Habían pasado varias semanas desde la llegada de Martin al pueblo, Pilar y Lucía ya se habían acostumbrado a la disciplina del doctor, raro era el día en que no recibían un castigo en sus traseros, pero una sensación de disfrute les invadía después de cada azotaina y por las noches o cuando estaban a solas, ambas habían comenzado a darse consuelo mutuamente, forjando una amistad a prueba de bombas.
Pilar era la mas fogosa y dominante, mientras que Lucía se dejaba llevar. Después de cada castigo Lucía era la encargada de ponerle el ungüento reparador en las nalgas a Pilar, quien siempre provocaba que los dedos de Lucía se deslizaran al interior de su ano e incluso de su coño...Lucía era más piadosa y tenía miedo de cometer pecado, pero Pilar siempre la convencía...y mas de una vez había llegado a correrse con esos toqueteos...
Del mismo modo Carmen visitaba al doctor todos los martes y, todos, sin excepción, recibía el supositorio especial de Martín, además de algún que otro azote. Estas visitas habían provocado que su marido, el molinero, estuviera también muy complacido ya que, aunque por alguna extraña razón su mujer se quejaba al sentarse, su libido había aumentado, y esta se había vuelto más receptiva y fogosa en la cama (obviamente lo que menos se esperaba era que el tratamiento consistiera en la sodomización de su mujer, jejeje).
Las tres se acabaron convirtiendo en buenas amigas y, Carmen, como era la mayor, las iba instruyendo sobre como satisfacer a un hombre en la cama, si bien su querido Antonio, su marido, era de dos posiciones, el misionero y al perrito a cuatro patas...posición esta última que Carmen procuraba rechazar para que Antonio no viera las marcas de los azotes en su trasero. Lo que no sabía Carmen es que Antonio ya las había visto, pero había oído en el pueblo que el nuevo doctor era muy exigente y disciplinaba a sus criadas y a algunas pacientes jóvenes (como en el caso de su hija) y conociendo la testarudez de su mujer, pensó que posiblemente le habría azotado por encima de la ropa...
Las chicas muy curiosas no paraban de preguntarle cosas relacionadas con el coito, que si era doloroso...que si entraba toda dentro...que si el esperma era frio o caliente...
Carmen se reía mucho con ellas y su ignorancia en algunos temas, pero pronto recordó como era ella a su edad...y todo lo que le habían dicho que era pecado...así que decidió explicarles todo con pelos y señales...solía quedar con las chicas los días que Martin salía a realizar consultas a domicilio y ahí poco a poco fue intimando con ellas mientras les enseñaba como satisfacerse...llegó un día en que comenzaron a hablar de como a los hombres les gusta que las mujeres se metan la verga en la boca
¡que asco pensó Lucía!
¡ummm interesante pensó Pilar!
Carmen utilizó un plátano para explicarles y ambas pronto se esmeraron en aprender...pasaban la lengua, apretaban los labios como les indicaba Carmen y poco a poco fueron mejorando la técnica...
¿y a nosotras no nos comen el conejo? Dijo Pilar haciendo gala de su brutalidad natural...
Noo, dijo Carmen, sólo nosotras a ellos
Pues no es justo, dijo Pilar, yo quiero probar... y cogiendo la cabeza de Lucía la bajó a su entrepierna...
Lucía se revolvió e intentó zafarse, pero una vez más, Pilar impuso su criterio y muy torpemente Lucía comenzó a dar lametones con la lengua...Pilar resoplaba...estaba claro que le estaba gustando, aunque por momentos le hacía daño...Carmen las miraba y les dijo:
A ver chiquillas, déjenme a mí...y apartando a Lucía comenzó a comerle el coño a Pilar...Carmen si sabia lo que hacía, aplicó la misma técnica que con un hombre y poco a poco le fue encontrando el gusto...pasó la lengua por un lado, luego por el otro, succionó lentamente el clítoris de Pilar...todo con mucha suavidad, dedicándole su tiempo...Pilar resoplaba, gemía y se movía fruto de una gran excitación...Lucía las miraba llena de una gran envidia... ella también quería...Carmen se dio cuenta y a pesar de las protestas de Pilar, dejo a esta con su calentón y comenzó a comérselo a Lucía
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Mi plaza soñada
RomanceUn joven doctor aficionado al spanking ocupa su primer destino a finales del siglo XIX