Chloe y su padrastro se mudan a Forks, Washington, con la esperanza de empezar una vida tranquila, lejos del ruido y del pasado. Pero lo que parece un cambio común pronto se convierte en algo mucho más complejo.
Su llegada no pasa desapercibida... e...
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—Elizabeth, por favor, escúchame. Lo resolveremos, ¿sí? —Emmett le rogaba a su entonces novia Elizabeth y sus ojos suplicantes clavados en los de ella—. Solo necesitamos pensar bien las cosas. No hagas nada estúpido...
—¡No! Ya dije que no lo quiero tener. ¡Esto que tengo dentro solo va a arruinar mi vida! —le gritó Elizabeth, temblando de rabia...
—Eli, por favor... Trabajaré más. Mi familia podría ayudarnos, no estarás sola —trató de convencerla, acercándose a ella para tratar de tranquilizarla
—¡Ya dije que no y punto! yo no quiero tener a esta cosa —soltó aún más alterada, empujándolo en el acto.
—Eli, hay que pensar bien las cosas, no podemos tomar esta decisión tan rápido, por fav... —Emmett no pudo continuar. Elizabeth le dio una fuerte cachetada que resonó con fuerza en la sala.
—¿Acaso no entiendes que no es no? ¿Estás sordo o qué? Ya no te quiero volver a ver. ¡Vete de mi casa! —le gritó mientras lo empujaba con fuerza hacia la puerta.
—Para, Eli... porfavor... perdóname
—Vete de aquí ya.
Al ver que definitivamente la situación no se iba a arreglar en ese momento, Emmett tomó una decisión
—Está bien, me voy —dijo Emmett rendido, las lágrimas cayendo por sus mejillas.
Antes de cruzar la puerta, se volvió para mirarla una última vez. Elizabeth lo miraba también, con una mezcla de rabia y tristeza en el rostro.
—No vayas a hacer algo de lo que te puedas arrepentir más adelante...
Fue lo último que Emmett le diría sin saber que sería la última vez que la vería.
Emmett caminó sin rumbo durante horas. El aire del bosque de Tennessee era denso, húmedo. La rabia y la tristeza le apretaban el pecho más fuerte que cualquier herida física. Quería gritar, destruirlo todo, desaparecer...
No escuchó al oso.
Solo sintió el rugido y luego el impacto, de arañazo le abrió el pecho. El mundo se volvió sangre y dolor
Pensó en Elizabeth y en lo que jamás sería
Entonces, como un ángel en medio del infierno, Rosalie apareció, hermosa, aterradora, decidida.
Lo cargó sin esfuerzo, ignorando la sangre, lo llevó hasta Carlisle, Emmett ya no era más que un cuerpo destrozado, aferrado a la vida.
Carlisle lo transformó esa misma noche y Emmett, el joven que había amado a Elizabeth, que anhelaba ver crecer a esa pequeña, desapareció para siempre.
Chloe nació meses después.
Sin padre, sin respuestas y sin saber que el hombre al que más se parecía, ya no era humano.
Durante los primeros años, su madre intentó seguir adelante, y entonces apareció él: Un doctor, estable, con dinero y paciencia El tipo de hombre que parecía poder arreglarlo todo.
Él no era su padre biológico, pero cuando Elizabeth se fue una mañana cualquiera, sin explicaciones ni despedidas, solo una carta pidiendo disculpas. él fue el único que se quedó.
Chloe creció con el apellido de su papá biológico y el de su padre adoptivo
Su padre adoptivo se lo puso al investigar sobre el padre Biológico de Chloe, el cual, decían, se perdió en el bosque.