Capítulo 3

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A la mañana siguiente te despertaste sorprendida al encontrarte con que Jungkook no se había apartado de vuestro abrazo; de hecho, parecía que te había agarrado más, con sus extremidades hechas un lío con las tuyas. Te moviste un poco, intentando salir de la cama sin despertarle, y temblaste por la forma en la que suspiró contra tu cuello. Sentiste el murmullo de un gemido a tu espalda cuando tiraste del brazo que tenía alrededor de tu cintura, dándote cuenta de que cuanto más intentabas moverle, más fuerte te agarraba. Cuando intentaste mover la cadera hasta el borde de la cama en un intento por ganar apoyo, él te pasó la pierna por encima del muslo, arrastrándote de nuevo a tu posición inicial.

—Jungkook —dijiste, intentando girarte para mirarle—. Jungkook, tengo que levantarme.

Esperaste un rato largo y no recibiste respuesta.

Lo intentaste de nuevo.

—Jungkook.

Estaba fuera de combate.

Te moviste adelante y atrás todo lo que su agarre te permitió.

—¡Jungkook!

Jungkook se aferró más a ti, arrastrándote con él. Sentiste como se te cortaba la respiración por culpa de la nueva posición, plenamente consciente del bulto grande y duro que se apretaba contra tu muslo. Te sacudiste contra él, pegándole bofetadas en los laterales del cuerpo, intentando despertarle de ti frenéticamente.

Su mano subió rápidamente desde tu cadera a tu mandíbula, agarrándote con fuerza.

—Deja de moverte, joder. —Tenía voz ronca, áspera por el sueño y por algo más.

Intentando esconder el escalofrío que te había causado, casi chillaste:

—¿Por qué coño me está tocando?

—Hummm... —Resonó sobre tu cuello—. No te sientas alagada, Sunshine. —Dejó caer la mano otra vez a tu cadera—. Pero, ¿sabes qué? Pareces muy ofendida por una erección mañanera para ser la que se está restregando sin parar contra mi polla.

Te quedaste paralizada un momento, admitiendo que tenía razón, y el rubor no abandonó tus mejillas incluso después de que alejara las caderas hacia atrás. Bajaste la mano para quitar la suya de tu cuerpo, pero con un giro de muñeca, entrelazó los dedos con los tuyos de forma íntima.

—Jungkook —te quejaste, intentando mirarle por encima del hombro—. Quiero levantarme.

—Pues qué pena... —contestó. Por lo que notaste, había vuelto a cerrar los ojos y estaba intentando volver a dormirse.

Intentaste salir de la cama otra vez, chillando cuando te tiró del brazo y te dio la vuelta, sujetándote contra la cama. Se subió encima de ti, inclinándose tanto que sentiste sus labios rozando tu oreja mientras susurraba:

—Te he dicho que pares de moverte.

Viendo la forma en que sus ojos examinaban tu cara, te viste con dificultades para que te saliera la voz.

—¿Jungkook? —preguntaste sin aliento.

—Me necesitabas tanto anoche... —murmuró y después pronunció tu nombre. Sentiste cómo te sonrojabas mientras subía una mano para apartarte el pelo de la cara—. ¿Pero no te paraste a pensar ni por un segundo si yo también necesitaba que me abrazaran?

Te quedaste pillada durante demasiado tiempo por la frase que había precedido a su confesión; dejó escapar otro suspiro grave y largo, y antes de que terminaras de procesarlo todo, ya estaba saliendo de la habitación. Notaste como se te contraía el estómago por la culpa... porque últimamente parecía que se había pasado más tiempo reconfortándote que sin hacerlo, a pesar de estar igual de dolido. Y te encontraste deseando que te dijera más a menudo cómo se sentía.

Mi Cielo se Derrumba (Jungkook & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora