Con algo de nerviosismo tocó el timbre de la casa de Minji
Hanni no sabía porque se sentía así pero no podía evitarlo
Su mundo se quebró en cuanto una pelinegra la saludó con la sonrisa más hermosa que sus ojos hayan presenciado
Con tímidez le sonrió a Minji y entró a la casa, se sentó en el sillón a esperar a que la pelinegra se terminara de arreglar porque al parecer tenía que salir en unos minutos más
Minji tomó asiento frente a Hanni, lista para escuchar lo que esta le diría
De la nada la confiada Hanni había desaparecido, la vietnamita tenía una vergüenza indescriptible y su mente dejó de funcionar
No salía ninguna palabra de su boca y cada vez se sentía aún más mareada, estaba a nada de desmayarse cuando Minji habló
–¿estás bien?