Michael acaba de darse cuenta de sus sentimientos y está llenando su cuerpo de alcohol en pos de atreverse a confesarlos, esperando no alejar a su mejor amigo (y compañero sexual) en el proceso.
★ LONGITUD: 924 Palabras.
★ ETIQUETAS: Ambientado en e...
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—Te amo, ¿sabes?
Las palabras salieron de su boca justo como había planeado: Claras y precisas, para que a Ness no le quedara ninguna duda.
Alexis dejó de caminar ante la frase. Michael, que tenía el brazo sobre su hombro, se detuvo también y lo miró con los ojos entrecerrados.
—Me escuchaste, ¿verdad? —cuestionó.
Alexis sacudió la cabeza, causando que sus rizos revolotearan en el viento... Aunque no era como si Michael hubiera estado perdido en cómo se movían.
—¿Me estás oyendo siquiera? —reclamó Michael, cuando logró recuperar la compostura.
Alexis rió en un resoplido y luego miró a Michael de reojo.
—Estás muy ebrio —dijo Alexis con el ceño fruncido.
A Michael le sorprendió ver a Ness con esa expresión, normalmente tenía una sonrisa... Aunque no podía negar que lucía lindo... Incluso se habría atrevido a decir que se veía sexy...
No.
Debía enfocarse.
Ness lo observó, concentrado.
—Vamos a casa de una vez —pidió.
Michael quería interferir, decirle que estaba sobrio... Al menos lo suficiente como para decir algo así de importante; pero no contradijo a Alexis. Se mantuvo a su lado el resto del camino, mirándolo ocasionalmente.
Desde su descubrimiento había comenzado a preguntarse si el resto de personas podían darse cuenta de lo que había dicho Yoichi, había comenzado a preguntarse cómo lucía cuando miraba a Ness... ¿Él se habría dado cuenta también?
La realización de sus sentimientos no había llegado sola; había llegado acompañada por, nada más y nada menos que, la incertidumbre. Jamás se había sentido tan expuesto y lleno de dudas. Michael odiaba la sensación de no tener control sobre sí mismo; por esa razón había decidido decirle a Alexis sobre sus sentimientos.
La ocasión se presentó una tarde de invierno, habían perdido el partido contra Ubers pero Michael había conseguido anotar, lo que, Michael estaba seguro, Ness consideró un logro.
Al llegar, Alexis tomó asiento en el sofá del salón; ya acostumbrado a la rutina, se recostó ligeramente y lo miró como una presa a su cazador. Sabía que el instinto dominador de Michael surgía cuando Ness mostraba lo dispuesto que estaba a ser vulnerable con él, a permitirle ir a lo más profundo de él (de forma literal).
En una noche normal, el desenlace habría sido ese: Sexo.
Pero no era una noche normal.
Michael se dirigió hacia la cocina y sirvió dos vasos de whisky con hielo.
—¿Quieres? —ofreció Michael al volver a la sala de estar.
—No debería tomar más —dudó Alexis, cambiando una y otra vez de posición en el sofá. Estaba pensando en cuál era la mejor posición para comenzar, supuso Kaiser.
