro "Otro Yo" decide arremeter, no contra nosotros, sino contra el acto violento en nuestra contra que perturba nuestra alma inmaculada, libre de la crueldad humana. Esta corrupción es la que nos envenena poco a poco y nos vuelve ajenos de la realidad, de la sociedad, y de los vínculos que podemos crear con los demás.

Con el tiempo, este acto de resistencia y de protección se vuelve un arma de doble filo, un arma capaz de cortar a otros y a nosotros mismos sin distinción ni miramientos. El poder de una daga invisible clavada en nuestro pecho repercute insanamente en lo que somos en el presente y lo que seremos en el futuro. Se vuelve normal que una persona tenga uno o más puñales clavados y al momento de recibir una caricia que llegue al alma no sepamos si será grata, si será plena, si estará libre de la maldad con la que el mundo corrompe a otros.

El corazón es la puerta de entrada en nuestra alma, para todo aquel viajero que se aventura en las oscuras y profundas aguas del alma oscurecida y entristecida que ahora es la nuestra. El corazón es parte de quien guía a estos viajeros en su travesía, a través del amor, la amistad, la familiaridad, y cualquier conexión humana que haga de una persona alguien cercano, alguien presente, alguien que apoye y que no dejará que nos hundamos en nuestras propias aguas de la inconsciencia y la ausencia del ser.

Bendecidos aquellos que no son un alma solitaria, sino que en su pequeño universo tienen el placer y la fortuna de coincidir con otra alma, pura o herida, que desde la experiencia y el sentir propio está dispuesta a unirse a la nuestra, acompañarla y cuidarla con aquello intangible fuera de toda comprensión y entendimiento para un alma que fue corrompida, que fue maltratada, humillada y desangrada hasta los confines del espacio vacío en el ser.

Para un alma maltrecha no es fácil volver a ser lo que fue en el principio de los tiempos. Un alma nacida del polvo del universo, que la trajo a este mundo sin penas ni glorias, sin luz ni oscuridad, sin un antes o un después. Una hoja en blanco que nos fue otorgada para enseñarle lo que esta realidad nos permite ver, nos permite oler, oír, disfrutar y sentir.

Nacer en este mundo siempre trae un costo, pero no deja ser una oportunidad de recibir gratificación, recompensa, retribución. Estos beneficios son los que asustan a las almas heridas, que no han conocido nada más que la noche, las profundidades, las sombras y los demonios de aquellos dispuestos a dejarse llevar por su ira y su dolor. El poder de la oscuridad siempre estará al asecho de almas puras e inocentes, almas sin una pizca de maldad, sin intención de lastimar a los demás.

El único camino a la sanación de todo aquello que nos perturba y nos ensombrece es permitirle a nuestra alma ser, es permitirle a nuestra alma sentir, vivir y sonreír. Estos sentimientos pueden venir desde el interior, o el exterior. Cuando vienen de un alma unida a la nuestra es cuando nos damos cuenta de que la realidad que nos rodea no siempre será maldad, no siempre será fuego y caos, sino que llegará la paz, la tranquilidad y la seguridad de que somos almas que pueden y quieren sentirse acompañadas por otra más, otra que está dispuesta para nosotros en cada paso del camino.

Dos almas unidas, dos almas que caminen al mismo ritmo, por el mismo camino, con el mismo destino, esas son las almas que llegarán de vuelta al universo, no solo convertidas en polvo gris y vacío, sino en estrellas, en cometas, en luces más allá de nuestros ojos que alimenten a la creación en la que nacemos, en la que vivimos, y en la que morimos...

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