Capítulo 26

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Una victoria más

Atenea Morelli

Adriano y yo permanecemos a una distancia prudente, lejos del almacén donde llevan a las mujeres, niñas y adolescentes para la trata de personas y explotación sexual. Gracias a toda la información que Dania nos brindó acerca de los lugares en donde Artemisa enviaba a sus víctimas, decidimos comenzar un operativo para acabar con toda su red.

Domenico se encuentra del otro lado informando sobre cualquier movimiento, en estos momentos solo hay dos hombres al cuidado de la puerta del almacén. El narcotraficante más grande de todo el sur de México tiene una hora allí dentro, lo más probable es que sea contando a las mujeres que han raptado esta semana.

La furgoneta ya ha llegado.― informa Domenico por el auricular.

Hemos buscado varias furgonetas para poder transportar a las mujeres que rescatemos, ya que no hay mucho espacio en nuestras camionetas para esa cantidad de mujeres. Domenico ya ha matado a tres hombres que se encuentran en la parte trasera, justo donde está él en estos momentos.

Perfecto, Adriano y yo ya entraremos.― hago una seña que solo Adriano y yo conocemos para que continúe caminando.

Todo está despejado, yo me haré cargo de los dos hombres que se encuentran en la entrada.

Nos escabullimos por los matorrales que adornan toda la zona trasera del almacén, Puedo ver como los dos hombres que se encuentran en la entrada caen abatidos, desde una distancia en la que solo nosotros sabemos que se encuentra con su arma, Domenico es un francotirador especial, sabe bien como hacer su trabajo.

― Debemos tener cuidado, no sabemos con qué vamos a encontrarnos allí dentro.― Adriano dice en un tono que solo yo pueda escucharlo mientras avanzamos apuntando en todas las direcciones.

― Domenico se encargó de que todo estuviera despejado para que pudiéramos entrar.― camina delante de mí para protegerme ante cualquier amenaza.

Continuamos con nuestro camino, Adriano saca de su bolsillo trasero una llave maestra para abrir la puerta sin necesidad de romper la cerradura. Pasamos por un pasillo repleto de mercancías, por el aspecto sé que son drogas lo que almacenan en este lugar aparte de secuestrar a personas.

Varias puertas se encuentran de lado y lado, son habitaciones, lo sé porque una de ellas se encuentra abierta, permitiéndome apreciar las colchonetas que permanecen en el suelo, muchas mujeres están amarradas en el suelo, la imagen que estoy viendo en estos momentos es la más triste y desgarradora.

Si antes pensaba que Artemisa no tenía corazón, ahora con esto acabo de confirmarlo.

Nos detenemos al final del pasillo, Juan Hernández, el narcotraficante más peligroso que tiene México, específicamente en el lado sur, este se dedica únicamente al tráfico de personas para explotarlas sexualmente, como trabajo extra distribuye drogas en América latina.

Juan habla con las nuevas mujeres que han secuestrado, estas lloran o más bien sollozan, no se atreven a decir nada por el temor que sienten en estos momentos. Él las amenaza, las sugestiona con un arma explicando cuál será la nueva vida de cada una, esa es la bienvenida que les da.

Miro a Adriano de reojo, con la mirada le digo que es momento que hagamos lo que mejor sabemos hacer. Para nuestra suerte y desgracia de ellos, Juan se encuentra solo, siendo esto una ventaja total para nosotros.

Le disparo en una pierna a Juan provocando que caiga al suelo y grite de dolor, nuestras armas tienen silenciador para seguridad de nosotros. Desde el suelo gritando de dolor busca con la mirada de donde ha salido el disparo, salgo de la nada apuntando hacia su dirección, todas las mujeres gritan de horror y pánico.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora