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            BARCELONA RECIBÍA OTRO LUNES DE SEPTIEMBRE con más grados celsius de los que habían mencionado días anteriores en las noticias matutinas de la televisión

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            BARCELONA RECIBÍA OTRO LUNES DE SEPTIEMBRE con más grados celsius de los que habían mencionado días anteriores en las noticias matutinas de la televisión. Costa Rica no es así, al menos no en sus provincias más céntricas, y, por tanto, Valeria estaba batallando sobremanera para llegar a la estación de tren a tiempo sin sufrir un golpe de calor.

Su botella de agua se había vaciado una cuadra atrás así que agradeció infinitamente al cielo cuando divisó un tubo de agua para rellenarla. Mientras lo hacía sintió un pequeño ser muy peludo acercándose a sus piernas, bajó la mirada hacia el y vio que se trataba de un gatito; era pequeño, delgado, estaba sucio y sin duda hambriento. Un pensamiento llegó a su mente y a pesar de que lo intentó, no tardó mucho en tomar una decisión, sacó una bolsa de tela que cargaba en su mochila para proceder con su plan que, por el momento solo constaba de un paso. El pequeño se había dejado alzar con facilidad y parecía estar cómodo en el bolso de la castaña, sacando solamente su cabeza por un orificio lo suficientemente espacioso para que estuviera bien sin llegar a caerse o lastimarse.

¿Qué haría la tica con el gato? La realidad es que no lo sabía. Mientras caminaba iba rezando mentalmente para que en la universidad no tuvieran problemas con que ella llevara a un gato a sus clases, sería solamente por hoy. Es un problema de Valeria del futuro, pensó.

El tiempo había pasado más rápido de lo esperado y dejó de valer tanto la pena haberse despertado dos horas antes con la idea de llegar un par de minutos antes a su primera clase del día, pues al revisar su reloj se percató de que solo tendría 3 minutos para llegar a la estación y claramente no podía correr con un gato en su bolso. Caminó tan rápido como pudo para alcanzar el tren que la llevaría a su destino. Claro que todo sería más sencillo si viviera cerca del campus, pero la realidad es que alquilar un apartamento en esos lugares era el doble de caro; y ella había logrado hacer un intercambio universitario a Barcelona por su beca de honor en la Universidad de Costa Rica.

Llegó cuando las puertas del tren estaban a punto de cerrarse, pero topó con suerte y uno de los pasajeros avisó su llegada, por lo que le permitieron entrar, había comprado su billete con anterioridad así que lo entregó y se sentó en el primer asiento disponible que vio, al lado de un chico que parecía ser de su edad. Estaba sumamente nerviosa porque le dijeran que el felino no podía acompañarla en el viaje, pero todos actuaban con normalidad y supuso que todo estaría bien.

Llamó a su madre sabiendo que en Costa Rica estaba pronto a empezar la tarde, las separaban 8 horas de diferencia horaria. Esperó algunos segundos para que Susana contestara, escuchando un "¿Aló?" después del cuarto timbrazo. Hablaron un poco sobre la travesía de Valeria para llegar allí, de que la castaña ya había conseguido empleo en una floristería y que estaba realmente emocionada por realizar prácticas profesionales en las escuelas españolas; nuestra tica estudia Educación Especial.

A su lado se encontraba Pedro González, el jugador de fútbol del FC Barcelona a quien todos llamaban Pedri, y aunque llevaba puestos sus audífonos, había pausado la música hace un rato para escuchar la conversación de la linda castaña que había subido al tren. Un poco chismoso, sí. Estaba buscando algún impulso que le diera valentía para acercarse, todo su coraje se había escondido desde que ella llegó. Volteó a verla y le regaló una sonrisa que, para su sorpresa, la chica respondió. Fue hasta ese momento que notó la presencia de un gato en una bolsa que portaba la castaña, a lo que rio inevitablemente preguntándose a dónde lo llevaría. El gato estaba saliendo del bolso e intentaba llegar al regazo del chico, estirando sus pequeñas patas. La chica se preocupó e intentó quitárselo de encima, pero se detuvo cuando el castaño habló, generándole muchísimo miedo de lo que podría decirle.

No te preocupes, es hermoso. Jamás ningún gato me había escogido para semejante tarea mencionó mientras lo tomaba en brazos y lo acariciaba.

Se me acercó cuando iba caminando hacia la estación y al verlo en ese estado, me fue imposible dejarlo allí solo dijo la chica, buscando una manera de explicar porqué el gato viajaba con ella en el tren.

Entonces eres una buena persona, y él es un hermoso gatito le respondió sonriendo, pues claro que le generaba ternura. Ella rio para después contarle la verdad.

En realidad ni siquiera sé qué haré con él, voy camino a clases y no estoy segura de que en el apartamento estén permitidas las mascotas... no lo pensé muy bien. No soy de acá contó con algo de pena, realmente estaba preocupada por el destino del felino, aunque estaba segura de que no sería uno malo mientras estuviera en sus manos.

Bueno, yo iré a trabajar, pero si gustas yo puedo cuidarlo o incluso adoptarlo, si eso te hace sentir más tranquila. Te juro que soy buen dueño, solía ser alérgico a los gatos, pero no es nada que un par de loratadinas no arreglen respondió con sinceridad que se convirtió en entusiasmo ya que a medida que él hablaba, la mirada de la chica brillaba aún más.

Jamás pensé dar a un gato en adopción en el tren, hizo un gesto de confusión y asombro al mismo tiempopero si realmente puedo confiar en ti...

Pedro, dime Pedri.

Pedri, el minino es tuyo... pero me gustaría saber cómo está, verlo crecer y asegurarme de que está en un buen lugar. Sino investigaré todo lo posible en las leyes españolas y no te dejaré en paz dijo señalándolo con un tono amenazante, a lo que el español levantó sus manos en señal de rendición.

Puedes apuntar mi número y preguntar por él cuando quieras, prometo tomarle muchísimas fotos propuso el chico mientras ella sacaba el brazo de su bolso para tendérselo al castaño y así el pudiera llevarse al gatito de una manera más cómoda.

Bien, confío en ti, Pedri. Cuídalo más que a tu propia vida, lo merece finalizó, sacando su celular y dándoselo para que apuntara su número telefónico.

La tica se despidió del pequeño gato con un beso en la cabeza y le deseó suerte en su nuevo hogar, al chico le dijo un simple adiós y le sonrió, su parada estaba cerca. Se colocó de nuevo su mochila y a medida que avanzaba movía su mano en señal de despedida. Antes de que se abrieran las puertas del tren para poder salir, escuchó un grito atrás suyo y volteó para ver al castaño sosteniendo la bolsa en su hombro, abrazando al gato con cariño.

No me dijiste tu nombre.

Me llamo Valeria respondió con una sonrisa para después voltear hacia el frente y seguir su camino.

—Me llamo Valeria —respondió con una sonrisa para después voltear hacia el frente y seguir su camino

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𝐯𝐚𝐥𝐞𝐫𝐢𝐚 ; pedri gonzález Donde viven las historias. Descúbrelo ahora